jueves, 28 de mayo de 2020

Cuentos tecno mágicos 3 - La Academium.



Visha caminaba por el sendero sin prisa, aunque la situación podría ameritarlo ya que su destino se encontraba cerca; una montaña cuya cima estaba coronada por una estructura en forma de ala, muy parecida al “Diente de Tiburón” que se ha mencionado antes. 

Aunque esta estructura pudiera ser vista desde muchos kilómetros a la redonda no llamaba la atención, ni daba a entender que la montaña donde estaba era especial, formaciones como estas eran comunes en el país donde vivía Visha. La maga sintió una sensación de  nostalgia al ver el “Ala del Horizonte”; recordó la primera vez que la observó cuando sus padres la llevaron a la Academiun. 

“Vivirás durante muchos años en la Academiun, Visha, y cuando salgas serás una adulta y podrás velar por ti misma”; recordaba estas palabras claramente como si se las hubieran dicho hace apenas unas horas. Y a pesar de que no había visto a sus padres desde hace varios años no sentía tristeza; era natural que un aprendiz de mago dejara a sus padres a la edad de doce años y cuando se graduaba, ocho años después, se instalaba en soledad según se lo indicara el director de la Academiun. Desde que Visha se graduó solamente vio a sus padres en cuatro ocasiones, y con esas pocas veces le bastaba, al menos estaba enterada de que seguían con vida aunque ya no eran un matrimonio, de hecho nunca lo fueron, vivieron juntos hasta que Visha ingresó en la Academiun, después se separaron y cada quien siguió su camino.

Visha ya estaba cerca de la montaña, solamente debía atravesar un pequeño bosque y llegaría a la entrada de Elisyum, que era el lugar donde estaba ubicada la Acaemium. Atravesó el bosque sin ningún contratiempo a pesar de que era observada; no solo era habitado por animales, también otros seres tenían su hogar ahí, entre ellos las hadas.  Estos curiosos seres habitaban por lo general en lugares remotos, en donde pocos meccanus se atrevían a entrar, aunque no les desagradaba la presencia  de los magos. Por lo general son pacíficas y no hacen daño a menos que sean provocadas, y cuando eso ocurre se defienden con mucha ferocidad e incluso pueden llegar a ser letales, algo que contrastaba enormemente con su apariencia de niña con alas de forma geométrica. Aunque ellas no tenían nada contra los maquinistas preferían evitarlos, no les agradaba que las vieran a ellas como sujetos de estudio.

Visha siguió su camino por el bosque hasta que llegó a un paso de montaña que era tan estrecho que dudosamente alguien podría caminar por ahí. La vegetación era muy tupida y cerrada; la visibilidad no era muy buena. Pero no existía otro camino más que este, cualquiera que deseara llegar a la Academiun debía transitarlo pero su aspecto desanimaba a los simples curiosos. Al comenzar a caminar abriéndose paso por la vegetación el caminante pronto se daría cuenta que no estaba solo; se veían cosas como sombras que se movían rápido entre la maleza, ramas crujiendo al ser pisadas, e incluso ojos entre los árboles que desaparecían en un instante. Si el atrevido viajero seguía caminando entonces los sucesos extraños cambiaban de tono; desde risas esporádicas incluso hasta voces llamando, si el tonto viajero les hacía caso podría ocurrirle todo tipo de desventuras, desde pisar una poza de lodo o tropezarse con alguna rama oculta en el suelo; cuando esto pasaba las risas se hacían más estruendosas y malévolas. 

Visha sabía que los responsables de todo esto eran las hadas umbrales, un tipo de hadas que gustaba de los espacios cerrados y oscuros, y de divertirse a costa de los desprevenidos viajeros.

-¿A dónde vas? ¿A dónde vas?

-¡Ven aquí! ¡Ven!

Sin importar que fuera una maga Visha también era objeto de burla de parte de estas hadas, aunque para desgracia de ellas se las veían con alguien que ya conocía sus artimañas. Ella solamente las ignoraba. A pesar que el camino estaba muy accidentado Visha caminaba con mucha facilidad, toda la vegetación y demás obstáculos se retraían permitiéndole el paso, solamente un mago conocía este truco. De vez en cuando alguna hada que se escondía en un arbusto quedaba al descubierto cuando su cobertura desaparecía para darle el paso a la maga, entonces el ser se asustaba y salía corriendo de forma cómica, al menos para Visha.

De pronoto notó algo en un árbol cercano, un objeto difuso se observaba en una de las ramas, parecía como si fuera una figura humana rodeada de una extraña neblina de color azul oscuro y en medio de esta dos ojos de color rojo intenso brillaban amenazantes. Los ojos miraban fijamente a la maga, como pendientes de sus movimientos; Visha observó a su vez esta figura. Entonces de uno de sus bolsillos sacó un monóculo el cual tenía un apéndice de donde Visha extrajo un pequeño cable que estiró y lo insertó  en la parte trasera de su oído izquierdo. Se colocó el monóculo en el ojo izquierdo y cuando miró con este artilugio a la criatura la misteriosa neblina desapareció y ahora se observaba a una niña pequeña sentada en la rama. Aunque resaltaba que no era una niña normal; sus ojos seguían siendo rojos acompañados de una sonrisa torcida, la piel era de color azul oscuro como la neblina; su cabello era largo y de un azul más ligero. 

Visha la observó por un momento he hizo una ligera reverencia.

-Me alegra verte bien, Raisha.

.- ... .. / --.- ..- . / .... .- ... / ...- ..- . .-.. - --- --..-- / -- .- --. .- / -.. . / .-.. --- ... / .-.. .. -... .-. --- ... .-.-. *1

El ser a quien Visha llamó Raisha no se comunicaba de forma normal, usaba un tipo de código que era desconocido para otros mecanus con excepción de los magos. Técnicamente era una señal sonora de pitidos intermitentes, que según la forma en que se repitieran representaba una frase. No estaba claro si Raisha podía hablar de otra forma, pero elegía esta forma de comunicación para mantener su superioridad sobre otros seres, aunque con el manual adecuado era posible descubrir lo que quería comunicar.

-Sí –dijo Visha en respuesta a lo que le dijo el hada-, necesito consultar en los archivos acerca de un tema en especial.

.- ..- -. --.- ..- . / ... --- -. / .--. --- -.-. --- ... / .-.. --- ... / --.- ..- . / .-. . --. .-. . ... .- -. / -.. . ... .--. ..- ... / -.. . / --. .-. .- -.. ..- .- .-. ... . --..-- / .- .--. ..- . ... - --- / .- / --.- ..- . / . ... . / ...- .. . .--- --- / -... .... --- / ... . / ... . -. - .. .-. / ..-. . .-.. .. --.. .-.-. *2

 -Supongo que sí, el maestro Arquímedes aprecia mucho a sus alumnos.

Era raro ver esta escena, el hada hablando en pitidos y moviendo sus manos en gestos que daban énfasis a las palabras que transmitía, y Visha respondiéndole.

. ... . / ...- .. . .--- --- / ... . -. .. .-.. / ... .. . -- .--. .-. . / .... .- / ... .. -.. --- / ..- -. / ... . -. - .. -- . -. - .- .-.. .-.-.- .-.-. *3

Cuando el hada transmitió este mensaje hizo un gesto de ligero desdén al mismo tiempo que mecía su cabellera con una de sus manos.  Visha solamente sonrió cortésmente, una de las cosas que aprendió de hablar con hadas es que nunca hay que hacerles mucho caso de lo que digan.

-Bueno, tengo que seguir mi camino señora Raisha, tal vez nos veamos en la Academium. 

Y Visha hizo una reverencia y siguió su camino. 

-. --- ... / ...- . .-. . -- --- ... --..-- / -- .- --. .- .-.-.  *4

Cuando comunicó este mensaje Raisha comenzó a levitar y se alejó.  Como todas las hadas ella tenía alas pero solamente las desplegaba en ciertas ocasiones, cuando era necesario ser un poco más violenta.

Al internarse más por el paso Visha llegó a una zona donde prácticamente era imposible pasar, las ramas cubrían por completo el camino. Ella se detuvo y observó la situación aunque para ella esto no representaba un problema, más bien  le resultaba normal. 

Dejo su mochila en el suelo y observó al frente, extendió su mano frente a ella y la movió como si quitara alguna cosa que le estorbara la vista, entonces se observó un extraño efecto; en un área del tamaño de un pizarrón se hizo opaca como si un cristal se materializara de la nada, entonces Visha comenzó a dibujar con su dedo una serie de líneas verticales y óvalos; cuando terminó los símbolos brillaron de color verde y frente a Visha apareció una luz, ella tomó sus cosas y se adentró en esa extraña luminosidad.

En un abrir y cerrar de ojos, de estar en un camino estrecho que no tenía salida, se encontró en otro bosque pero muy diferente al que estaba en la base de la montaña; estaba rodeada de álamos y robles. Frente a ella se alzaba una construcción de un intrincado diseño geométrico, de color blanco y un símbolo que representaba a la Orden de los Magos.

Esta era la Academium, el alma mater de Visha y donde pasó parte de su vida. Lo recuerdos le llegaron a su mente cuando la observó desde lejos, habían pasado muchos años desde que se graduó como maga y adoptó su vida solitaria en medio del bosque. 

-¿Cómo estarán todos? –se preguntó mientras se dirigía hacia el edificio.

Después de caminar cierta distancia llegó a lo que parecía ser un parque; con sus jardineras que albergaban distintas flores y árboles. El suelo que tapizaba los caminos, las bancas y las fuentes eran de color blanco y pareciera que todo estaba construido con un extraño material; no era mármol, al tacto era muy suave y uno podría sospechar que era ligero aunque muy resistente; justo en medio del parque se levantaba un quiosco de dos pisos. Era medio día y la luz del sol iluminaba todo pero la luz no se reflejaba en ese material extraño evitando cegar a las personas.

Pero a pesar de ser un lugar de enseñanza la Academium tenía muy pocos alumnos, si existían diez estudiantes se consideraba un número elevado. No cualquiera podía ingresar, solamente los que son hijos de magos y tienen aptitud para las artes arcanas, además que al tener pocos alumnos así se evitaba llamar atención innecesaria. Por eso cuando Visha atravesó el parque no vio a casi nadie, solamente uno que otro acolito sumido en sus estudios; por lo general los magos estudiaban por separado, no queriendo distraer a sus compañeros con su presencia. Al no haber muchos estudiantes existía poco ruido generado por sus pláticas y el murmullo de los pasos era casi inexistente. Esto generaba una sensación de soledad y aislamiento que podría molestar a muchos pero a Visha le agradaba, esto representaba para ella la esencia de la Academium, paz y tranquilidad. 

Ella misma recordaba sus días de estudiante; sentarse en una banca rodeada de libros a la sombra de un árbol, sin escuchar otro ruido que no fuera el del viento acariciando las hojas y el canto perdido de algún pájaro; esto era lo que ella llamaba “la melodía de la soledad”.

Dejó atrás el parque y se acercó al edificio principal; una construcción amplia y extensa aunque no muy elevada, el techo tenía una forma ligeramente curva y al igual que el mobiliario del parque estaba construido del mismo material. Dentro varias columnas estaban espaciadas de forma uniforme y flanqueaban un pasillo que se dirigía a un vestíbulo donde había un escritorio de forma circular que estaba ocupado por una sola persona. 

Era una mujer de cabello completamente blanco pero no era una anciana, de hecho era difícil asignarle una edad; su físico era el de una persona joven, pero su forma de expresarse y su mirada daban a entender que era más vieja de lo que uno pensara. Tenía un vestido de color azul oscuro que resaltaba su piel blanca casi llegando a ser pálida, y sus ojos eran de color verde. Se encontraba leyendo un libro impreso; no era una de esas reproducciones holográficas que se encontraban en cualquier lado, era un libro de papel de verdad, una rareza entre rarezas, aunque en la Academium no tenían esa clasificación especial.

Visha atravesó la alameda de columnas reprimiendo esa sensación de pequeñez que le causaban y se enfocó en llegar al vestíbulo.

-Saludos, señora escriba –dijo Visha llegando frente al escritorio y dejando su mochila en el suelo.

Parecía que su palabras habían caído en oídos sordos, ya que no recibió contestación, pero Visha ya conocía a esa mujer y solamente se dedicó a esperar la respuesta; siendo pequeña aprendió por las malas a no incomodar a esa escriba, so pena de ser regañada con los más ofensivos sarcasmos. 

La escriba seguía leyendo su libro, pasando página por página como si tuviera todo el tiempo del mundo. Visha por lo mientras se dedicó a pasear su vista por los alrededores, entonces posó sus ojos en un objeto que estaba a un lado de la escriba; un sombrero de punta y ala ancha.  En la cinta tenía un broche con una figura  interesante; un libro abierto cruzado por un báculo de mago y en el centro el emblema del poder nuclear, la energía que solamente los magos debían usar. Este emblema no era un simple adorno, era una marca que solo recibían los magos de mayor rango y que los hacia acreedores del título de “Sabio Arcano”; Visha ansiaba este título con toda su energía, pero era muy difícil obtenerlo.

De pronto la escriba cerró su libro con fuerza lo que provocó un ruido que sobresalto a Visha, la mujer se quitó el monóculo de su ojo derecho, lo limpió y lo colocó de nuevo en el mismo ojo. Después observó fijamente a la joven maga por un tiempo.

-La hija de los Usmond, Visha Usmond, Maga del Bosque de Listurn –dijo la mujer sin dejar de ver a Visha.

-Así es señora –dijo la chica sin amilanarse por el escrutinio al que era sometida-, ha pasado mucho tiempo.

-Mucho, poco, yo no tomo en cuenta el paso del tiempo, algo que me es ajeno, pero si te hace sentir mejor entonces seré condescendiente. Sí, ha pasado mucho tiempo. 

Visha solamente sonrió, muy a su pesar extrañaba esa voz irónica y sarcástica.

-He vuelto a consultar algunos temas en la biblioteca, no creo alargar mi visita más de cuatro días.
La mujer dejó de observar a Visha –lo que le provocó alivio a la maga- y abriendo un cajón extrajo una llave y la colocó sobre el escritorio.

-Ten, podría darte otro habitáculo pero estoy segura que prefieres la covacha donde estuviste ocho años.

-Gracias, señora escriba –dijo la chica recogiendo la llave.

-Disculpe –dijo Visha cuando recogió la llave-, ¿el maestro Arquímedes se encuentra aquí?

-¿Y a donde esperas qué vaya? ¿A tomarse unos tragos? –dijo la mujer con su afilada lengua.

-Oh, ya veo, gracias –dijo la chica dando media vuelta y retirándose.

La escriba solamente regresó a su libro, el cual abrió de nuevo y continuó leyendo antes de ser interrumpida.

Visha se dirigió a una de las pequeñas casas que había repartidas alrededor del parque, en especial una que ella conocía muy bien y cuya puerta correspondía a la llave que le dieron. Cuando llegó a la casa, que solamente constaba de un solo cuarto con una partición, metió la llave en la cerradura y la abrió, e inmediatamente un mar de recuerdos se agolpó en su mente al observar el interior, suspiró satisfecha, era como llegar a un segundo hogar.

No tardó mucho tiempo instalándose; dejó su mochila sobre la cama, sacó un cuaderno y se colgó la correa de su grimorio al hombro y salió de nuevo, toda esta operación no le llevó más de diez minutos. Recorrió de nuevo el camino que llevaba al edificio central pero tomó una desviación que la llevó por una alameda rodeada de árboles.

Caminaba presurosa mientras sus pasos hacían crujir el camino de grava, al parecer no todos los caminos de la Academium eran de ese material blanco, algunos aún eran rústicos. Entonces notó algo que le llamó la atención; a un lado del camino había una chica que estaba sentada en el suelo, tenía a su alrededor muchos libros, varios de ellos abiertos y tenía en sus manos otro. Pasaba las hojas de forma tranquila justo como la escriba,  pareciera que ambas compartían la misma despreocupación por tomarse su tiempo. La chica dejó de leer su libro y miró al frente, recorría con su vista el horizonte; ya fuera que en verdad estaba viendo algo o solamente se entregaba a sus reflexiones su rostro reflejaba serenidad, pero cuando sus ojos se posaron en Visha y se dio cuenta que ella la observaba la paz que sentía se desvaneció y regresó a su lectura. Visha solamente sonrió y continuó su camino.

Había llegado al frente de una torre cilíndrica con aspecto de ser muy antigua. No estaba construida del material blanco del parque, más bien era de concreto. Tenía ventanales repartidos cada cierta distancia, sus marcos eran de hierro y estaban de acorde al aspecto antiguo del edifico. Con sus sesenta metros de altura era el edificio más alto de todo el complejo y desde su cima se podría apreciar de una vista esplendida; una de las cosas a notar era un perchero de grandes dimensiones colocado sobre el techo de la torre; justo donde se posaría un ave enorme. Visha solamente sonrió al ver el perchero.

-La biblioteca siempre ha sido su lugar favorito –dijo antes de entrar a la torre.

Dentro había lámparas repartidas en toda la biblioteca pero su luz no era lo suficientemente potente para iluminar todo el interior, debido a esto había una extraña atmosfera de misterio; como si fuera un lugar desconocido y donde solo unas pocas personas podían entrar. Todas las estanterías estaban llenas de libros como se esperaría de una biblioteca, y si uno alzaba la vista vería estantería tras estantería que se levanta y llegaba hasta el infinito, o eso podría pensarse, aunque Visha sospechaba que el interior de la biblioteca era más grande de lo que aparentaba. Si alguien quería consultar los libros de los pisos superiores tenía dos opciones, subir por la escalera de caracol que era tan interminable como la biblioteca, o usar uno de los elevadores; estos transportes constaban de una plataforma donde caben dos personas de pie, un barandal rodeaba la plataforma el cual llegaba hasta la cintura, cuando alguien se subía solamente usaba los mandos para indicar a el piso, la sección y el número de estantería, la plataforma subía hasta donde le indicaban. Solo unas pocas personas saben cómo era que funcionaban exactamente, aunque en realidad no importaba mucho como lo hacían, con tal de que siguieran haciéndolo. Tal vez un maquinista podría saberlo, pero el director de la Academium preferiría ver arder su academia de magia a que un maquinista pusiera pie en ella.

Visha se dirigía hacia una de los elevadores pero se paró en seco cuando una figura prácticamente se le apareció de la nada. Era una mujer muy alta, tal vez el doble de la estatura de Visha, vestía una bata que le llegaba hasta los pies, su cabello era igual de largo y tenía una coloración ligeramente purpura; su delgadez solo la hacía ver más alta de lo que en realidad era. 

Visha se sobresaltó ligeramente por esta súbita aparición, pero cuando se repuso solamente sonrió; era la Bibliotecaria. 

La mujer permanecía en pie observando a Visha con las manos juntas. La maga se inclinó ante ella y después se señaló a sí misma, a continuación con sus dedos hizo un gesto como de  avanzar y después hizo otro como si estuviera leyendo un libro para finalizar con ambos brazos extendiéndolos para dar a entender la extensión de un lugar. La Bibliotecaria hizo una ligera reverencia y extendió la mano dándole a entender a Visha de que podía pasar. Ella hizo otra reverencia y siguió su camino. Al parecer este ser no era mudo, solo que la lengua que hablaba podría resultar peligrosa para quien la escuchara, por eso prefería comunicarse con señas.

Visha subió a la plataforma, manipuló los controles indicando a la zona de la biblioteca donde quería ir y el aparato se movió de su lugar elevándose por los aires. Se podría pensar que la biblioteca era un lugar solitario donde solamente estaba la Bibliotecaria y los visitantes que llegaran, pero esto no era cierto ya que volando de acá para allá podría verse un gran número de hadas; todas ellas uniformadas y cargando libros. Habría alrededor de cien e incluso más, eran comandadas por la Bibliotecaria en persona, algunos decían que la fiel guardiana del conocimiento era un hada, aunque nada se había confirmado. Todas las hadas emitían un brillo morado lo cual las hacia visibles en la semioscuridad reinante de la biblioteca y así se evitaban colisiones. Se encargaban de recoger los libros que habían sido dejados en las mesas por los magos, acomodarlos en sus secciones correspondientes y demás tareas relacionadas con la biblioteca. Cuando no estaban trabajando se dedicaban a leer o jugar entre ellas, resulta obvio decir que estas hadas eran más cultas que sus congéneres que vivían en los bosques de los alrededores.

El ascenso le resultó eterno a Visha y sintió que el sueño empezaba a saltar su mente cuando su elevador se detuvo frente a una sección. Se sacudió el sueño de su cabeza y buscó el libro que quería.

-Veamos, veamos, aquí está, “Conceptos y usos de la energía atómica para la creación de pócimas” -sacó el libro y enseguida se dirigió a otra sección.

“Estudio y análisis de campos magnéticos para la magia”

“Manipulación elemental con el uso de campos magnéticos”

“Escuela de la Llama: el fuego de energía nuclear para defensa”

“Escuela del Hielo: manipulación elemental a bajas temperaturas”

Visha ya estaba buscando su sexto libro cuando sintió una extraña sensación de estar siendo observada. Ella se dio la vuelta y vio a un búho que la observaba fijamente.

-Oh, aquí tenemos a una estudiosa –habló de repente el ave.

El animal en cuestión no era un búho normal ya que hablaba, además de otro detalle que difícilmente escapaba a la vista; era grande, en otras palabras enorme, la Bibliotecaria  se vería pequeña a su lado. Otra característica era su aspecto en general, en vez de plumas tenía una cobertura de metal, sus grandes ojos amarillos eran mecánicos con diafragmas que controlaban la cantidad de luz que recibían. Su forma de volar también era extraña al igual que todo su ser, desplegaba sus alas pero no las batía, solamente se elevaba del suelo y volaba por el aire; en ese instante cuando le hablaba a Visha estaba flotando en medio de la nada.

-¡Profesor Arquímedes! –exclamó Visha alegre.

Esta máquina voladora fue el tutor de Visha, lo era de otros magos y además es el director de la Academium. 

Los grandes ojos “parpadearon” cuando los diafragmas se cerraron y abrieron rápidamente y su cara giró media vuelta.

-Oh, eres tu pequeña Visha, cuanto tiempo ha pasado desde que egresaste, ¿acaso haz venido de visita?

Aunque no mostraba seña alguna de tener emociones, el profesor Arquímedes estaba alegre de ver a su ex alumna, convertida ahora en una maga.

-Eso, y porque quería consultar unos temas en la biblioteca –dijo Visha.

-Oh si, ya veo, y has viajado desde lejos para venir aquí, ¡cuánta diligencia! Pues tomate tu tiempo mi joven maga, todos los magos siempre son bienvenido en este templo del saber. Y aunque ya lo sabes pero quiero recordarte que cierta sección de la biblioteca está vedada para los magos que de bajo rango.

-Sí profesor- dijo Visha sonriendo de forma picara -, lo sé muy bien.

-Espero que sí –dijo Arquímedes mientras su cara giraba de nuevo-,  a menos que quieras que te envíe a la cocina de nuevo a pelar papas.

-¡Oh! no será necesario –dijo Visha riendo.

-Muy bien mi querida Visha, no te interrumpo más, tengo que ver unos asuntos, ¡nos vemos!

Arquímedes salió disparado como una flecha flotando hacia arriba sin hacer el más mínimo ruido. Visha, aun alegre por la inesperada visita de su antiguo mentor, regresó a su actividad de buscar libros, aunque muy a su pesar no pudo evitar voltear a ver a cierta parte de la biblioteca, una donde se decía que esta oculta una sección que contenía libros repletos de secretos, entre ellos el verdadero origen de los mecanus. Pero Visha no quería estropear su visita a la Academium con algún incidente como el que ocurrió cuando ella era estudiante, y del cual fue la protagonista. 

Cuando obtuvo todos los libros que deseaba hizo que el elevador regresara a su lugar, bajó de la plataforma y se dirigió a la Bibliotecaria, cuando llegó junto a ella le mostró uno por uno los libros que iba a sacar, el ser tomó nota en un rollo y después le indicó a Visha que podía irse, la maga dio las gracias y se retiró.

Ya por la noche Visha estaba sentada en una de las bancas del parque, leyendo uno de los libros que sacó de la biblioteca. Al igual que en el día durante la noche todo era silencio total, ocasionalmente roto por algún ruido nocturno. Esta atmosfera de paz y tranquilidad le agradaba a Visha, le recordaba a su hogar situado en el bosque de Listurn. Pero a pesar del silencio no estaba sola, algunas hadas pasaban volando o caminando ocupadas en sus propias tareas, precisamente cerca de Visha había una que se ocupaba en regar una jardinera; el ligero brillo morado que emanaba su piel la hacía distinguible de los demás objetos. 

De pronto vio un pequeño grupo que avanzaba por una de las alamedas del parque; tres jóvenes estudiantes cargaban diferentes objetos los cuales Visha identificó como una mesa plegable, tres sillas y un telescopio. Se detuvieron en un claro donde desplegaron la mesa y armaron el telescopio.

-A las doce horas de esta noche, la Nebulosa Aurigeres estará visible así podremos observarla sin problema alguno –dijo uno de los chicos mientras armaba el telescopio.

-¿De nuevo Aurigeres? ¿No hay algo mejor que observar? –le reprochó otro.

-Espero que esto no tenga que  ver con esa teoría de Ávalon –dijo la chica del grupo.

-¡Sé que es real! ¡Existe! –exclamó el chico el telescopio-, se sabe que está cerca de la Nebulosa
 Aurigeres, así que si la encontramos podremos localizar Ávalon…

Visha sonrió ante el tema de discusión de los jóvenes, ella también había escuchado acerca de Ávalon e incluso lo buscó, pero a diferencia del chico que soñaba con esa teoría, ella había tenido éxito, aunque el profesor Arquímedes le había hecho jurar que jamás le diría a otros acerca de su descubrimiento. Visha solamente observó a cierto lugar en el cielo nocturno y sonrió de nuevo, para después regresar a su libro.

1* Así que has vuelto, maga de los libros
2* Aunque son pocos los que regresan después de graduarse, apuesto a que ese viejo búho se sentirá feliz.
3* Ese viejo senil siempre ha sido un sentimental.
4* Nos vemos, maga.