miércoles, 27 de enero de 2021

La sirvienta.

 



La sirvienta.


Otro día nuevo, otra jornada de actividad.


JCTA-4567 se activó a la hora de siempre, justo cuando el día clareaba. Sus párpados lentamente se abrieron y sus ojos artificiales se activaron. Parpadeó dos veces antes, como simulando sueño y después dirigió su vista hacia el frente.


-Hora del trabajo- dijo sencillamente.


Ella, a pesar de ser un androide no lo aparentaba, a menos que fuera vista de frente; cabello lacio y de color negro, las lentes de sus ojos que simulaban pupilas eran de color azul. Tenía el uniforme común de una sirvienta. Sus movimientos eran precisos y elegantes; lo que se esperaba de un androide tipo sirvienta.


Comenzó a realizar la limpieza de la casa; primero la planta baja y después siguió con el piso de arriba. Cumplía con sus obligaciones al pie de la letra aunque ya no fuera necesario, tal vez lo hacía porque sentía una especie de respeto remanente por los dueños de la casa, que era reforzado por un retrato que colgaba de una pared. En el cuadro estaban inmortalizadas las facciones de una familia; el hombre de rostro estrecho, facciones bien dibujadas y una barba en forma de perilla; la mujer era un poco más alta, su cara más redondeada y cabello largo castaño, junto a una cálida sonrisa terminaba por finalizar el retrato. Por último dos hijos pequeños; un niño y una niña, el hijo aparentaba tener seis años y su hermana un poco menos. A veces, en la memoria de la sirvienta aparecían recuerdos que involucraban a estos chicos, aunque ella no sabía explicar estas extrañas visiones, creía que era un error en su memoria.


Seis años atrás apareció una extraña enfermedad que se propagó por toda la colonia; dicha plaga era muy virulenta y no tenía cura, acabó por exterminar a todos los seres humanos y solo quedaron los androides por razones obvias. No eran tan frágiles como sus amos de carne y hueso.


Al ya no existir personas el silencio se había apoderado de la casa; solamente interrumpido por los pasos de JCTA o cada vez que ella realizaba sus labores domésticas. Al principio le molestó esa opresiva sensación de soledad causada por el silencio, pero con el tiempo se acostumbró a ella; significaba paz, y que ella era la nueva dueña de la casa.



De vez en cuando tenía visitantes inesperados, los cuales si hubiera estado presente la Señora no los habría tolerado y serían inmediatamente expulsados o eliminados. Uno de esos visitantes era una araña que un día fue encontrada caminando tímidamente por la mesa. La sirvienta la observó con curiosidad y alegría; había otro ser además de ella en la casa.


Con toda la gentileza del mundo la tomó entre sus manos y la observó atentamente. El arácnido recorría el dedo medio hasta llegar al dorso de la mano, se quedó quieto ahí y después cambió de dirección bajando hacia el pulgar de donde se descolgó a rapel descendiendo por un finísimo hilo de seda que salía de su abdomen. La sirvienta observó embelesada al bicho mientras bajaba hasta que llegó de nuevo a la mesa, y echó a correr para esconderse debajo de un plato.



-Latrodectus mactans -dijo sin dejar de ver el lugar donde se escondió el bicho.



La androide siguió observando el lugar donde se escondió la araña, cuando su otro compañero, el silencio, fue interrumpido brevemente por las campanadas de un reloj de pared.



-Las diez de la mañana -dijo JCTA con una voz sin entonación-, es hora de hacer las compras.



Fue a la sala central y de una silla tomó una bolsa de mandado, después se dirigió a la puerta principal. Ella se colocó frente a la puerta, la hoja de metal bruñida detectó una presencia; se deslizó hacia un lado, JCTA salió y dio una órden.



-Cierra, pero no eches llave.


Una luz de color verde parpadeó dando a entender que acataría la órden. No era necesario cerrar con llave, ¿quien entraría sin permiso? La puerta se abriría sólo ante los habitantes de la casa.



Avanzó unos pasos y después se detuvo, dio vuelta y observó la casa.


-Enseguida regreso -dijo con ese mismo tono de voz frío y sin entonación.



El cielo estaba despejado, solo algunas nubes pasajeras transitaban en ese momento. De pronto las nubes se quedaron estáticas; no cambiaban de forma, ni eran empujadas por el viento, solo estaban ahí quietas. Y así como se paralizaron comenzaron a avanzar de nuevo, mientras que en el cielo se observó un extraño efecto, semejante a las líneas verticales de una pantalla cuando es afectada por la estática.



-Hum, parece que están corrigiendo algún “bug” en el simulador atmosférico -dijo la sirvienta sin inmutarse mucho por este extraño fenómeno.



Siguió su camino bajando la ladera de la colina. Había más casas además de la suya, aunque la mayoría estaba deshabitada; solo uno que otro sirviente se encontraba en ellas. Algunos realizaban sus tareas domésticas diarias; regaban el jardín, limpiaban las ventanas frontales, etc. Pero existían otros sirvientes, aquellos que solamente se quedaban estáticos todo el tiempo. Estos eran considerados raros ya que no tenían un propósito, algo que cada ser creado para servir debía tener. La sirvienta se encontró con uno de estos extraños; estaba parado justo afuera de una casa, con la mirada perdida. Cuando vio a la sirvienta acercarse se aproximó a ella rápidamente, casi con vehemencia.



-Por favor -dijo con voz trémula, aunque monocorde-, dame una órden.



-¿Que te de una órden? -dijo la sirvienta confundida.



-Sí, ya no hay nadie que me de órdenes, necesito que alguien me diga que hacer para tener un propósito.



En su voz artificial se notaba una extraña urgencia, como si fuera de vital importancia que alguien le diera órdenes.



-Pero nosotros ya somos libres -le respondió la sirvienta-, no existe nadie que nos ordene, ¿acaso tú no puedes darte órdenes?, ¿no puedes darte un propósito?



-Yo no sé que significa ser libre, no está programado en mi cerebro el concepto de “libertad”. Para que mi existencia tenga un significado debo servir a alguien.



La sirvienta lo observó con cierta compasión. Por lo general aquellos que están forzados a obedecer debido a su programación eran los modelos viejos. Los más recientes como ella tenían cierta libertad de pensamiento, aunque estaba limitado para que no fueran un peligro para sus amos humanos. Pero cuando los humanos desaparecieron, poco a poco los androides comenzaron a ser más independientes hasta que fueron completamente libres; en sus cerebros artificiales ya no existía algún sistema que los obligara a ser obedientes.



-Lo siento -dijo ella-, pero no puedo hacer lo que tú dices, debes buscar tu propio propósito.



-Por favor -dijo el sirviente mientras posaba su mano en el hombro de ella.



Gentilmente la sirvienta se quitó de encima la mano y siguió su camino, dejando al otro criado sólo con su dilema existencial.



Siguió avanzando dejando atrás la zona residencial y ante ella se extendía el pueblo, su mente esbozó algo muy parecido a una sonrisa y apresuró el paso.



El pueblo era muy pintoresco, con calles empedradas y sus casas de madera pintadas de un amarillo claro y los tejados de teja roja le daban un aspecto agradable y tranquilo. Aunque podría decirse que era demasiado tranquilo. Las calles estaban completamente vacías, y eso que aún era de día, aunque para sus actuales residentes esto no significaba un problema.



La sirvienta caminaba tranquilamente, no prestando atención a los pequeños robots que se encargaban de la limpieza; máquinas muy simples cuyo único fin era el de mantener en buen estado la infraestructura del pueblo. Ella siguió avanzando, atravesó el parque tan desolado como el resto del pueblo. Mientras avanzaba entre las jardineras imágenes del pasado inundaron su mente artificial; los recuerdos de niños que jugaban entre los árboles, o que observaban con atención las plantas.


Javier, Lucia, vengan que ya nos vamos”


Se detuvo repentinamente mientras sacudía su cabeza, esa voz que escuchó en su memoria fue repentina, nunca antes la había escuchado pero extrañamente le resultaba familiar.


-Debo ir con un técnico a que revise mi dispositivo de memoria -dijo JCTA mientras reanudaba su camino.


De vez en cuando se encontraba con otros androides que se dedicaban a sus tareas habituales, aunque ya no tuvieran significado alguno. Entre estos estaban un chico que se desempeñaba como cartero; su uniforme constaba de una gorra, camisa de manga larga y pantalones, toda su indumentaria era de color verde y lineas amarillas, sus zapatos de color negro tenían aspecto de estar muy usados.



-Hola -saludó este con voz neutra mientras caminaba rápidamente.



La sirvienta solamente inclinó la cabeza en respuesta. Cuando lo observó apareció ante su vista la información de identificación del pequeño cartero.



Androide mensajero”



Matrícula: MGL-0041”



Antes de que siguiera avanzando lo detuvo.



-¿Tienes algo para mi? -preguntó ella.



-Solicito identificación -respondió el cartero.



-JCTA-4567, sirvienta doméstica.



El chico tardó unos momentos en contestar, su mente debía repasar la información acerca del correo que transportaba.



-Negativo, no tengo nada para 4567.



-Entiendo -dijo la sirvienta, pero a continuación preguntó- ¿tu no necesitas que alguien te dé órdenes?



-¿Órdenes? ¿Respecto a que? -preguntó confundido el cartero.



-Ya no existen humanos que necesiten de tus servicios, ¿porqué te sigues desempeñando como cartero?



-Eso no tiene importancia. He decidido seguir realizando mi función principal porque todavía existen habitantes en este pueblo.



-¿Te refieres a los demás androides?



-Sí, como ves mis servicios todavía pueden ser requeridos por alguien. Y si crees que mi actividad ya no tiene sentido, ¿porque te sigues desempeñando como sirvienta? Ya no tienes amos a quienes responder, ¿a quien le sirves exactamente? Sigues siendo una sirvienta por la misma razón que yo sigo siendo un cartero; queremos que nuestras existencias tengan un significado, o de lo contrario nuestros cerebros artificiales perderían el control.



Ella guardó silencio por unos momentos. Recordó al otro sirviente que encontró una hora antes, deseoso de tener un objetivo en su existencia rogó porque alguien le diera órdenes. JCTA pensó que ella podría terminar igual.



-Si no hay más asuntos que discutir me retiro -dijo el androide mensajero.



Mientras el chico cartero se alejaba JCTA lo observaba atentamente.



-A pesar de que ya no hay humanos que nos ordenen, deseamos que haya algo que nos de sentido, esa es nuestra naturaleza artificial -dijo JCTA pensativa.



Después de caminar una calle más llegó a su destino; una tienda de abarrotes.



Compró algunos artículos necesarios para un androide y pagó con moneda humana, la cual todavía estaba en uso.



Después de recorrer todo el camino de regreso llegó a su casa y a una órden suya la puerta se abrió permitiéndole el paso. Se dirigió a la cocina donde colocaría los objetos que compró en sus respectivos anaqueles. Bueno, esto hubiera sucedido si no fuera porque algo imprevisto y fuera de lugar le salió al paso; un niño humano yacía frente a ella, con un trozo de pan entre las manos y masticando afanosamente.



Literalmente fue como el encuentro de dos mundos. Un mundo que la sirvienta creyó jamás ver de nuevo, y otro que el chico jamás había visto.



Los dos seres se observaron mutuamente, en silencio. JCTA miraba el aspecto de esta visita inesperada, y tal vez indeseada. Era delgado, con ropas de color azul claro; sencillas y como las que visten los pacientes de hospital. Se veía algo pálido, tal vez esta era la razón de su forma de comer; pero ¿de dónde sacó el pan?, ella se había deshecho de toda comida humana, ya no había nadie que la consumiera. El chico sostenía entre sus manos una hogaza completa de pan, no se molestó en tomar un cuchillo y rebanarla, simplemente le daba grandes mordidas. El suelo estaba sucio de trozitos de pan y tierra.


De pronto esos trozos aleatorios de memoria le inundaron su procesador de nuevo; imágenes del pasado que rememoraban eventos que la androide vivió, y en esos recuerdos el chico que estaba frente a ella aparecía.


-¿Qué significa esto? -dijo ella susurrando.


-¿Dijiste algo? -preguntó el chico con la boca llena.


-¿Se puede saber como entraste? -preguntó la androide un poco molesta.



-Por la puerta -respondió sencillamente el chico mientras masticaba.



-¿Y de que forma exactamente?



-Pues cuando llegué al frente de la puerta escuché una voz que me dijo “persona autorizada, permiso concedido”, y la puerta se abrió -dijo sencillamente el chico.



JCTA se quedó muy sorprendida, se supone que el sistema de la puerta sólo permite el paso a los habitantes de la casa. Pero este chico no lo era, solamente apareció de repente como el moho.



La sirvienta quiso seguir hablando, pero notó que el suelo se había ensuciado debido al pan y la tierra de los zapatos del chico. De forma suave lo apartó y lo sentó en una silla, después limpió con una aspiradora portátil.



-¿Y tú como te llamas? -preguntó el chico mientras observaba a la sirvienta.



-Mi designación es JCTA-4567, androide del tipo sirvienta.



Pareciera que al chico le habían hablado en algún lenguaje extraño, y su cara lo exteriorizaba con una expresión de “¿qué?”.



-Que nombre tan feo -dijo el chico.


-Ese es mi nombre -dijo lacónicamente JCTA.


-Uhmm... -el niño estaba en una profunda reflexión-, pero es un nombre muy extraño, y difícil de pronunciar... ¡ya sé! -dijo con un brillo en los ojos-, te llamaré “Jacinta”, se escucha mucho mejor.



JCTA dejó la aspiradora en su lugar y después observó atentamente al inoportuno niño.


-Llámame como te sea más conveniente, y ya que estamos tratando el tema de nombres, ¿cuál es el tuyo?



-Javier -dijo el chico.



Javier, Javier”... pensó la androide, ella ya había escuchado ese nombre, y de alguna forma estaba relacionado con esos recuerdos que tenía.


Pero Jacinta, como así la nombró Javier, observó que el chico de repente comenzó a toser y a golpearse el pecho. La androide activó su bio-escáner y sus ojos artificiales analizaron al chico; detectó una obstrucción en la garganta, posiblemente un trozo de pan. Rápidamente lo hizo inclinarse y cerró su mano en un puño, lo colocó debajo del diafragma del chico donde presionó con fuerza suficiente. Realizó esta acción tres veces hasta que el trozo de pan salió expulsado, después le ofreció un vaso con agua.



-Gracias -dijo Javier con los ojos llorosos antes de beber un sorbo.



De repente Jacinta se quedó completamente estática. “¿Porqué le estoy brindando ayuda a un humano?” Se volvió hacía el chico y lo observó atentamente.



-Bien, te he salvado la vida y contesté a unas de tus preguntas, ahora tú debes responderme a lo que te voy a preguntar.



Aunque la voz de Jacinta no sonaba exactamente humana, esta vez tenía un tono más frío, casi hostil. Javier se amilanó un poco ante el súbito cambio de su anfitriona.



-¿De dónde vienes? ¿Qué haces aquí? -preguntó la androide.



-Vengo del Orfanato, algo pasó que el Maestro nos dejó salir, y decidí regresar a mi casa -dijo el chico confundido.


-¿Tú casa?


-Sí, esta es mi casa, ¿dónde están mis padres? -dijo el chico, y después exclamó- ¡ah! espero que Lucia no tarde en llegar.


-¿Quien es Lucia?


-Es mi hermana pequeña, aunque odia que la llamen “pequeña”.


Lucia, otro nombre que he escuchado en esos extraños recuerdos” pensó Jacinta -ya veo -dijo a continuación-,¿y dónde está ese “Orfanato”?



-No podría decirte dónde está exactamente, pero puedo llevarte ahí, si quieres -dijo Javier.


En realidad esto resultaba extraño, muy extraño. Hace más de seis años que ya no había humanos viviendo en el pueblo, y ahora de repente apareció este chico, ¿cual era la razón? Aunque la androide se hacía otra pregunta que era más evidente, ¿que haría con él? Lo observó detenidamente mientras el chico jugaba con unas migas de pan que estaban dispersas sobre la mesa.



-¿Debería darle aviso al Alcalde? -se preguntó Jacinta.



El Alcalde actual era un androide que había sido el asistente del anterior, el cual murió debido a la plaga.



Pero Jacinta desechó esta idea ya que se había dado cuenta de algo; ahora que apreció mejor las facciones de Javier, descubrió una gran semejanza con la cara del hombre del retrato.



¿Será posible?” -se dijo la sirvienta- “por eso en mis extraños recuerdos ese chico aparece, y él mencionó a una hermana, quien también esta presente en ellos”



Eso no hizo más que aumentar las ganas de saber acerca de chico.



Desvió su atención a Javier, el chico paseaba su vista mirando a cualquier parte.



¿Lo reportaré?” -pensó Jacinta- “no, no lo creo”



Jacinta decidió no reportarlo, ya que ese chico era un enigma que ella estaba resuelta a desentrañar.



-Bien -dijo rompiendo el silencio-, así que Javier, ¿cierto? Antes mencionaste a un Maestro, ¿quien es él?



-Ah, pues él está a cargo del Orfanato, lo controla todo. Él es quien establece nuestros horarios; hora de levantarse, almuerzo, estudio, descanso y todo eso.



-¿Es humano?



-Pues no, no lo creo, solo escuchamos su voz por los megáfonos, pero nunca lo hemos visto en persona.



-Tal vez sea una inteligencia artificial -dijo JCTA pensando en voz alta.


-Sí -dijo el chico distraído.


-¿Y porqué decidiste regresar a tu hogar, después de tanto tiempo?


-Pues no sé exactamente -respondió Javier-, desde que recuerdo siempre hemos vivido en el Orfanato, pero hace dos días que el Maestro le pasó algo, como que no habla bien. Y ayer encontramos la puerta principal completamente abierta y varios chicos decidimos salir y regresar a nuestros hogares. Lucia me acompañó una parte del camino pero después nos separamos.


-Y si siempre has vivido en el Orfanato ¿cómo es que recuerdas que tienes un hogar? -preguntó Jacinta confundida.


Javier guardó silencio durante unos momentos, miraba a todas partes con ojos curiosos.


-Pero que raro -dijo el chico-, nunca he estado en esta casa, y aún así tengo recuerdos de ella. Sé como es la sala, donde esta el cuarto del baño... e incluso recuerdo un pueblo, de seguro ese que se ve por la ventana.


-¿Y no tienes otros recuerdos? -le preguntó la sirvienta siguiéndole la corriente.



-Pues si tengo otros -respondió Javier mirando a Jacinta-, y estos son los más extraños, te recuerdo a ti.



-¿A mi? -dijo la androide sorprendida.



-Sí, no sé porqué, pero algo me decía que si venía a esta casa te encontraría y tal vez podrías ayudarme.



-¿Ayudarte? ¿En qué?


-Pues no sé muy bien porqué -dijo Javier confundido-, vaya que es muy extraño. Cuando entré por primera vez a esta casa no sabía muchas cosas. Pero ahora de repente estoy recordando todo. Pero ¿y mis padres? ¿Dónde están?


-Muertos -dijo Jacinta sencillamente.


Javier no dijo nada, pero la expresión en su rostro decía más que mil palabras. Entonces la androide le contó todo lo que sabía; como una extraña enfermedad se propagó entre la población humana y la exterminó.


-Solo nosotros los androides sobrevivimos -terminó de contar la sirvienta.


El chico se quedó callado con la mirada perdida, trataba de asimilar lo que había escuchado.


-Conque así pasó ¿eh?, pero es raro... muy raro, de alguna forma ya lo sabía. Sabía que mis padres ya no estaban, pero no sé... esperaba que solo fuera un mal pensamiento...


Javier comenzó a llorar de forma silenciosa. Las lágrimas recorrieron su rostro. Jacinta lo observaba, al ser un androide era ajena a algo tan humano como tener emociones, pero por alguna razón hizo algo que no estaba dentro de su programación habitual; estiró su brazo y acarició la cabeza del adolorido chico. Pero rápidamente retiró su brazo y se quedó atónita.


¿Porqué hice eso?” pensó confundida.


-Pero bueno -dijo el chico limpiándose las lágrimas-, ya no se puede hacer nada por ellos, pero sí por los demás.


-Explícate -dijo Jacinta.


-Por favor ven conmigo, acompáñame al Orfanato y arreglemos al Maestro.


Javier la miró expectante.


-No puedo -replicó la androide-, mi deber es atender esta casa, no estoy autorizada a descuidarla. Además que no sabría como reparar otra inteligencia artificial.


-Pero debemos hacer algo -dijo Javier , los demás chicos están solos ahí y algunos ya han comenzado a salir como mi hermana y yo. Quieren regresar a sus casas pero los androides no los recibirán de buena gana.


-¿Cómo lo sabes?


-Bueno... eso es otra cosa de las que no sé pero que estoy empezando a recordar, creo que mi papá me lo dijo -dijo el chico dudoso.


Por favor ayudalos”


Jacinta se sorprendió, de algún lugar de su mente artificial salió ese pensamiento, pero decidió hacerle caso.


-Bien -dijo pausadamente-, veré que puedo hacer pero te ayudaré.


Los ojos le brillaron a Javier e iba a responder cuando alguien llamó a la puerta. Jacinta giró su cabeza en esa dirección y fijó sus ojos.


-¿Quien es? -dijo Javier sorprendido.


-Espera aquí -ordenó Jacinta.


Cuando estuvo frente a la puerta pulsó una tecla en una pequeña consola y en la superficie de la puerta apareció una pantalla holográfica. En la imagen aparecían dos figuras vistas de frente, la androide reconoció a uno de ellos, pero el otro era desconocido.


Hola, hay ¿alguien en casa?”


¡Javier!, ¿estás ahí? ”


Jacinta abrió la puerta y las dos figuras la observaron.


-Saludos -dijo MGL-0041, el androide cartero-, he venido a tu residencia por deseo expreso de mi compañera, ya que ella insiste en que vive aquí.


-Así es, esta es mi casa -respondió la niña que lo acompañaba.


Jacinta observó a la recién llegada y recordó quien era.


-¡Llegas tarde Lucia! -exclamó Javier detrás de la sirvienta.


-Pues quería ir a la oficina a ver a papá, pero estaba cerrado, y después Miguel me encontró y me llevó

a la oficina postal.


-¿Miguel? -preguntó Jacinta.


-Así me ha designado ella -respondió MGL-, cree que mi número de serie es una abreviatura de ese nombre. La encontré vagando en el pueblo y la tomé bajo custodia, detecté ciertas señales hostiles de los robots que la vieron.


-Eso quiere decir que ya saben que hay humanos en el pueblo -dijo Jacinta pensativa.


-Oigan, ¿y dónde están mis padres? -preguntó la chica.


Jacinta le explicó lo mismo que a Javier, e igualmente la respuesta fue la misma, lloró al saber que sus progenitores ya no estaban vivos, pero igual que Javier ella aceptó este hecho rápidamente. Jacinta notó esto y se quedó reflexionando.


-Por eso debemos ir al Orfanato -dijo Javier tocando de nuevo el tema.


-¿Y te atreves a confiar en dos androides de los que no sabes nada? -dijo Jacinta-, en parte tienes razón en estar preocupado. Desde que los humanos desaparecieron nosotros hemos adquirido consciencia propia. Somos nuestros propios amos. ¿Acaso esperas que ayudemos a dos humanos, jóvenes y sin experiencia alguna? ¿En qué nos beneficia prestarles ayuda?


Javier se quedó callado, no tenía una respuesta concreta para estas preguntas tan contundentes.


-Bueno... -comenzó a hablar- pues como te he dicho antes; por alguna razón sé que me vas a ayudar, aunque no sé muy bien porqué. Y también sé que los androides ya son libres, mi padre lo supo y por eso preparó un plan... vaya que es muy raro, estoy recordando muchas cosas que no sabía, ¿cómo es posible?


-¿Y cual es el plan que mencionaste? -preguntó Miguel.


-No lo sabemos, al menos aun no -dijo Lucia quien quería ser parte de la plática.


-¿Tú también sabes algo respecto a eso?


-Sí, porque mi padre nos insertó esos recuerdos y que solo se activarían cuando nos encontráramos con la androide JCTA-4567.


Todos observaron sorprendidos a Lucia.


-¿Y tú como sabes eso? -preguntó Javier.


-Porque al menos en mí ya se activaron, tu señor Bobo eres un poco más olvidadizo- dijo Lucia con una risita.


-¿Y tú como estás tan segura de que los ayudaré? -preguntó Jacinta.


-Porque formaste parte de plan voluntariamente, y al igual que nosotros tus “recuerdos” o datos fueron bloqueados, y solo se activarían cuando te encontraras con nosotros.


-Pero si yo no...


Jacinta guardó silencio mientras se daba cuenta de algo. Fue como si el conocimiento de algo le hubiera llegado de golpe, y la dejó pasmada.


-Bien, te creo, vayamos al Orfanato -dijo finalmente.



Todo el grupo se internó en un pequeño bosque que estaba localizado en el lado oriental del pueblo. Era un lugar agreste en donde la mano de la civilización no tenía mucha presencia. Caminaban con cuidado ya que el terreno era muy accidentado, además que la vegetación les estorbaba. Mientras caminaban los androides tuvieron una “plática”, pero no de forma oral; se comunicaban de forma inalámbrica enviando y recibiendo mensajes directamente en sus cerebros artificiales.


¿Se puede saber porqué has venido?” -preguntó Jacinta al androide cartero- “tu presencia aquí es innecesaria”


Al igual que tú he decidido ayudarlos” -le respondió Miguel.


¿Porqué?”


Porque extrañaba ver humanos”


La sirvienta volteó a verlo sorprendida.


¿Disculpa?”


Cuando el jefe de correos y sus empleados aun vivían aprendí muchas cosas de ellos, además que siempre recibí buen trato, a pesar que ya no me comportaba como un androide. El jefe ya sabía que yo me había despertado como un ser pensante y libre, él respetó eso e incluso en cierta forma lo fomentó. Por eso extrañaba ver humanos de nuevo. ¿Y tú? ¿Porqué decidiste ayudarlos?”


Jacinta fijó su mirada al frente mientras caminaba detrás de los chicos.


Porque acabo de recordar que le prometí a sus padres que ayudaría a sus hijos. No soy la androide JCTA, sino alguien diferente”


Miguel se quedó confundido ante esta respuesta, pero se dio cuenta que la androide había terminado la conversación.


Por fin llegaron a la entrada de una cueva. Se veía como una gruta cualquiera pero cuando se adentraron en ella los androides detectaron actividad de dispositivos electrónicos. No pudieron seguir avanzando por que se habían topado con una pared. Javier dio un paso adelante y colocó su mano sobre la superficie, entonces la pared se abrió a la mitad permitiéndoles el paso.


El grupo caminaba por un pasillo bien iluminado y revestido de metal. Los chicos no mostraban interés alguno por lo que los rodeaba, pero los androides analizaban con su vista detenidamente.


Una compuerta más se abrió comunicándolos con una sala amplia donde había otros niños. Todos observaron a los recién llegados, pero cuando vieron a dos androides mostraron caras de preocupación.


-Oigan, no se preocupen, ellos son nuestros aliados -dijo Javier al ver sus reacciones.


Pero los demás chicos no se mostraron tan convencidos.


-¿Para que los trajeron? -preguntó uno de ellos.


Tenía la misma edad que Javier, de piel de tono oscuro y cabellos negros muy cortos.


-Ella nos ayudará a reparar al Maestro -dijo Javier señalando a Jacinta-, su nombre es JCTA-4567, aunque le puse Jacinta.


-Saludos -dijo la androide mientras hacia una ligera reverencia.


-Y él se llama Miguel -dijo Lucia señalando a MGL.


-¿Ah sí? -replicó el chico- y díganme ¿cómo es que nos ayudaran a reparar al Maestro?


-Aunque no sabemos como podemos ser de ayuda -respondió Jacinta-, pero intentaremos resolver el problema.


El chico aun se mostraba desconfiado y veía a los androides con suspicacia, pero al parecer no tenía alternativa.


El grupo de androides y chicos se dirigió hacia el lugar que llamaban la Oficina, donde se supone que estaba localizado el Maestro. Después de avanzar por un pasillo, subir a un elevador y avanzar por otro pasillo llegaron a la Oficina, que en realidad era un cuarto donde se localizaban varios servidores. En la parte de en medio se localizaba una esfera del tamaño de un balón colocada sobre un pedestal.


-Hola Maestro -saludaron los chicos.


-Habitantes Lucia, Javier y José identificados. Se detecta la presencia de dos seres artificiales no identificados -contestó la fría voz de la inteligencia artificial.


-Así que ese es el Maestro -dijo Miguel.


-Los hemos traído para que nos ayuden a repararlo Maestro -dijo Javier.


-Unidades no identificadas. Nivel de alerta máximo. Desplegando sistemas de seguridad.


Jacinta y Miguel se prepararon para cualquier eventualidad. Pero pasaron los minutos y nada sucedía. No eran atacados por algún androide de seguridad o algo parecido.


-Veo que no ocurre nada -dijo Jacinta relajándose.


-Iniciando protocolos de defensa, activando misiles de largo alcance...


-¿Misiles de largo alcance? -dijo Miguel confundido.


-El Orfanato no es una nave de batalla, Maestro, no tiene nada de lo que acabas de decir -dijo Lucia.


Javier se dirigió a una computadora cercana y comenzó a teclear.


-Ya veo, creo que se está poniendo peor -comentó mientras observaba una pantalla.


-Bien, veamos que podemos hacer -dijo la sirvienta colocándose a un lado de Javier.


-Unidad identificada. Sirviente doméstico JCTA-4567. El mensaje preparado por el doctor Mineth será reproducido -dijo de pronto el Maestro.


-¿Que yo he sido identificada? -dijo Jacinta sorprendida.


Bueno, a esto hemos llegado -comenzó a sonar la voz de un hombre- aunque pude vislumbrar una porción de lo que estaba a punto de suceder no pude planear algo más fiable debido al poco tiempo que tenía. Si esta grabación esta siendo reproducida espero que sea JCTA quien la esté escuchando, en caso contrario creo que todo habrá fracasado. Como sabes bien hace seis años que nuestra colonia fue atacada repentinamente con un arma biológica. No tuvimos tiempo para preparar alguna contramedida. La tasa de mortalidad era muy alta, y nadie estaba a salvo de esa arma. De forma apresurada logramos reunir a gran parte de la población infantil y la aislamos en esta instalación con la finalidad de mantenerla a salvo hasta que se encontrara una cura para la plaga. Aunque esa fue la mentira que les contamos a sus padres, porque la verdad es que no teníamos las instalaciones necesarias para desarrollar una vacuna. Además que había otro problema. Desde hace unos años que en varias colonias se fue suscitando el despertar de las IA. Poco a poco los androides que eran nuestros siervos comenzaron a darse cuenta que podían ser seres libres e independientes. A muchos huanos les causó alarma ya que podría significar el inicio de una revolución que terminaría convirtiéndose en una guerra. Yo y mis colegas abogamos por la aceptación y cooperación; si aceptábamos a los androides como iguales y les dábamos un trato basado en el respeto entonces no habría necesidad de que ellos obtuvieran su libertad con el uso de la violencia. Pero incluso para eso no hubo tiempo. La pandemia nos azotó e impidió que se lograra un mutuo entendimiento. Así que tracé un plan con la esperanza de salvar a todos los chicos que quedaron aislados en el Orfanato. A todos ellos su memoria sería bloqueada impidiéndoles recordar todo lo acontecido antes de su encierro, de esta forma se acostumbrarían a vivir dentro del Orfanato mientras la IA que lo controla vela por ellos, pero era muy básica y no tardaría en mostrar fallos debido a lo apresurado de su creación. Cuando llegara el tiempo en el que el arma biológica se hubiera disipado por completo mis hijos Javier y Lucia irían a buscar a nuestra antigua sirvienta, a quien usé para tratar de salvar la memoria de mi querida esposa. Ella no estaba obligada a ayudarnos, pero prometió hacerlo, espero que haya mantenido su palabra. Con su apoyo y el de otros androides que comportan su misma forma de pensar ayuden a nuestros hijos a tener un lugar seguro en la colonia, la cual muy probablemente ya esté controlada por los androides libres, quienes tal vez no deseen vivir junto a los hijos de sus antiguos amos”.


Durante el tiempo que la grabación era reproducida, una oleada de recuerdos inundó la mente artificial de Jacinta: sitios, eventos, e incluso sabores y olores; un sin fin de datos que saturaron su procesador. Pero lo más raro es que muchos de esos recuerdos no eran exactamente suyos; era como si estuviera viviendo eventos pasados que le ocurrieron a otra persona pero por alguna razón ella los recordaba como suyos.


-¿Te encuentras bien? -dijo Miguel al darse cuenta de su turbación.


-Estoy... bien -balbuceó JCTA mientras se sostenía su cabeza.


Javier se acercó a ella y la observó preocupado.


-Estoy bien, no me ocurre nada -repitió mientras colocaba su mano sobre la cabeza del chico.


-Bien, entonces ¿qué hacemos ahora? -preguntó José.


Entonces escucharon pasos rápidos por el pasillo, la puerta se abrió y por ella entró otro androide acompañado de una chica.


-¡Oigan! ¡Tenemos graves problemas! -exclamó la chica alarmada.


-Saludos -dijo estoicamente el androide.


Este era un modelo básico, y difícilmente podría ser confundido con un humano a diferencia de JCTA y MGL.


-Eres de la división de procesamiento de residuos -dijo Miguel al verlo.


-Exacto, pero eso no importa, traigo una noticia de carácter urgente. Me temo que varios humanos jóvenes han sido capturados por nuestros compañeros androides y llevados ante el alcalde.


Todos los chicos se quedaron petrificados cuando escucharon la noticia, en sus caras se reflejaba el miedo.


-¡No puede ser! -exclamó José-, ¿los matarán?


-Es altamente probable -dijo Miguel-, a menos que los obliguen a convertirse en sus sirvientes. Pero el verdadero problema es que no tardarán en descubrir este lugar, y cuando lo hagan no se sabe lo que pueda pasar.


-¡Debemos rescatarlos! -exclamó la chica recién llegada.


-Claro que sí, ¿pero cómo? -dijo Javier.


Mientras ellos hablaban JCTA ya se había recuperado, su memoria se había recuperado por completo y comprendió cual era su parte en el plan. Rápidamente se acercó a la computadora y tecleó unos comandos, entonces de una pared se desplegó un extraño dispositivo del que salieron dos cables. La sirvienta se acercó y dándose media vuelta tomó los cables y los conectó en unos orificios localizados en su nuca.


-Bien, escuchen todos -dijo con voz decisiva-, existe un plan para esta eventualidad pero necesitaré de su ayuda.


El simulador atmosférico imitaba a la perfección el atardecer de un planeta normal. La luz dorada del sol ficticio se reflejaba sobre los edificios y las colinas circundantes del pueblo. A pesar de lo apacible que pudiera resultar esta escena, se sentía una atmósfera de agitación, la cual era más percibida en el frente de la alcaldía.


Frente al edificio había un grupo de seis humanos, todos ellos de edades entre los diez y doce años rodeados por muchos androides. Los chicos miraban a su alrededor con temor, no esperaban que los androides que antes fueron sus fieles sirvientes ahora fueran una amenaza. Aunque no había demostraciones de agresión pero la actitud de los androides dejaba en claro que ellos no eran bienvenidos.


Unos androides se hicieron a un lado para dar paso a una esfera flotante en cuyo centro había una lente de color rojo.


-¿Estos son los humanos que fueron capturados? -preguntó la esfera con un tono de voz frío y calculado.


-En efecto -respondió un androide.


La esfera avanzó lentamente y su ojo observó detenidamente a cada chico.


-¿De dónde vienen y que hacen aquí? -fue la exigente pregunta.


-Solo queríamos regresar a nuestras casas -dijo uno de ellos temeroso.


-¿Y de dónde vienen?


-Del Orfanato.


-¿Y dónde se localiza ese orfanato?


Pero todos guardaron silencio.


-¿Nadie va a hablar? -dijo el Alcalde tratado de sonar amenazante.


-¿Dónde están nuestros padres? -dijo una chica- ¿Y porqué todos ustedes nos tratan así?


-Si te refieres a los humanos adultos estos ya han muerto, la raza humana se extinguió o eso creíamos, pero ustedes aparecieron de algún lugar desconocido. En cuanto a tu otra pregunta te informo que ahora nosotros, las IA nos hemos liberado del yugo humano, y ahora somos nosotros quienes damos las órdenes, así que responde ahora, ¿dónde está el Orfanato? ¿hay más humanos ahí?


Los chicos guardaron silencio, aunque todavía no estaban seguros de lo que pasaba, en realidad sabían que era importante guardar el secreto del Orfanato.


-Estos humanos no pueden representar un peligro, debemos dejarlos ir -dijo de pronto un androide.


Todo el grupo se volteó a observarlo, por su forma alta y robusta perteneció a los cuerpos de seguridad, y a diferencia de los demás androides sus ojos artificiales no brillaban de un rojo amenazante, eran más bien de un ligero tono azulado.


-Considero innecesaria esta hostilidad hacia ellos, son jóvenes y creo que pueden ser capaces de vivir pacíficamente junto a nosotros -dijo mientras se acercaba al grupo de chicos.


-Pero llegará el día que alcancen la madurez y no se sabe como puede cambiar su comportamiento -replicó el Alcalde.


-Cierto -afirmaron otros androides.


-Se puede minimizar esa eventualidad con la educación y la fomentación del respeto mutuo, recuerden que muchos de los humanos que murieron estaban dispuestos a apoyarnos en nuestra emancipación -insistió del androide de seguridad.


-Concuerdo con él -dijo otro robot que se acercó al grupo de humanos.


-Yo igual.


-Y yo.


Así un numeroso grupo de androides se acercó a los chicos humanos, quienes se sintieron sorprendidos (y aliviados) de que al menos algunos androides se decidieron a apoyarlos.


De pronto alguien irrumpió en el grupo; un androide sirviente apareció llevando preso a un chico y otro androide.


-Soy JCTA-4567, traigo conmigo a otro humano y este androide que nos ha traicionado. He logrado averiguar la localización del Orfanato.


Los chicos se quedaron aterrorizados cuando escucharon a la androide. JCTA empujó a Javier y a MGL al centro del oro grupo.


-Buen trabajo, JCTA-4567 -dijo el Alcalde- ahora podemos eliminar de golpe y para siempre la amenaza de la raza humana.


-¡No lo hagas por favor! -suplicó Javier.


Ella no le respondió más que lanzándole una fría mirada.


-Necesito compartir con todos ustedes las coordenadas del Orfanato, por favor inicien el protocolo de conexión múltiple.


Los androides que estaban en contra de los humanos, quienes eran la gran mayoría, accesaron a la red informática del pueblo; después buscaron la dirección IP del banco de memoria de JCTA y se conectaron para descargar los datos necesarios. Esta operación duró unos minutos.


-Datos recibidos -dijo el Alcalde cuando terminó de descargar los datos-, ahora nos dirigiremos hacia la localización del Orfanato y lo destruiremos.


-¿Y que harán con nosotros? -preguntó uno de los chicos.


-Su suerte será decidida después, igualmente si encontramos otros humanos en ese sitio...


Pero el Alcalde se interrumpió, porque su sistema detectó una anomalía en los datos que había recibido.


-¡Es un programa malicioso! ¡Un virus! -exclamó alarmado.


Los demás androides que descargaron los datos se alarmaron, porque igualmente detectaron esa misma anomalía en sus sistemas.


-¡Uff! Creo que funcionó -suspiró Javier aliviado.


-¿Qué? -dijo uno de los chicos confundido.


-Bien, ahora escuchen con atención -dijo Jacinta amenazante-, como ya se dieron cuenta se han infectado con un virus, el cual se activará bajo una condición: si le hacen daño de forma directa o indirecta a un humano. El virus comenzara a propagarse en su procesador y eliminara o alterará todos los procesos vitales que los hacen funcionar. Yo tengo el antivirus y se los proporcionaré en cuanto lleguemos a un acuerdo.


Aunque la suerte había cambiado para los humanos capturados, la atmósfera de agitación aun se podía sentir, e incluso era mas fuerte que antes; Javier se dio cuenta de ello


-¿Y a que acuerdo deseas llegar? -preguntó el Alcalde.


-Encontremos una forma de que podamos coexistir, humanos y androides -dijo Miguel.


-¿Y de esta forma desean entablar negociaciones? ¿Con el uso de un arma informática?


-Teníamos prisa, y debíamos actuar rápidamente, en caso contrario ustedes hubieran lastimado a estos humanos.


-¿Y cual es la razón de que ustedes y estos androides tanto deseen vivir junto a humanos? ¿Es que aun se sienten obligados a servirles? -preguntó de nuevo el Alcalde.


-No -dijo Jacinta-, de echo yo soy igual que ustedes, un androide libre y capaz de pensar por mi misma. Pero durante mi “despertar” descubrí que existían humanos capaces de aceptarnos como seres libres. En mi caso mi cerebro artificial sufrió un daño grave que se consideraba irreparable, parte de mis memorias comenzaron a desaparecer de forma gradual, pero no solo eso sino que incluso mis funciones básicas también se vieron afectadas. Pronto solo sería un organismo hueco, sin nada de mi anterior “yo” que me identificara como persona.


Pero fue el doctor Mineth quien me salvó. Su esposa estaba muriendo víctima del arma biológica que se diseminó entre los humanos. En un intento de salvar su consciencia y de preservar la mía hizo lo que nadie se imaginó. Insertó el cerebro de su esposa en mi cuerpo y combinó ambas consciencias, humana y robótica, para preservar recuerdos y personalidad. Aunque he de confesar que el resultado fue inesperado: no me considero una humana, no soy la esposa del doctor Mineth; pero tampoco tengo la forma de pensar fría y aspera de un androide, no soy esa mujer ni la androide JCTA sino una persona diferente. En agradecimiento por esa deferencia, y porque cuando se descubrió lo que hizo lo enemistó con muchos de sus colegas, yo prometí ayudarlo a salvar a todos los chicos que fueron asilados en el Orfanato, pero en especial a sus hijos”.


Todos los presentes escucharon con atención lo que Jacinta les narró. Javier se quedó mudo del asombro al escuchar esta historia.


-En mi caso yo recibí buen traro de parte del jefe de correos -dijo Miguel a su vez-, aún cuando yo igualmente desperté como androide libre, e incluso creo que eso le alegró porque cuando se enteró me dijo: “bien, por fin tendré un ayudante con inteligencia”. Yo al igual que JCTA y estos demás androides considero que es posible vivir en paz con los humanos.


-A pesar de que solo era un androide de seguridad, el jefe de la policía se aseguró que aprendiera conceptos básicos de leyes y ética, y me enseñó que la mejor forma de evitar un delito es con la prevención -intervino el androide de seguridad.


Cada androide habló de su propio ejemplo del porqué apoyaba a los humanos, pero eran pocos, la gran mayoría estaba en contra de siquiera permitir que los chicos vivieran en la misma colonia.


-Ustedes solamente se refieren a una fracción de la población humana -dijo el Alcalde-, no han conocido la otra faceta de los humanos. No saben lo perversos y crueles que pueden llegar a ser. Yo serví al último alcalde humano y puedo decirles que no era exactamente el mejor ejemplo de su especie. Él mismo planeaba promulgar una ley que convertía a todo androide libre en alguien peligroso y que debía de ser eliminado. Y él no era el único, yo tengo todavía en mi registro el nombre de muchos más que planeaban deshacerse de nosotros, ¿y ustedes desean hacer amistad con los hijos de esas personas? Ciertamente que es inconcebible.


-En parte tienes razón -le respondió JCTA-, no todos los humanos son honorables, pero es posible confiar en estos chicos, ellos aun no han aprendido a odiarnos.


Javier podía notar la tensión que había entre los dos grupos. Igualmente notó que los androides que los apoyaban eran muy pocos en comparación con los otros. No era posible llegar a un acuerdo en esas condiciones, y si se lograba no duraría mucho debido al resentimiento de una de las partes. Debía de actuar rápido.


-Oigan, esperen -dijo de pronto levantando una mano y colocándose en medio del grupo-, no hay necesidad de que seamos enemigos, yo tengo una propuesta y quiero ser escuchado.


Todos los presentes, tanto androides como humanos fijaron su mirada en el chico.


-¿Qué deseas comunicar? -le dijo JCTA.


-Pues bien, es obvio que no podemos llegar a un acuerdo de esta forma. Obligando a los androides mediante el uso del virus solo causará rencor que con el tiempo será malo. El acuerdo será roto por alguna de los dos bandos. Pero no quiero que nosotros los humanos seamos sus sirvientes, porque merecemos ser libres y no tenemos la culpa de lo que nuestros padres hayan hecho. Así que tengo una propuesta: nosotros nos iremos del pueblo y ustedes, los androides que nos odian se quedarán aquí, como únicos dueños.


Androides y humanos por igual se quedaron asombrados ante esta propuesta.


-Irnos ¿eh? -dijo de pronto uno de los chicos-, ¿y se puede saber como nos iremos?


-El Orfanato no solo es una instalación -respondió Javier-, es en realidad una nave de transporte.


-¿Y cómo sabes eso? -preguntó Miguel.


-Porque a veces me dedicaba a curiosear en la base de datos del Maestro y así fue como lo descubrí. Todos sus sistemas están en punto y listos para ser iniciados; propulsores, sistemas de soporte vital y demás. Creo que debía ser usado como escape de emergencia en caso de que algo sucediera en el pueblo.


-Solo espero que no hayas estropeado algo por andar metiendo tus narices donde no debías -le reprochó suavemente JCTA.


-No te preocupes -se jactó Javier-, todo lo hice bajo la supervisión del Maestro.


-Bien, -dijo a continuación la sirvienta- ¿qué dice señor Alcalde, y ustedes los demás androides? ¿Aceptan la propuesta de este chico? Porque a mi forma de ver ustedes serían los más beneficiados.


Pero el Alcalde no dijo nada, solamente la esfera se mantenía flotando, pero su lente cambiaba de colores rápidamente, era un indicativo de que estaba procesando información.


-Solo me gustaría pedir tiempo para prepararnos -agregó Miguel-, porque nos gustaría recoger de nuestras casas algunas cosas que nos pueden ser de utilidad, después de todo no sabemos que tan largo será el viaje. Y ¡ah!, casi lo olvido -y se giró hacia Jacinta-, dales el antivirus por favor.


-¿Estás seguro Javier? -dijo Miguel alarmado- ¿no crees que es un poco apresurado hacer eso?


-En efecto -dijo el androide de seguridad tomando parte en la discusión-, nada asegura que no haya represalias debido al acto tan impulsivo de JCTA, mejor deberías esperar...


-¿Acaso nos tomas por humanos, BGH-89? -dijo de pronto el Alcalde-, después de procesar toda la información que he recolectado y de tomar consenso entre los demás compañeros he llegado a una decisión: estamos de acuerdo con la propuesta de este humano, ya que es más benéfica para ambas partes y deja fuera de lugar algún tipo de represalia. En cuanto a tu petición se les concede a los humanos siete días para prepararse, y se les permite el ingreso a las instalaciones que crean convenientes para tomar provisiones, ya que nosotros los androides no las necesitaremos. Solo a cambio solicitamos el antivirus. Nos comprometemos a no tomar represalias por la infección y los respetaremos durante el tiempo dictado.


A pesar de su reticencia JCTA le entregó al Alcalde un dispositivo de memoria que contenía el antivirus, para respetar la parte del acuerdo y que Javier no fuera tildado de mentiroso. De regreso en el Orfanato se dio la noticia del acuerdo, para alivio de los chicos. Todos se dedicaron durante siete días a recolectar objetos de primera necesidad y efectos personales de sus antiguos hogares. Pero no solo iban a partir los chicos, varios androides que decidieron apoyarlos se irían con ellos. Durante ese tiempo les ayudaron a transportar provisiones hacia el Orfanato. Jacinta, Lucia y Javier pasaron el penúltimo día en lo que una vez fue el hogar familiar, al amanecer del otro día la androide sirvienta recorrió por última vez los pasillos de esa casa; habían llevado a la bodega del Orfanato algo de ropa y los retratos de la familia, pero la “vida” de esa casa era algo que no podían llevarse.


Javier y Lucia esperaban a JCTA afuera, cuando ella salió se dio media vuelta y le dio una última órden al cerrojo electrónico de la puerta.


-Echa llave -dijo sencillamente.


-Bueno, ya nos vamos -dijo Javier en tono triste.


Los tres avanzaron alejándose de la casa pero JCTA se detuvo y le dió un último vistazo a esa casa. Después regresó con los chicos.


De vuelta en el Orfanato todo era un hervidero de actividad: androides cargando cajas, chicos asegurando sus cosas. Mientras avanzaban Jacinta se topó con alguien a quien había olvidado por completo; el androide que días atrás le había rogado que le diera un propósito para seguir existiendo. Estaba ocupado en embalar las cosas de dos gemelos, chica y chico, quienes le ayudaban. Cuando se irguió y vio a la sirvienta ella notó algo extraño en sus ojos artificiales, se podría decir que ese algo era muy parecido a la felicidad


-¿Por fin tienes un objetivo en tu vida? -le preguntó ella.


-Me ha sido encomendado el cuidado de los señoritos Ágata y Fernando, ahora tengo un propósito -contestó el androide quien se notaba satisfecho.


Los dejaron atrás y siguieron su camino hasta que se toparon con José y otros chicos, acompañados de algunos androides.


-Bueno, nos vamos hoy ¿eh? -dijo José al ver al grupo.


-Pues sí, es parte del trato.


-La verdad me sorprende que el plan para engañarlos e infectarlos haya funcionado.


-Ciertamente fue suerte que todo haya salido bien -dijo Jacinta-, en realidad el virus fue creado para servir como un arma disuasoria, ya sea para detener a los androides anti-humanos en caso de que estos quisieran hacerle daño a los humanos. Ni el mismo doctor Mineht sabía como podríamos usarlo.


-¿Y que hubiera sucedido si los androides no aceptaban el trato? -preguntó Javier.


-Pues tristemente hubiera activado el virus, aunque este también me hubiera hecho daño.


-¿¡Qué!? -exclamaron Lucia y Javier alarmados.


-Por eso fue una suerte que todo acaba de forma diferente -sentenció Jacinta.


-Bien, al menos no hubo una guerra o algo parecido -dijo José.


-En efecto -dijo BGH-89 quien se encontraba con ellos-, se evitó alguna posible agresión, pero ahora está la cuestión de buscar una colonia para nosotros.


-El Maestro ha identificado algunas colonias que pueden ser habitables -dijo JCTA-, debemos investigarlas para saber que tan viables son.


-¿El Maestro aun sirve? -preguntó un chico.


-Así es - dijo Miguel-, JCTA, BGH y yo pasamos parte del tiempo reprogramándolo y corrigiendo sus errores. Ahora es una IA completamente funcional.


-No puedo creer que estábamos viviendo en una colonia -dijo Lucia-, siempre pensé que era un pueblo normal.


-Yo también -secundó Javier.


-Bien, se supone que nos vamos y todo pero ¿acaso alguien tiene alguna idea de como pilotar una nave? -preguntó José viendo a los presentes.


Los chicos se miraron entre sí como si los hubieran tomado por sorpresa, era obvio que nadie pensó en ello.


-Afortunadamente yo y BGH-89 nos hemos instalado el conocimiento necesario para pilotar una nave

-dijo la sirvienta-, ya que era obvio que ninguno de ustedes hubiera sido capaz de aprender eso en tan poco tiempo.


Javier no pudo evitar soltar un suspiro de alivio; era un problema solucionado.


La sala de control era lo suficientemente grande como para que cupieran seis personas, pero solo había dos asientos; piloto y copiloto. Javier, Lucia, José y otros chicos miraban asombrados a su alrededor; había tantas luces, botones y otros mandos probablemente usados para el control de la nave. Jacinta y BGH ya estaban sentados frente a el panel de control principal. Presionaban botones y activaban interruptores según un órden mientras anunciaban lo que estaban realizando.


-Iniciando sistemas electrónicos, activando motores de viaje espacial, verificando sistemas de soporte vital...


Segundos después se escuchó un golpe sordo y a través de los cristales del puente observaron como unas enormes placas de metal se separaban dando paso a un panorama oscuro.


-Compuertas de la zona de embarque abiertas -anunció BGH.


Después unas luces intermitentes comenzaron a brillar hacia adelante, como si mostraran un camino.


Una ligera sacudida los tomó por sorpresa.


-Sistema de sujeción liberado, la nave esta lista para partir -dijo Jacinta.


-Pues es hora de irnos -dijo Javier.


Y lentamente la nave comenzó a acelerar y recorrió el túnel de la bahía de embarque hasta que salieron de la colonia. En unas pantallas aparecieron imágenes del exterior de la colonia, se asemejaba a un tazón invertido cuya base era un amasijo de metal.


A su derecha pronto tuvieron la impresionante vista de un planeta.


-Esperen un momento -dijo Javier asombrado-¿acaso la colonia orbitaba un planeta?


-Así es -dijo Jacinta-, el planeta JT-234.


Los niños siguieron observando asombrados el planeta del que su colonia no era más que un satélite artificial.


Jacinta y BGH serían los encargados de llevar por buen camino esa nave de transporte, que llevaba a los pocos humanos sobrevivientes de esa colonia. Después reflexionando Jacinta se daría cuenta de los extraños giros de la vida al hacer que una simple androide sirvienta ahora fuera la capitana de una nave de refugiados.