Visha caminaba
por el sendero sin prisa, aunque la situación podría ameritarlo ya que su
destino se encontraba cerca; una montaña cuya cima estaba coronada por una
estructura en forma de ala, muy parecida al “Diente de Tiburón” que se ha
mencionado antes.
Aunque esta
estructura pudiera ser vista desde muchos kilómetros a la redonda no llamaba la
atención, ni daba a entender que la montaña donde estaba era especial,
formaciones como estas eran comunes en el país donde vivía Visha. La maga
sintió una sensación de nostalgia al ver
el “Ala del Horizonte”; recordó la primera vez que la observó cuando sus padres
la llevaron a la Academiun.
“Vivirás durante
muchos años en la Academiun, Visha, y cuando salgas serás una adulta y podrás velar
por ti misma”; recordaba estas palabras claramente como si se las hubieran
dicho hace apenas unas horas. Y a pesar de que no había visto a sus padres
desde hace varios años no sentía tristeza; era natural que un aprendiz de mago
dejara a sus padres a la edad de doce años y cuando se graduaba, ocho años
después, se instalaba en soledad según se lo indicara el director de la
Academiun. Desde que Visha se graduó solamente vio a sus padres en cuatro
ocasiones, y con esas pocas veces le bastaba, al menos estaba enterada de que
seguían con vida aunque ya no eran un matrimonio, de hecho nunca lo fueron,
vivieron juntos hasta que Visha ingresó en la Academiun, después se separaron y
cada quien siguió su camino.
Visha ya estaba
cerca de la montaña, solamente debía atravesar un pequeño bosque y llegaría a
la entrada de Elisyum, que era el lugar donde estaba ubicada la Acaemium.
Atravesó el bosque sin ningún contratiempo a pesar de que era observada; no
solo era habitado por animales, también otros seres tenían su hogar ahí, entre
ellos las hadas. Estos curiosos seres
habitaban por lo general en lugares remotos, en donde pocos meccanus se
atrevían a entrar, aunque no les desagradaba la presencia de los magos. Por lo general son pacíficas y
no hacen daño a menos que sean provocadas, y cuando eso ocurre se defienden con
mucha ferocidad e incluso pueden llegar a ser letales, algo que contrastaba
enormemente con su apariencia de niña con alas de forma geométrica. Aunque
ellas no tenían nada contra los maquinistas preferían evitarlos, no les
agradaba que las vieran a ellas como sujetos de estudio.
Visha siguió su
camino por el bosque hasta que llegó a un paso de montaña que era tan estrecho
que dudosamente alguien podría caminar por ahí. La vegetación era muy tupida y cerrada;
la visibilidad no era muy buena. Pero no existía otro camino más que este,
cualquiera que deseara llegar a la Academiun debía transitarlo pero su aspecto
desanimaba a los simples curiosos. Al comenzar a caminar abriéndose paso por la
vegetación el caminante pronto se daría cuenta que no estaba solo; se veían
cosas como sombras que se movían rápido entre la maleza, ramas crujiendo al ser
pisadas, e incluso ojos entre los árboles que desaparecían en un instante. Si
el atrevido viajero seguía caminando entonces los sucesos extraños cambiaban de
tono; desde risas esporádicas incluso hasta voces llamando, si el tonto viajero
les hacía caso podría ocurrirle todo tipo de desventuras, desde pisar una poza
de lodo o tropezarse con alguna rama oculta en el suelo; cuando esto pasaba las
risas se hacían más estruendosas y malévolas.
Visha sabía que
los responsables de todo esto eran las hadas umbrales, un tipo de hadas que
gustaba de los espacios cerrados y oscuros, y de divertirse a costa de los
desprevenidos viajeros.
-¿A dónde vas?
¿A dónde vas?
-¡Ven aquí!
¡Ven!
Sin importar que
fuera una maga Visha también era objeto de burla de parte de estas hadas,
aunque para desgracia de ellas se las veían con alguien que ya conocía sus artimañas.
Ella solamente las ignoraba. A pesar que el camino estaba muy accidentado Visha
caminaba con mucha facilidad, toda la vegetación y demás obstáculos se retraían
permitiéndole el paso, solamente un mago conocía este truco. De vez en cuando
alguna hada que se escondía en un arbusto quedaba al descubierto cuando su
cobertura desaparecía para darle el paso a la maga, entonces el ser se asustaba
y salía corriendo de forma cómica, al menos para Visha.
De pronoto notó
algo en un árbol cercano, un objeto difuso se observaba en una de las ramas,
parecía como si fuera una figura humana rodeada de una extraña neblina de color
azul oscuro y en medio de esta dos ojos de color rojo intenso brillaban
amenazantes. Los ojos miraban fijamente a la maga, como pendientes de sus
movimientos; Visha observó a su vez esta figura. Entonces de uno de sus
bolsillos sacó un monóculo el cual tenía un apéndice de donde Visha extrajo un
pequeño cable que estiró y lo insertó en
la parte trasera de su oído izquierdo. Se colocó el monóculo en el ojo
izquierdo y cuando miró con este artilugio a la criatura la misteriosa neblina
desapareció y ahora se observaba a una niña pequeña sentada en la rama. Aunque
resaltaba que no era una niña normal; sus ojos seguían siendo rojos acompañados
de una sonrisa torcida, la piel era de color azul oscuro como la neblina; su
cabello era largo y de un azul más ligero.
Visha la observó
por un momento he hizo una ligera reverencia.
-Me alegra verte
bien, Raisha.
.- ... .. / --.-
..- . / .... .- ... / ...- ..- . .-.. - --- --..-- / -- .- --. .- / -.. . /
.-.. --- ... / .-.. .. -... .-. --- ... .-.-. *1
El ser a quien
Visha llamó Raisha no se comunicaba de forma normal, usaba un tipo de código
que era desconocido para otros mecanus con excepción de los magos. Técnicamente
era una señal sonora de pitidos intermitentes, que según la forma en que se
repitieran representaba una frase. No estaba claro si Raisha podía hablar de
otra forma, pero elegía esta forma de comunicación para mantener su
superioridad sobre otros seres, aunque con el manual adecuado era posible
descubrir lo que quería comunicar.
-Sí –dijo Visha
en respuesta a lo que le dijo el hada-, necesito consultar en los archivos
acerca de un tema en especial.
.- ..- -. --.-
..- . / ... --- -. / .--. --- -.-. --- ... / .-.. --- ... / --.- ..- . / .-. .
--. .-. . ... .- -. / -.. . ... .--. ..- ... / -.. . / --. .-. .- -.. ..- .-
.-. ... . --..-- / .- .--. ..- . ... - --- / .- / --.- ..- . / . ... . / ...-
.. . .--- --- / -... .... --- / ... . / ... . -. - .. .-. / ..-. . .-.. .. --..
.-.-. *2
-Supongo que sí, el maestro Arquímedes aprecia
mucho a sus alumnos.
Era raro ver
esta escena, el hada hablando en pitidos y moviendo sus manos en gestos que daban
énfasis a las palabras que transmitía, y Visha respondiéndole.
. ... . / ...-
.. . .--- --- / ... . -. .. .-.. / ... .. . -- .--. .-. . / .... .- / ... ..
-.. --- / ..- -. / ... . -. - .. -- . -. - .- .-.. .-.-.- .-.-. *3
Cuando el hada
transmitió este mensaje hizo un gesto de ligero desdén al mismo tiempo que
mecía su cabellera con una de sus manos. Visha solamente sonrió cortésmente, una de las
cosas que aprendió de hablar con hadas es que nunca hay que hacerles mucho caso
de lo que digan.
-Bueno, tengo
que seguir mi camino señora Raisha, tal vez nos veamos en la Academium.
Y Visha hizo una
reverencia y siguió su camino.
-. --- ... /
...- . .-. . -- --- ... --..-- / -- .- --. .- .-.-. *4
Cuando comunicó
este mensaje Raisha comenzó a levitar y se alejó. Como todas las hadas ella tenía alas pero
solamente las desplegaba en ciertas ocasiones, cuando era necesario ser un poco
más violenta.
Al internarse
más por el paso Visha llegó a una zona donde prácticamente era imposible pasar,
las ramas cubrían por completo el camino. Ella se detuvo y observó la situación
aunque para ella esto no representaba un problema, más bien le resultaba normal.
Dejo su mochila
en el suelo y observó al frente, extendió su mano frente a ella y la movió como
si quitara alguna cosa que le estorbara la vista, entonces se observó un
extraño efecto; en un área del tamaño de un pizarrón se hizo opaca como si un
cristal se materializara de la nada, entonces Visha comenzó a dibujar con su
dedo una serie de líneas verticales y óvalos; cuando terminó los símbolos
brillaron de color verde y frente a Visha apareció una luz, ella tomó sus cosas
y se adentró en esa extraña luminosidad.
En un abrir y
cerrar de ojos, de estar en un camino estrecho que no tenía salida, se encontró
en otro bosque pero muy diferente al que estaba en la base de la montaña;
estaba rodeada de álamos y robles. Frente a ella se alzaba una construcción de
un intrincado diseño geométrico, de color blanco y un símbolo que representaba
a la Orden de los Magos.
Esta era la
Academium, el alma mater de Visha y donde pasó parte de su vida. Lo recuerdos le
llegaron a su mente cuando la observó desde lejos, habían pasado muchos años
desde que se graduó como maga y adoptó su vida solitaria en medio del bosque.
-¿Cómo estarán
todos? –se preguntó mientras se dirigía hacia el edificio.
Después de
caminar cierta distancia llegó a lo que parecía ser un parque; con sus
jardineras que albergaban distintas flores y árboles. El suelo que tapizaba los
caminos, las bancas y las fuentes eran de color blanco y pareciera que todo
estaba construido con un extraño material; no era mármol, al tacto era muy
suave y uno podría sospechar que era ligero aunque muy resistente; justo en
medio del parque se levantaba un quiosco de dos pisos. Era medio día y la luz
del sol iluminaba todo pero la luz no se reflejaba en ese material extraño
evitando cegar a las personas.
Pero a pesar de
ser un lugar de enseñanza la Academium tenía muy pocos alumnos, si existían
diez estudiantes se consideraba un número elevado. No cualquiera podía
ingresar, solamente los que son hijos de magos y tienen aptitud para las artes
arcanas, además que al tener pocos alumnos así se evitaba llamar atención
innecesaria. Por eso cuando Visha atravesó el parque no vio a casi nadie,
solamente uno que otro acolito sumido en sus estudios; por lo general los magos
estudiaban por separado, no queriendo distraer a sus compañeros con su
presencia. Al no haber muchos estudiantes existía poco ruido generado por sus
pláticas y el murmullo de los pasos era casi inexistente. Esto generaba una
sensación de soledad y aislamiento que podría molestar a muchos pero a Visha le
agradaba, esto representaba para ella la esencia de la Academium, paz y
tranquilidad.
Ella misma
recordaba sus días de estudiante; sentarse en una banca rodeada de libros a la
sombra de un árbol, sin escuchar otro ruido que no fuera el del viento acariciando
las hojas y el canto perdido de algún pájaro; esto era lo que ella llamaba “la
melodía de la soledad”.
Dejó atrás el
parque y se acercó al edificio principal; una construcción amplia y extensa
aunque no muy elevada, el techo tenía una forma ligeramente curva y al igual
que el mobiliario del parque estaba construido del mismo material. Dentro
varias columnas estaban espaciadas de forma uniforme y flanqueaban un pasillo
que se dirigía a un vestíbulo donde había un escritorio de forma circular que
estaba ocupado por una sola persona.
Era una mujer de
cabello completamente blanco pero no era una anciana, de hecho era difícil
asignarle una edad; su físico era el de una persona joven, pero su forma de
expresarse y su mirada daban a entender que era más vieja de lo que uno
pensara. Tenía un vestido de color azul oscuro que resaltaba su piel blanca
casi llegando a ser pálida, y sus ojos eran de color verde. Se encontraba
leyendo un libro impreso; no era una de esas reproducciones holográficas que se
encontraban en cualquier lado, era un libro de papel de verdad, una rareza
entre rarezas, aunque en la Academium no tenían esa clasificación especial.
Visha atravesó
la alameda de columnas reprimiendo esa sensación de pequeñez que le causaban y
se enfocó en llegar al vestíbulo.
-Saludos, señora
escriba –dijo Visha llegando frente al escritorio y dejando su mochila en el
suelo.
Parecía que su
palabras habían caído en oídos sordos, ya que no recibió contestación, pero
Visha ya conocía a esa mujer y solamente se dedicó a esperar la respuesta;
siendo pequeña aprendió por las malas a no incomodar a esa escriba, so pena de
ser regañada con los más ofensivos sarcasmos.
La escriba
seguía leyendo su libro, pasando página por página como si tuviera todo el
tiempo del mundo. Visha por lo mientras se dedicó a pasear su vista por los
alrededores, entonces posó sus ojos en un objeto que estaba a un lado de la
escriba; un sombrero de punta y ala ancha.
En la cinta tenía un broche con una figura interesante; un libro abierto cruzado por un
báculo de mago y en el centro el emblema del poder nuclear, la energía que
solamente los magos debían usar. Este emblema no era un simple adorno, era una
marca que solo recibían los magos de mayor rango y que los hacia acreedores del
título de “Sabio Arcano”; Visha ansiaba este título con toda su energía, pero
era muy difícil obtenerlo.
De pronto la
escriba cerró su libro con fuerza lo que provocó un ruido que sobresalto a
Visha, la mujer se quitó el monóculo de su ojo derecho, lo limpió y lo colocó
de nuevo en el mismo ojo. Después observó fijamente a la joven maga por un
tiempo.
-La hija de los
Usmond, Visha Usmond, Maga del Bosque de Listurn –dijo la mujer sin dejar de
ver a Visha.
-Así es señora
–dijo la chica sin amilanarse por el escrutinio al que era sometida-, ha pasado
mucho tiempo.
-Mucho, poco, yo
no tomo en cuenta el paso del tiempo, algo que me es ajeno, pero si te hace
sentir mejor entonces seré condescendiente. Sí, ha pasado mucho tiempo.
Visha solamente
sonrió, muy a su pesar extrañaba esa voz irónica y sarcástica.
-He vuelto a
consultar algunos temas en la biblioteca, no creo alargar mi visita más de
cuatro días.
La mujer dejó de
observar a Visha –lo que le provocó alivio a la maga- y abriendo un cajón
extrajo una llave y la colocó sobre el escritorio.
-Ten, podría
darte otro habitáculo pero estoy segura que prefieres la covacha donde
estuviste ocho años.
-Gracias, señora
escriba –dijo la chica recogiendo la llave.
-Disculpe –dijo
Visha cuando recogió la llave-, ¿el maestro Arquímedes se encuentra aquí?
-¿Y a donde
esperas qué vaya? ¿A tomarse unos tragos? –dijo la mujer con su afilada lengua.
-Oh, ya veo,
gracias –dijo la chica dando media vuelta y retirándose.
La escriba
solamente regresó a su libro, el cual abrió de nuevo y continuó leyendo antes
de ser interrumpida.
Visha se dirigió
a una de las pequeñas casas que había repartidas alrededor del parque, en
especial una que ella conocía muy bien y cuya puerta correspondía a la llave
que le dieron. Cuando llegó a la casa, que solamente constaba de un solo cuarto
con una partición, metió la llave en la cerradura y la abrió, e inmediatamente
un mar de recuerdos se agolpó en su mente al observar el interior, suspiró
satisfecha, era como llegar a un segundo hogar.
No tardó mucho
tiempo instalándose; dejó su mochila sobre la cama, sacó un cuaderno y se colgó
la correa de su grimorio al hombro y salió de nuevo, toda esta operación no le
llevó más de diez minutos. Recorrió de nuevo el camino que llevaba al edificio
central pero tomó una desviación que la llevó por una alameda rodeada de
árboles.
Caminaba presurosa
mientras sus pasos hacían crujir el camino de grava, al parecer no todos los
caminos de la Academium eran de ese material blanco, algunos aún eran rústicos.
Entonces notó algo que le llamó la atención; a un lado del camino había una
chica que estaba sentada en el suelo, tenía a su alrededor muchos libros,
varios de ellos abiertos y tenía en sus manos otro. Pasaba las hojas de forma
tranquila justo como la escriba,
pareciera que ambas compartían la misma despreocupación por tomarse su
tiempo. La chica dejó de leer su libro y miró al frente, recorría con su vista
el horizonte; ya fuera que en verdad estaba viendo algo o solamente se
entregaba a sus reflexiones su rostro reflejaba serenidad, pero cuando sus ojos
se posaron en Visha y se dio cuenta que ella la observaba la paz que sentía se
desvaneció y regresó a su lectura. Visha solamente sonrió y continuó su camino.
Había llegado al
frente de una torre cilíndrica con aspecto de ser muy antigua. No estaba
construida del material blanco del parque, más bien era de concreto. Tenía
ventanales repartidos cada cierta distancia, sus marcos eran de hierro y
estaban de acorde al aspecto antiguo del edifico. Con sus sesenta metros de
altura era el edificio más alto de todo el complejo y desde su cima se podría apreciar
de una vista esplendida; una de las cosas a notar era un perchero de grandes
dimensiones colocado sobre el techo de la torre; justo donde se posaría un ave
enorme. Visha solamente sonrió al ver el perchero.
-La biblioteca
siempre ha sido su lugar favorito –dijo antes de entrar a la torre.
Dentro había
lámparas repartidas en toda la biblioteca pero su luz no era lo suficientemente
potente para iluminar todo el interior, debido a esto había una extraña
atmosfera de misterio; como si fuera un lugar desconocido y donde solo unas
pocas personas podían entrar. Todas las estanterías estaban llenas de libros
como se esperaría de una biblioteca, y si uno alzaba la vista vería estantería
tras estantería que se levanta y llegaba hasta el infinito, o eso podría pensarse,
aunque Visha sospechaba que el interior de la biblioteca era más grande de lo
que aparentaba. Si alguien quería consultar los libros de los pisos superiores
tenía dos opciones, subir por la escalera de caracol que era tan interminable
como la biblioteca, o usar uno de los elevadores; estos transportes constaban
de una plataforma donde caben dos personas de pie, un barandal rodeaba la
plataforma el cual llegaba hasta la cintura, cuando alguien se subía solamente
usaba los mandos para indicar a el piso, la sección y el número de estantería,
la plataforma subía hasta donde le indicaban. Solo unas pocas personas saben
cómo era que funcionaban exactamente, aunque en realidad no importaba mucho
como lo hacían, con tal de que siguieran haciéndolo. Tal vez un maquinista
podría saberlo, pero el director de la Academium preferiría ver arder su
academia de magia a que un maquinista pusiera pie en ella.
Visha se dirigía
hacia una de los elevadores pero se paró en seco cuando una figura
prácticamente se le apareció de la nada. Era una mujer muy alta, tal vez el
doble de la estatura de Visha, vestía una bata que le llegaba hasta los pies,
su cabello era igual de largo y tenía una coloración ligeramente purpura; su
delgadez solo la hacía ver más alta de lo que en realidad era.
Visha se
sobresaltó ligeramente por esta súbita aparición, pero cuando se repuso
solamente sonrió; era la Bibliotecaria.
La mujer
permanecía en pie observando a Visha con las manos juntas. La maga se inclinó
ante ella y después se señaló a sí misma, a continuación con sus dedos hizo un
gesto como de avanzar y después hizo
otro como si estuviera leyendo un libro para finalizar con ambos brazos
extendiéndolos para dar a entender la extensión de un lugar. La Bibliotecaria
hizo una ligera reverencia y extendió la mano dándole a entender a Visha de que
podía pasar. Ella hizo otra reverencia y siguió su camino. Al parecer este ser
no era mudo, solo que la lengua que hablaba podría resultar peligrosa para
quien la escuchara, por eso prefería comunicarse con señas.
Visha subió a la
plataforma, manipuló los controles indicando a la zona de la biblioteca donde
quería ir y el aparato se movió de su lugar elevándose por los aires. Se podría
pensar que la biblioteca era un lugar solitario donde solamente estaba la
Bibliotecaria y los visitantes que llegaran, pero esto no era cierto ya que
volando de acá para allá podría verse un gran número de hadas; todas ellas
uniformadas y cargando libros. Habría alrededor de cien e incluso más, eran
comandadas por la Bibliotecaria en persona, algunos decían que la fiel guardiana
del conocimiento era un hada, aunque nada se había confirmado. Todas las hadas
emitían un brillo morado lo cual las hacia visibles en la semioscuridad
reinante de la biblioteca y así se evitaban colisiones. Se encargaban de
recoger los libros que habían sido dejados en las mesas por los magos,
acomodarlos en sus secciones correspondientes y demás tareas relacionadas con
la biblioteca. Cuando no estaban trabajando se dedicaban a leer o jugar entre ellas,
resulta obvio decir que estas hadas eran más cultas que sus congéneres que
vivían en los bosques de los alrededores.
El ascenso le
resultó eterno a Visha y sintió que el sueño empezaba a saltar su mente cuando
su elevador se detuvo frente a una sección. Se sacudió el sueño de su cabeza y
buscó el libro que quería.
-Veamos, veamos,
aquí está, “Conceptos y usos de la energía atómica para la creación de pócimas”
-sacó el libro y enseguida se dirigió a otra sección.
“Estudio y
análisis de campos magnéticos para la magia”
“Manipulación
elemental con el uso de campos magnéticos”
“Escuela de la
Llama: el fuego de energía nuclear para defensa”
“Escuela del
Hielo: manipulación elemental a bajas temperaturas”
Visha ya estaba
buscando su sexto libro cuando sintió una extraña sensación de estar siendo
observada. Ella se dio la vuelta y vio a un búho que la observaba fijamente.
-Oh, aquí
tenemos a una estudiosa –habló de repente el ave.
El animal en
cuestión no era un búho normal ya que hablaba, además de otro detalle que
difícilmente escapaba a la vista; era grande, en otras palabras enorme, la
Bibliotecaria se vería pequeña a su
lado. Otra característica era su aspecto en general, en vez de plumas tenía una
cobertura de metal, sus grandes ojos amarillos eran mecánicos con diafragmas
que controlaban la cantidad de luz que recibían. Su forma de volar también era
extraña al igual que todo su ser, desplegaba sus alas pero no las batía,
solamente se elevaba del suelo y volaba por el aire; en ese instante cuando le hablaba
a Visha estaba flotando en medio de la nada.
-¡Profesor
Arquímedes! –exclamó Visha alegre.
Esta máquina
voladora fue el tutor de Visha, lo era de otros magos y además es el director
de la Academium.
Los grandes ojos
“parpadearon” cuando los diafragmas se cerraron y abrieron rápidamente y su
cara giró media vuelta.
-Oh, eres tu
pequeña Visha, cuanto tiempo ha pasado desde que egresaste, ¿acaso haz venido
de visita?
Aunque no
mostraba seña alguna de tener emociones, el profesor Arquímedes estaba alegre
de ver a su ex alumna, convertida ahora en una maga.
-Eso, y porque
quería consultar unos temas en la biblioteca –dijo Visha.
-Oh si, ya veo,
y has viajado desde lejos para venir aquí, ¡cuánta diligencia! Pues tomate tu
tiempo mi joven maga, todos los magos siempre son bienvenido en este templo del
saber. Y aunque ya lo sabes pero quiero recordarte que cierta sección de la
biblioteca está vedada para los magos que de bajo rango.
-Sí profesor-
dijo Visha sonriendo de forma picara -, lo sé muy bien.
-Espero que sí
–dijo Arquímedes mientras su cara giraba de nuevo-, a menos que quieras que te envíe a la cocina
de nuevo a pelar papas.
-¡Oh! no será
necesario –dijo Visha riendo.
-Muy bien mi
querida Visha, no te interrumpo más, tengo que ver unos asuntos, ¡nos vemos!
Arquímedes salió
disparado como una flecha flotando hacia arriba sin hacer el más mínimo ruido.
Visha, aun alegre por la inesperada visita de su antiguo mentor, regresó a su
actividad de buscar libros, aunque muy a su pesar no pudo evitar voltear a ver
a cierta parte de la biblioteca, una donde se decía que esta oculta una sección
que contenía libros repletos de secretos, entre ellos el verdadero origen de
los mecanus. Pero Visha no quería estropear su visita a la Academium con algún
incidente como el que ocurrió cuando ella era estudiante, y del cual fue la
protagonista.
Cuando obtuvo
todos los libros que deseaba hizo que el elevador regresara a su lugar, bajó de
la plataforma y se dirigió a la Bibliotecaria, cuando llegó junto a ella le mostró
uno por uno los libros que iba a sacar, el ser tomó nota en un rollo y después
le indicó a Visha que podía irse, la maga dio las gracias y se retiró.
Ya por la noche
Visha estaba sentada en una de las bancas del parque, leyendo uno de los libros
que sacó de la biblioteca. Al igual que en el día durante la noche todo era
silencio total, ocasionalmente roto por algún ruido nocturno. Esta atmosfera de
paz y tranquilidad le agradaba a Visha, le recordaba a su hogar situado en el
bosque de Listurn. Pero a pesar del silencio no estaba sola, algunas hadas
pasaban volando o caminando ocupadas en sus propias tareas, precisamente cerca
de Visha había una que se ocupaba en regar una jardinera; el ligero brillo
morado que emanaba su piel la hacía distinguible de los demás objetos.
De pronto vio un
pequeño grupo que avanzaba por una de las alamedas del parque; tres jóvenes
estudiantes cargaban diferentes objetos los cuales Visha identificó como una
mesa plegable, tres sillas y un telescopio. Se detuvieron en un claro donde
desplegaron la mesa y armaron el telescopio.
-A las doce
horas de esta noche, la Nebulosa Aurigeres estará visible así podremos
observarla sin problema alguno –dijo uno de los chicos mientras armaba el
telescopio.
-¿De nuevo
Aurigeres? ¿No hay algo mejor que observar? –le reprochó otro.
-Espero que esto
no tenga que ver con esa teoría de
Ávalon –dijo la chica del grupo.
-¡Sé que es
real! ¡Existe! –exclamó el chico el telescopio-, se sabe que está cerca de la
Nebulosa
Aurigeres, así que si la encontramos podremos localizar Ávalon…
Visha sonrió
ante el tema de discusión de los jóvenes, ella también había escuchado acerca
de Ávalon e incluso lo buscó, pero a diferencia del chico que soñaba con esa
teoría, ella había tenido éxito, aunque el profesor Arquímedes le había hecho
jurar que jamás le diría a otros acerca de su descubrimiento. Visha solamente
observó a cierto lugar en el cielo nocturno y sonrió de nuevo, para después
regresar a su libro.
1* Así que has vuelto, maga de los
libros
2* Aunque son pocos los que regresan
después de graduarse, apuesto a que ese viejo búho se sentirá feliz.
3* Ese viejo senil siempre ha sido un
sentimental.
4* Nos vemos, maga.