El despertador dio a conocer su molesta existencia a las siete de la mañana, o al menos el equivalente de lo que sería el inicio de la jornada laboral. Kyoko, la única tripulante de la estación espacial Munin-45, abrió los ojos y comenzó a estirarse para desperezarse y alejar el restante sueño que aún sentía. Se sentó al borde de la cama y miró a la blanca pared de su cuarto.
-Otro día más -exclamó estoicamente.
Se vistió lentamente su traje de material sintético que constaba de una chaqueta y unos pantalones cortos que le llegaban a las rodillas; todo el conjunto era de color azul pálido y tenía impreso el emblema de la misión a la altura del pecho en el lado izquierdo, su calzado eran unas zapatillas deportivas que hacían juego con su traje.
Salió de su cuarto y caminó por el pasillo blanco que la conducía a la cubierta principal. Ella recordó las innumerables veces que había recorrido ese pasillo, desde que llegó hace más de dos meses. Solamente sus pasos eran el único indicativo de que ahí había vida. Llegó a una compuerta que se abrió cuando detectó la presencia del tripulante Alfa, y le dio paso a la sala de observación. Dicha sala ofrecía uno de los más grandes espectáculos de esa parte del sistema; una esplendida vista del gigante gaseoso NT-200189, una gran esfera de distintos tonos de azul que se podía observar a través del cristal protector. Pero Kyoko pasó de largo sin prestarle la más mínima atención; total ya había observado ese panorama cientos de veces.
Llegó a la cubierta de mando, donde tomó asiento en su estación de trabajo y puso manos a la obra.
-Muy bien, muy bien -dijo mientras accionaba los diferentes comandos y botones-, es hora de enviar los datos recopilados a la Central, oh, una de las antenas se desvió algunos grados, debo alinearla de nuevo -y mientras hablaba comenzó a manipular los mandos adecuados para hacer funcionar el disco principal.
-¡Listo! -exclamó momentos después-, ahora a enviar esos datos.
Pulsó otros botones y al instante se enviaron por conexión hiperespacial millones de datos recopilados por los distintos dispositivos de medición con los que contaba la estación, además de los satélites menores que orbitában al planeta. Serían captados por otra estación espacial y de ahí enviados finalmente a la colonia en Caronte-2383, el planeta desde donde se controlaba todo ese sistema planetario.
Kyoko no era exactamente un humano normal, pertenecía a una nueva clase de “especialistas” egresados de los Centros de Entrenamiento Especializados, conocidos como CEE; lugares donde estas personas nacían y eran preparados para después ser enviados a distintas partes del espacio, para cubrir los puestos de trabajo que resultaban tediosos o peligrosos para humanos normales. No eran clones pero psicológicamente eran algo parecido a los androides; debían obedecer las órdenes que les fueran dictadas por un humano, aunque tenían cierta libertad de pensamiento para decidir cómo realizar dichas órdenes. De acuerdo como lo establecía la Ley Interplanetaria de Derechos Humanos, estos humanos Especialistas tenían plenos derechos como cualquier persona, pero había ciertos aspectos que eran controlados por los CEE y dónde la Comisión de Derechos Humanos Interplanetarios no tenía jurisdicción.
El resto de la jornada laboral de Kyoko consistió en darle el mantenimiento de rutina a los sistemas computarizados de la estación; entre los cuales se encontraban elementos críticos como el sistema de purificación de aire, reciclado de agua, electricidad, etc.
Su jornada ya estaba por terminar, ahora sólo quedaba darle unos ajustes manuales al sistema electromecánico de la antena.
Una compuerta localizada en la parte superior de la estación se abrió y de ella salió Kyoko. Estaba completamente endosada en un traje espacial, de color blanco y con todas las herramientas necesarias para el trabajo que iba a realizar. Mientras avanzaba tarareaba una melodía que había escuchado recientemente. De algún lugar le llegaba una señal de radio que a pesar de tener mucha estática se podía distinguir esa melodía. Kyoko la aisló del ruido de la señal y ahora la reproducía de vez en cuando para que se escuchara por toda la estación.
-Bien -dijo llegando a la antena-, debo apresurarme, estoy cansada y ya quiero comer, solo espero que las habas que estoy cultivando ya estén listas para su cultivo.
En la estación Munin había todo lo esencial, incluida una pequeña granja hidropónica, donde crecían selectos cultivos de plantas modificadas. Aunque no existía carne como tal, Kyoko tenía a su disposición un compuesto de proteínas y harinas vegetales que suplían este alimento básico.
Mientras la chica trabajaba no podía evitar mirar de vez en cuando al gigante azulado. Ella todavía se preguntaba porque habrían decidido construir una estación espacial al borde de ese sistema planetario. Cuando llegó por primera vez se dedicó a estudiar y analizar al planeta NT-200189, el cual era un simple gigante gaseoso compuesto en su mayor parte por hidrógeno. Por lo demás no existía otra razón por la que una estación espacial dedicada a la investigación fuera establecida en ese sitio. Pero lo que le sorprendió fue el hecho de que ella era el único habitante, no encontró ni androides por lo menos, solo ella y una inteligencia artificial muy básica que controlaba la mayoría de los sistemas. Incluso llegó a creer que tal vez se trataba de una estación que estaba a punto de ser desmantelada, pero no le llegó algún aviso indicándole la situación; solamente estaba ella y el planeta azulado.
El planeta Caronte-2383 era el centro administrativo del sistema planetario Cylus, llamado así por la estrella principal, la cual era semejante al viejo Sol de la humanidad en muchos aspectos. Caronte-2383 era el cuarto planeta desde este sol y podía albergar vida. Los primeros colonos humanos debieron tomar en cuenta algunas características de este planeta si deseaban vivir en el. Una de estas era su atmósfera que aunque tenía cierta cantidad de oxígeno, había otros elementos que no lo hacia muy respirable.
En uno de los edificios administrativos de la ciudad principal se encontraba la oficina del administrador en jefe Julio Vargas, decimoséptimo administrador de la colonia. Podría decirse que su cargo era semejante al de alcalde, aunque no fuera electo de forma democrática.
En ese instante se encontraba ocupado en arreglar su papeleo, algo que ya era muy común en cualquiera que haya trabajado como servidor público.
-Muy bien, veamos, solicitud para la construcción de un nuevo centro de distribución, reportes del estudio de los salsus salvajes y una posible domesticación, algunas infracciones...
Su ligera molestia hubiera continuado de no ser porque alguien llamó a la puerta, el administrador solamente pulsó un botón en su escritorio y la puerta se deslizó a un lado permitiendo el paso al coordinador de asuntos exteriores Bjerke. El administrador en jefe observó al alto y serio coordinador, y se preguntó si los ancestros de este sujeto salieron del algún país nórdico de la Tierra.
-Bueno días, señor administrador -saludó el coordinador.
-Buenos sean coordinador -saludó Vargas mientras le señalaba una silla- ,¿en que puedo ayudarle?
-He venido aquí para tratar el asunto del sindicato de cargadores del espacio puerto -dijo el coordinador mientras se sentaba-, se quejan de la nueva fuerza laboral compuesta por androides, creen que pretendemos sustituirlos con máquinas y amenazan con un paro laboral.
-¿Y qué piden a cambio?
-Que los androides sean retirados.
-Hum -dijo molesto Vargas-, ya se les aclaró que estos androides solo serán utilizados para situaciones específicas, como el manejo de materiales peligrosos tales como las celdas nucleares que traen desde Ganda-23, para lo demás están ellos.
-Si señor, pero siguen insistiendo en la misma situación de siempre, no quieren cambiar de parecer.
El administrador Vargas abrió un cajón y sacó una caja de cigarros, le ofreció uno a Bjerke; al momento de inhalar el humo lo hizo con la pasión de los adictos al tabaco.
-Eso me huele a McDruver y sus esbirros, no hay otra explicación posible.
-Si señor -secundó Bjerk-, desgraciadamente esos mafiosos tienen controlado el sector del puerto, esta movida es probablemente una respuesta a la incautación del contrabando que se hizo la semana pasada.
-Pues bien, si tanto quieren escucharemos lo que tengan que decir.
El administrador Vargas observó que Bjerk titubeaba.
-¿Hay algo más que quiera decir, coordinador?
-Bueno señor -dijo Bjerk mientras daba una bocanada de humo-, ya hace tiempo que hemos recibido datos de parte de una de las estaciones repetidoras, al parecer provienen de la estación espacial Munin-45.
-¿Munin-45? -dijo el administrador Vargas-, Munin... ¡ah! ¿será acaso esa estación que fue abandonada hace tiempo?
-Así es señor -respondió Bjerk.
-Es muy extraño, esa estación estaba programada para ser desmantelada, se supone que ya nadie debe de estar ahí.
-Pues como le dije anteriormente, alguien ha estado enviando datos de forma periódica.
-Humm, debemos revisar eso, esa estación ya no es de utilidad, y sea quien este ahí debe de ser reasignado en otro sitio.
-También algo más señor -añadió el coordinador.
-¿Qué sucede?
-Este año se han graduado cerca de veinte humanos especialistas, del CEE de nuestra colonia, tengo aquí sus nombres y las asignaciones correspondientes.
Y entregó un dispositivo de micromemoria al administrador.
-¿Los llamados “niños genio de fábrica”? -comentó Vargas.
-Bueno sí, así les dicen.
-Humm -dijo el administrador mientras revisaba la información-, estos pobres chicos no tienen alguna libertad de elección, solamente son engendrados y después entrenados desde la infancia para lo que se van a dedicar.
-Sí -dijo el coordinador Bjerk-, pero hay que reconocer que gracias a su entrenamiento desde niños, se ha podido contar con especialistas de todo tipo para satisfacer las diferentes demandas de las colonias. Es más barato y eficiente a esperar que un humano normal se prepare más de veinte años para ser un profesionista.
-Bueno si, eso es cierto, pero aun así no me agrada la idea de que no sean dueños de sí mismos. Literalmente hasta que mueren consiguen su libertad, ¡ni siquiera tienen derecho a casare con otras personas!
-Con nadie, señor administrador -sentenció Bjerk-, ni entre ellos. Cuando cumplen la mayoría de edad deben donar al CEE del que egresaron células reproductivas, para perpetuar su linaje. En verdad la línea que los separa de ser esclavos es casí nula.
-Al menos les garantizamos sus derechos como a cualquier otro humano. Pero ahora que recuerdo, ¿no se supone que SpaceTech es la dueña de esos centros?
-Así es, esos especialistas son el producto humano de esa compañía -respondió Bjerk sombriamente.
SpaceTech, la compañía que inició los viajes espaciales sustentables; en otras palabras introdujo el viaje a través del hiper espacio, lo que ahorraba años o cientos de años el viaje entre mundos. Además de la tecnología del viaje hiper espacial también patentó muchas más, entre ellas estaban los Centros de Entrenamiento Especializado. Podría decirse que esta compañía era la dueña absoluta de los territorios descubiertos por el hombre, y algunos decían que controlaban las colonias de diferentes formas no muy honestas.
Mientras tanto Kyoko, ajena a esta plática, tenía sus propios problemas. Ese día, o más bien dicho en ese periodo temporal que podría calificarse como “día” en la estación Munin-45, Kyoko se llevó una terrible sorpresa.
-Esto no puede estar pasando-dijo la chica mientras revisaba los datos recopilados-, si esto es cierto todo el sistema planetario esta en grave peligro, ¡debo verificar la información!
Enfocó todos los instrumentos astronómicos en cierta región del espacio, en especial en una estrella, la cual fue estudiada a fondo y cuando los nuevos datos fueron procesados Kyoko se quedó blanca del miedo.
-¡Esta a punto de entrar en nova! -exclamó con voz ahogada.
La estrella Nervand-3228 tenía todas las pruebas de que se estaba muriendo, y por lo que decían los datos iba a estallar, en otras palabras se convertiría en una nova. Su combustible nuclear, el hidrógeno, se estaba terminando, y cuando se acabara ocurriría una implosión en el núcleo lo que desataría una explosión nuclear de enormes proporciones. La onda expansiva de energía arrasaría a todo lo que tuviera enfrente, y si no se hacían las preparaciones necesarias cualquier planeta que tuviera vida sería arrasado. Y lo peor de todo era que dicha estrella estaba a solo treinta años luz.
-Debo enviar toda esta información lo más pronto posible, las colonias de este sistema deben enterarse.
Dejó para después todas las demás actividades que tenía programadas y se dispuso a enviar los datos mediante la conexión hiper espacial, solo esperaba que llegaran a tiempo antes de que el desastre llegara. Mientras enviaba los datos Kyoko se dio cuenta de lo precaria de su situación; estaba sola a varios años luz de cualquier colonia planetaria, su única vía de escape era un pequeño vehículo pero que no estaba diseñado para el viaje espacial, solo para cortos viajes alrededor de la estación. Además de los datos Kyoko envió un sencillo mensaje: “vengan por mi, por favor”.
Los días siguientes Kyoko hizo todos los preparativos necesarios para cuando la estrella estallara, entre ellos revisó la estabilidad del generador de antimateria, el cual afortunadamente estaba en buenas condiciones, aunque eso no significaba que estuviera fuera de peligro.
-Bien -dijo mientras estaba enfundada en el traje de protección, y revisaba el generador en su contenedor-, no hay fugas, todo se ve bien. A pesar de ya ser algo viejo tiene una construcción estable, así el escudo deflector de la estación podrá bloquear la radiación, pero no es protección suficiente. ¡Ay! ¡que mal que ese planeta flatulento no cuente con sus propios generadores de escudo!
Salió de la cámara del generador, dejó el traje protector en su lugar y se encaminó al comedor. El sistema de telecomunicación seguía enviando los datos recolectados, no dejaría de hacerlo hasta que Kyoko lo detuviera en persona.
Mientras comía se puso a reflexionar acerca de su situación; estaba sola en la estación y no sabía porqué; desde que llegó nunca recibió la visita de alguna nave o un carguero que trajera consigo más personas para que trabajaran en la estación, o materiales para ser usados. Y ahora se enfrentaba a uno de los mayores peligros que existían en el espacio; tener en la vecindad a una estrella que iba a estallar.
-Que fastidio -dijo molesta-, si tan solo tuviera a alguien más con quien platicar.
En su muñeca tenía un pequeño dispositivo que le permitía manipular algunos sistemas de la estación de forma limitada. Hizo algunos movimientos con su dedo y al momento sonó una melodía en el sistema de bocinas; era rítmica pero sin llegar a ser muy animada, se escuchaban toques ligeros de una guitarra, un saxofón y otros instrumentos que Kyoko no llegaba a reconocer. Era la misma melodía que escuchaba siempre, literalmente su única compañera en ese sitio tan desolado.
-Y ahora que lo pienso ¿de dónde viene esa melodía? -dijo de pronto Kyoko- ¿de que estación? Y si proviene de alguna emisora de radio no he escuchado alguna noticia acerca de la estrella Nervand-3228, ¿acaso sí recibieron mi aviso de advertencia?
De pronto la melodía se interrumpió bruscamente, sonaron las alarmas en toda la estación y la voz fría y dura de la computadora central se oyó.
-Advertencia, advertencia, se ha detectado un haz de energía que se acerca rápidamente. Toda la tripulación debe preparase para...
Pero la voz fue cortada de golpe cuando un fuerte impacto sacudió la estación, Kyoko cayó al suelo mientras todo se sacudía a su alrededor.
Kyoko no perdió el tiempo, en cuanto pudo levantarse corrió mientras se tambaleaba por el pasillo hacia la cubierta de mando. Afortunadamente los escudos deflectores de la estación se habían activado, pero no durarían mucho si seguían recibiendo el golpe de la onda de energía. Mientras corría escuchó un ruido aterrador de metal siendo desgarrado.
-Atención, atención -sonó la voz de la computadora-, los módulos C y D han sido completamente destruidos, para evitar un mayor daño serán aislados y expulsados de la estructura principal.
“Módulos C y D” pensó Kyoko con amargura “ahí estaban los camarotes y los almacenes de materiales”.
Siguió corriendo mientras todo se agitaba a su alrededor. Pasó rápidamente frente al cristal protector de la sala de observación y de reojo solo observó una revoltura de distintos colores difíciles de identificar debido a que la onda de energía envolvía a la estación. Llegó de forma precipitada a la sala de control y sentándose frente a los controles evaluó la situación; el escudo deflector aun funcionaba pero perdía estabilidad, lo más preocupante era que la estación se estaba saliendo de órbita. Manipuló los controles y logró activar los propulsores, asiendo con fuerza el mando dirigió a la estación de nuevo a una órbita segura, aunque le costó trabajo realizarlo además que debió eliminar peso, en otras palabras expulsar algunos de los módulos aunque estos ya estaban muy dañados por la ola de impacto de la nova.
-¿¡Cómo es que no la vi venir!? -exclamó furiosa-, ¿¡porqué los sensores no me advirtieron de la onda de energía!?
Pero lo recordó inmediatamente; la estrella estaba a treinta años luz y el telescopio detectó que estaba a punto de entrar en nova, pero esta era una lectura basada en la luz que le llegaba después de recorrer una determinada distancia hace treinta años, por lo tanto los datos mostraban el pasado de la estrella, no su estado actual, mientras tanto la estrella ya había estallado y el destello de esta explosión no llegaría sino hasta más tarde.
Después de una hora la onda de energía pasó de largo dejando estragos en la estación espacial.
-Módulos C y D perdidos -dijo la chica mientras evaluaba el daño-, solo quedan los módulos A y B, y los dos están severamente dañados. Perdí la sección de camarotes, los almacenes de materiales y los sistemas de reciclaje de aguas residuales y de purificación de oxígeno; adiós a la pequeña granja de hidroponia y al procesador de alimentos proteínicos; en otras palabras me quedé sin alguna fuente de comida fresca, y pronto tendré que usar las reservas de oxígeno de emergencia, pero solo durarán para una semana, y ¡ah, sí! No tengo alguna forma adecuada de desechar mis pestilencias.
La situación era crítica, o mejor dicho estaba más allá de ser crítica; era irremediable.
Kyoko se reclinó en el asiento de la cabina principal, observó al techo mientras las luces de emergencia aun seguían parpadeando de forma intermitente. Todo el sitio estaba casi a oscuras; los dos únicos módulos funcionaban con generadores de emergencia. Kyoko debía ahorrar toda la energía necesaria.
-Tengo dos opciones -se dijo de forma distraída-, quedarme aquí sobreviviendo como pueda, mientras conservo la vaga esperanza de que alguien venga a rescatarme. O la segunda opción, meter en el pequeño vehículo de exploración las cosas más necesarias y arriesgarme a viajar por el espacio abierto, igual con una vaga esperanza de que alguien me rescate. Pero visto de cualquier otra forma estoy en serios problemas.
A pesar de que quería mantener el optimismo, Kyoko no dejaba de pensar que muy probablemente ella sería abandonada a su suerte. No era un humano en el estricto sentido de la palabra; solo un ser gestado en útero artificial, desde la infancia se le preparó para ser un Especialista; que tuviera el conocimiento desde pequeña para servir en las diferentes áreas que la industria espacial lo requiriera. Cuando alcanzaban la edad requerida estaban obligados a acudir al CEE que los produjo para donar células reproductivas y así nuevos Especialistas fueran gestados. Así que si uno de ellos moría no había perdida alguna, siempre habría otro que lo reemplazara.
Kyoko estaba en esta situación, nadie vendría por ella, estaba destinada a morir en esa estación espacial. Aunque a pesar de todo decidió conservar la esperanza, tal vez los humanos normales recibirían su mensaje y alguien irían por ella, tal vez.
Ella se preparó para sobrevivir todo el tiempo posible mientras la rescataban. Recolectó las raciones de emergencia y las colocó en la sala de observación, también dejó ahí los pocos materiales que encontró en los módulos restantes y que tal vez podrían serle de utilidad; una lampara de emergencia y baterías de repuesto, un pequeño botiquín, agua potable en forma de gel y otros objetos más.
-Bien -dijo Kyoko mientras observaba a su alrededor-, ahora solo falta esperar.
Y así los días pasaban, durante los cuales ella ideó varías actividades con el fin de mantener su mente ocupada hasta que fueran por ella, u otra osa sucediera. Leer (aunque fueran los aburridos manuales de mantenimiento), trotar dentro de la sala de observación, realizar el chequeo de rutina de los pocos sistemas aun funcionales. No quería arriesgarse a salir de la estación para caminar por la superficie, los seguros de la compuerta estaban muy afectados por el golpe de la nova, además que no tenía aire suficiente para presurizar. Mientras tanto ella no estaba sola, esa melodía suave y rítmica siempre la acompañaba sonando por los altavoces.
Sin importar sus enormes deseos por mantener la moral alta, el tiempo y las circunstancias comenzaron a hacer mella en el ánimo de Kyoko. Su reloj de pulsera había marcado aproximadamente un transcurso de dos semanas, las cuales fueron muy miserables para Kyoko. Las raciones sabían mal, y debía ingerirlas en pocas cantidades para que le duraran más tiempo, había designado un recoveco de la cubierta de mando como sanitario; era obvio que después de dos semanas el olor no era para nada encantador. Pero lo que fue el tiro de gracia para su moral fue que el generador de emergencia mostraba indicios de comenzar a fallar; si eso pasaba sería el fin.
-¡Maldición! -exclamó Kyoko fuera de sí-, ¡malditos todos! ¡Aun sigo aquí! ¿¡Es que acaso mi vida no vale nada!? ¡Serví fielmente a mi propósito! ¡Todos los días enviaba los estúpidos datos tal y como se me había ordenado!
Golpeó las paredes, gritó desaforadamente aunque esto significara que estaba consumiendo oxigeno de más. Se derrumbó al suelo mientras las lágrimas surcaban su rostro.
De pronto oyó la melodía, ese conjunto de sonidos que armonizaban para formar uno que debía agradar al oído.
-¡Cállate! -gritó Kyoko molesta.
Pero la melodía seguía sonando, como si el solo hecho de repetirse fuera una burla para volverla loca.
-Con que sí ¿eh?, ya verás si continuas sonando estúpido ruido.
Se dirigió a la sala de mando y tomó asiento frente a la consola principal. Registró la frecuencia de la melodía y la aisló, estaba decidida a silenciarla de una vez por todas, pero cuando estuvo a punto de de borrarla de la base de datos observó algo que nunca antes había notado; la señal que enviaba la melodía provenía del mismo planeta azulado que orbitaba la estación, NT-200189.
-¿Cómo es posible? -exclamó sorprendida-, si ahí no hay nada, no hay alguna colonia o civilización, ¿cómo es posible que una señal sea emitida de ese planeta?
Pero las pruebas daban fe de lo que ella descubrió, la fuente de la señal provenía del planeta. Los días siguientes Kyoko envió mensajes de emergencia hacia el planeta, esperando recibir alguna respuesta, pero no obtuvo nada. El tiempo pasaba y su situación empeoraba; ya no tenía suficientes raciones más que para unos cuantos días, pero eso solo era el menor de sus problemas, el oxígeno ya era irrespirable, además que el olor proveniente del sitio que ella eligió como sanitario era nauseabundo. Cargó las pocas raciones que tenía en el vehículo de exploración, se enfundó en el único traje que tenía y se decidió a partir. Antes de irse pegó una fotografía suya en la pared cercana a la entrada del centro de mando.
Una compuerta se abrió y de ella salió el pequeño vehículo de exploración, solo era usado para recorrer la que antes fue una gran estación espacial, y de la que ahora solo quedaban dos módulos.
El vehículo se alejó poco a poco y enfiló hacia el gigante gaseoso, siguiendo la señal de la melodía. Antes de partir Kyoko observó lo que una vez fue su hogar, recordó el tiempo que pasó ahí, sola sin otra compañía; cuando observó el daño causado por la ola de energía de la nova sintió escalofríos. No pudo evitar preguntarse si su mensaje de emergencia llegó a tiempo, si las colonias de ese sistema planetario lograron sobrevivir a la catástrofe. Pero ahora no tenia mucho caso preguntárselo; ella hizo lo que pudo, y ahora debía pensar en su propia sobrevivencia. Iría hacia la fuente de esa melodía, aunque ni ella sabía porqué lo hacía, era literalmente un viaje a lo desconocido, no sabía si encontraría la fuente de esa señal, tal vez provenía de otra parte y sus instrumentos analizaron mal los datos. Pero decidió que era mejor eso a esperar la muerte en una estación, ya sea asfixiada por respirar CO2 o la peste de sus propias heces. Sin dudarlo más dirigió su pequeño vehículo hacia el gigante NT-200189 y partió.
En un lugar del espacio una nave aparecía de la nada saliendo del hiper espacio. En realidad era un crucero ligero con el emblema de la colonia Caronte-2383.
-2383 -dijo el piloto comunicándose mediante la hiperseñal- aquí la Corsario, hemos llegado a las cercanías de NT-200189, procedemos a acercarnos e intentar establecer contacto con la estación Munin-45.
-Entendido Corsario -fue la respuesta.
Los propulsores de la nave se encendieron y la Corsario se dirigió a su destino. Mientras avanzaba el piloto estaba atento a cualquier anomalía que se pudiera presentar. Hace unos ocho meses que todo el sistema planetario estuvo expuesto a la explosión de la estrella Nervand-3228, y si no hubiera sido por una alerta temprana proveniente de la estación Munin-45 las consecuencias hubieran sido catastróficas.
-Detecto un objeto de grandes dimensiones -dijo el navegante mientras observaba el radar- dentro de unos minutos haremos contacto visual.
-Tal vez sea la estación -comentó el capitán.
El crucero siguió avanzando, y haciendo contraste con los tonos azulados del planeta gaseoso apareció la estación espacial Munin-45.
-Tenemos contacto visual -dijo el capitán-, procederemos a acercarnos.
Mientras tanto toda la acción era atestiguada por el administrador Vargas y el coordinador Bjerk en el centro de mando del planeta Caronte-2383. Pero no solo estaban ellos, los rodeaban parte del personal militar, entre estos estaban los técnicos encargados de la comunicación.
Hacia ochos meses que un técnico entró de improviso en la oficia del administrador Vargas, interrumpiendo una importante cita. Aunque el administrador iba a censurar semejante intromisión con las más duras reprimendas, el técnico le comunicó que la estrella Nervand-3228 estaba a punto de entrar en nova y le entregó los datos que corroboraron su noticia; cuando el administrador se enteró de que dicho astro se encontraba muy cerca de ellos tomó todas las precauciones posibles. Cada colonia preparó los enormes escudos deflectores que protegían a sus planetas de un evento de este tipo; de forma gradual los viajes interplanetarios fueron detenidos hasta que ninguna nave podía entrar al espacio. El estado de emergencia duró varios meses sin que sucediera algo, los habitantes ya comenzaban a lanzar quejas de no poder viajar hacia otras colonias cuando los radares de alerta temprana detectaron una onda de energía proveniente de la estrella Nervand. Miles de millones de bocas hicieron una exclamación de sorpresa cuando observaron como el cielo se iluminaba de forma repentina, y debido al intenso brillo no hubo noche sino varios días después. Algunos satélites se perdieron, pero lo más importante, la vida de millones de personas, fue salvada gracias a los escudos deflectores.
El gobierno de Caronte, encabezado por el administrador Vargas recibió todos los vítores y reconocimientos propios por haber manejado la situación con rapidez y eficiencia. Todo volvió a la normalidad cuando una vez más el encargado del comando central, entró a la oficina del administrador y le dijo que había algo más en el mensaje de advertencia que recibieron.
“Por favor, vengan por mí”
Sin dudarlo más enviaron un crucero hacia la estación Munin-45.
-Al menos les debemos esa atención -dijo Vargas después de dar la órden-, darnos cuenta de ese mensaje de auxilio después de tanto tiempo es literalmente un insulto a esos héroes.
-Munin-45, Munin-45 -dijo el capitán por la radio-, esta es la Corsario, venimos de Caronte-2383 respondiendo a su llamada de auxilio, cambio.
Pero no hubo respuesta alguna, la radio se mantuvo silenciosa.
-Munin-45, esta es la Corsario, hemos venidos por ustedes, respondan por favor.
Repitieron este mensaje varias veces, pero no les respondieron. En la pantalla se podía ver el mal estado en el que se encontraba la estación espacial; trozos de la estructura flotaban alrededor de la estación, las señales lumínicas estaban apagadas, no parecía haber actividad alguna.
-Se ve muy mal -comentó el administrador Vargas en el comando central.
-No quiero ser un maldito insensible, administrador -dijo el coordinador Bjerk-, pero dudo mucho que haya alguien con vida en ese lugar, tal vez ellos fueron los primeros en ser golpeados por la onda de energía.
Vargas no respondió sino con un largo suspiro.
-¿Es posible recuperar la caja negra de la estación? -preguntó a uno de los oficiales más cercanos.
-Le transmitiremos sus órdenes a la tripulación señor, pero es probable que sí.
El crucero se acercó a una distancia segura, debido a los escombros que flotaban alrededor de la estación no era posible atracar en la esclusa. Media hora después tres integrantes de la tripulación salían de la nave, con sus trajes espaciales de color azul con franjas negras, y se dirigieron a la estación. Sus trajes tenían pequeños conductos que iban desde la mochila hacia las palmas de los guantes y las suelas de sus botas, por ellos circulaba vapor que salía disparado a chorros lo que les permitía avanzar en la dirección que el usuario deseara. Con mucho cuidado navegaron evitando los escombros y llegaron a una compuerta. No se podía abrir de forma normal así que tuvieron que volarla. Ya dentro los envolvió una oscuridad total, al encender las luces de sus trajes se percataron del estado en el que se encontraba el interior.
-Vaya -dijo uno de los soldados por su comunicador-, es un desastre.
Algunos paneles habían sido arrancados de las paredes y flotaban plácidamente junto a otros objetos. Los tres hombres avanzaron mientras hacían a un lado las cosas que tenían enfrente. Después de unos minutos llegaron a la sala de observación, el cristal protector había sido destrozado, al parecer algún objeto chocó contra él y lo rompió provocando la despresurización del interior.
Mientras tanto en el comando central de Caronte-2383 todos observaban atentamente. Vieron como los pilotos exploraron lo que quedaba de la estación.
-Porque todo está oscuro -preguntó Bjerk.
-Al parecer los generadores auxiliares dejaron de funcionar -comentó uno de los oficiales.
Comenzaron a buscar la caja negra que se localizaba en un compartimento especial en la cubierta de mando. Después de media hora de desmontar una módulo de mando y retirar varias placas de metal, vieron una caja de tamaño medio y color negro.
-Ya tienen la caja negra señor -dijo el oficial a cargo de la operación.
-Bien -dijo el administrador Vargas-, ya no se puede hacer nada más, que sus hombres salgan de ahí, esa estación ya solo es un montón de chatarra.
Mientras los astronautas se dirigían a la esclusa por donde salieron, uno de ellos vio una fotografía pegada en una pared, se dirigió a ella y la observó atentamente; en ella vio una chica sonriente de quince años, que con una mano hacia una señal de “V” mientras tenía de fondo al planeta gaseoso.
-Tal vez sea la hija de algún tripulante -pensó amargamente.
Sin pensarlo dos veces tomó la fotografía y se la guardó en un bolsillo que se cerró a presión. Una hora más tarde el crucero Corsario entraba en el hiper espacio en dirección a Caronte.
El análisis de los datos contenidos en la caja negra tardaron varios días, y cuando estuvieron listos se le comunicó al administrador Vargas.
En una sala audiovisual estaban reunidas varias personas ; entre ellas se encontraba el administrador, el coordinador Bjerck, algunos oficiales del ejército y varios científicos.
-Señores -dijo una mujer de cabello castaño, piel muy morena y que portaba la típica bata de laboratorio que la identificaba como un científico-, buenos días, soy la doctora Dolores. Tal vez ustedes se estén preguntando porqué esta conferencia es confidencial. Y se debe al contenido de la caja negra de la estación espacial Munin-45.
-¿Acaso tiene algo de especial? -preguntó Bjerk.
-Mucho -respondió Dolores-, la información que contiene es muy delicada, aun seguimos analizando algunos datos, pero la gran parte ya ha sido develados. Así que por favor relájense y presten atención.
Al fondo de la sala apareció una pantalla holográfica donde comenzó a reproducirse un video, que eran las grabaciones de las cámaras de seguridad de la estación Munin-45. En todas las tomas podía verse a una chica de quince años, cabello color negro y de facciones ligeramente asiáticas.
-Esperen un momento por favor -dijo el administrador Vargas-, ¿quien es ella?
-Es un humano especialista -dijo la doctora Dolores-, fue engendrada en el CEE de esta colonia. Su número de identificación es 90192833EET, denominación “Kyoko”. Se especializó en el manejo sistemas de control, estaba destinada a las granjas hidropónicas de una colonia localizada en Lartan-027,pero por alguna razón fue a dar a Munin-45.
-Doctora -dijo Bjerk-, ¿acaso ella...?
-Sí -respondió la doctora a la pregunta inacabada del coordinador-, durante más de cuatro meses ella fue la única tripulante e la estación, y fue quien estuvo enviando datos astronómicos recolectados por los instrumentos. Ella fue quien nos envió la señal de alarma de la nova.
-¿Y que ha sido de ella? -preguntó Vargas interesado.
-Para responder esa pregunta, es necesario que vean las grabaciones hasta el final -dijo la doctora.
El video continuó su reproducción y todos fueron testigos del acontecer diario de Kyoko en la estación. Esta primera parte era muy aburrida, solo mostraba lo que la chica hacia diariamente. Entonces llegó la parte del choque de la onda de energía producido por la nova. Todos los presentes observaron con estupefacción como literalmente todo se sacudía, algunas cámaras dejaron de funcionar porque eran de los módulos que se perdieron, las que aun siguieron grabando mostraban a una desesperada Kyoko luchando por salvar la estación espacial. Después fueron testigos de como la chica hacia todas los reparaciones posibles de lo que quedó.
-Solo espero que hayan recibido mi mensaje y vengan por mi- dijo la chica en una de las grabaciones.
-Lo hicimos muy tarde -susurró Vargas.
Durante todo ese tiempo la recurrente melodía sonaba siempre, como si fuera el tema principal de fondo.
Por último vieron como Kyoko perdía la paciencia y gritaba desaforadamente, para después descubrir la fuente de la señal por donde se transmitía la melodía. Observaron a la chica meterse dentro del vehículo de exploración y partir hacia el planeta azul.
-¿Ella se dirigió hacia el planeta NT-200183? -preguntó incrédulo uno de los oficiales.
-¿Cómo es posible que esa melodía haya sido transmitida desde ese planeta? -preguntó Vargas incrédulo- ¿acaso existe alguna colonia o instalación que desconozcamos?
-Caballeros -dijo la doctora Dolores-, a partir e este punto comienza la otra parte de los datos audiovisuales obtenidos de la caja negra. Los cuales son tan desconcertantes como interesantes, estos fueron transmitidos desde el vehículo de exploración antes de perder comunicación. Así que por favor pongan atención de nuevo.
De nuevo la grabación comenzó y ahora aparecía una vista en primera persona, al parecer el casco que usaba Kyoko tenía una pequeña cámara que captó todo lo que sucedió. Se podía ver los controles del vehículo y frente a este una impresionante toma del gigante azul NT-200189. El vehículo avanzó rápidamente mientras era engullido por las nubes de hidrógeno, y como siempre la melodía era la fiel acompañante de Kyoko. Inicialmente todo estaba tranquilo, la chica hacia unos que otros comentarios acerca del planeta o de su posible objetivo. De pronto las nubes azules fueron reemplazadas de golpe por un color blanco extraño.
-No sé que está pasando -mencionó Kyoko- de pronto toda resistencia debido a la fricción desapareció, no tengo lectura alguna del exterior, de hecho mis sensores no leen nada.
El escenario siguió siendo el mismo, un dominante color blanco; no se notaba la sensación de que estuviera avanzando, era como si el vehículo estuviera estático. De pronto el silencio se rompió y por la radio se escuchó un ruido; inició como si fuera estática, pero poco a poco se aclaró.
-Buenos días bonita gente del puerto, los saludo en esta mañana de Lunes...
-¿Que es eso? -preguntó Bjerk.
-Es una transmisión de radio -comentó la doctora Dolores.
-¿Y que idioma es ese?
-Se trata de un antiguo lenguaje de la Tierra, al parecer es “español” de la región de Mesoamerica, los estamos traduciendo al idioma actual.
-Veo que a mucha gente le ha gustado “Por favor ven conmigo” -dijo la voz de la transmisión- así que de nuevo la pondremos para deleitar al público...
-¿Qué es esto? -exclamó Kyoko- Estoy recibiendo lecturas muy extrañas, ¿una atmósfera con oxígeno respirable? ¿la radiación solar no es tan fuerte y permite la vida a base carbono? ¿¡Qué está pasando aquí!?
El blanco perpetuo que rodeaba al vehículo había sido sustituido por un azul celeste, algunas formas extraña de color blanco se podían ver en varias partes, de hecho el vehículo atravesó una de ellas.
-Nubes -dijo el administrador Vargas.
De pronto la imagen se hizo inestable, parecía que la señal se entrecortaba, aun así lograron darse cuenta que la nave de Kyoko comenzaba a descender rápidamente y que se acercaba a una gran masa de agua, probablemente el mar. La imagen se cortó y después hubo confusión, imágenes que mostraban el agua más cerca y después espuma. Ahora se mostraba la nave completamente sumergida y el agua comenzaba a filtrarse dentro de la cabina, el cristal protector se separó de la estructura y lo último que vieron fue a Kyoko nadando hacia la superficie, y la transmisión se cortó.
-Bien -dijo Vargas-, ahora que hemos visto esto, ¿nos puede dar alguna explicación?
-Después de haber analizados los datos, en especial las grabaciones de esta última parte, hemos formulado una hipótesis -dijo la doctora Dolores-, por muy irreal que pueda parecer, esta chica atravesó un agujero de gusano y viajó al pasado.
Todos los oyentes se quedaron callados, nadie hablaba debido a la estupefacción.
-¿Perdón? -dijo Bjerk incrédulo.
-Incluso a mi me cuesta creerlo, pero no encuentro otra explicación posible. Hemos analizado el idioma de la transmisión de radio y como les dije se trata de una forma antigua del español, en especial el que se hablaba en una región del continente americano...
-En otras palabras, la chica fue a dar a la Tierra, ¿no es así?
-En efecto -continuó hablando la doctora-, ahora, en cuanto a la melodía que siempre se escuchaba en la estación espacial y que mencionó la voz, al parecer tuvo cierto éxito durante la década de los veinte del siglo XXI, para ser más precisos en el 2021.
-¡Pero es imposible! -exclamó Vargas-, para empezar un agujero de gusano no es un fenómeno natural, es literalmente un portal hecho por alguna inteligencia superior a la nuestra.
-Por eso estos datos son estrictamente confidenciales -dijo un oficial-, no serán revelados al público, ya se inventará alguna noticia falsa para explicar como es que se recibió el aviso de advertencia de la onda de energía.
-Pues que mal -dijo Vargas-, esa chica fue quien nos salvó la vida a millones de personas, y ahora será olvidad para siempre, ¿no sobrevivió al choque?
-Imposible de verificar señor administrador -dijo la doctora Dolores-, tenemos muy poca información de esa época.
El administrador no pudo evitar sentir lástima por esa chica, no solo su historia no será contada, sino que muy probablemente se perdería para siempre, enterrada entre los archivos clasificados del gobierno.
Mientras tanto, lejos de Caronte-2383, en una enorme estación espacial en forma de anillo que orbitaba alrededor de una estrella, se localizaban los cuarteles principales de la compañía SpaceTech. Esta era la compañía que según se decía fue la que inició los viajes espaciales, y que gracias a ella la humanidad logró llegar a las estrellas, está de más decir que es la compañía más rica de la galaxia. En esta estructura de anillo se simulaba a la perfección todas las condiciones necesarias para el sustento de la vida, aunque solamente estaba habitada por los empleados de la compañía y sus familias. En el edificio central del conglomerado urbano, en especifico en el piso más alto se encontraba la oficina de un hombre. Este sujeto no pertenecía a la junta directiva de la compañía, pero tenía una importante inversión en esta, además que contaba con una característica de gran importancia; era descendiente directo de la fundadora de la compañía.
Su oficina aunque estaba construida con los mejores materiales que se pueden comprar era austera; su dueño había optado por lo práctico ante lo bello. En una de las paredes estaba un periódico enmarcado, era de la época en que los humanos aún usaban papel para plasmar la información. El encabezado del periódico rezaba:
Extraña chica fue encontrada en las playas del Puerto de Veracruz.
Se desconoce su nacionalidad, aunque por sus facciones se cree que es asiática.
Y debajo del encabezado se veía una fotografía de la chica en cuestión, en bata de hospital y acostada sobre una camilla. A pesar de estar herida se le veía sonriente mientras hacia con su mano una “V”.
Del sistema de sonido que envolvía toda su oficina sonaba una melodía, que aunque era rítmica pero sin llegar a ser muy animada; se escuchaban toques ligeros de una guitarra, un saxofón y otros instrumentos. Este hombre la tarareaba mientras miraba a través del cristal hacia el exterior.
-Por favor ven conmigo...
De pronto una puerta que se deslizó a un lado dio acceso a otro sujeto, por su vestimenta era un científico.
-Ha ocurrido -dijo ansioso- la estrella Nervand-3228 entró en nova y estalló.
-¿Qué? -dijo el sujeto distraído-, ¿y vienes a contarme algo que ya sabía que iba a suceder?
-Bueno, como tú eres el jefe del proyecto “Camino Blanco” creí que era necesario informarte.
-Oh bueno, pero sucedió tal y como estaba previsto.
Hubo un momento de silencio entre ellos, el científico se mostraba nervioso.
-Pues a la junta directiva no le agradó que se usara la tecnología de agujeros de gusano para fines personales...
-Por si no lo recuerdas, y por lo que veo ellos tampoco, tenemos instrucciones especificas, dejadas por nuestra fundadora desde que se inventó el viaje hiper espacial, para desarrollar la tecnología de portales y que esta fuera usada tal como lo estipuló, ¿acaso no recuerdan que ella recolectó los datos necesarios para poder tener la teoría?
-Eso fue hace tres siglos amigo -dijo el científico.
-No importa -dijo el otro sujeto-, esas son nuestras órdenes, y si no les gustó pueden discutirlo con ella en persona.
-¿¡Qué!? ¿Estás loco? -exclamó el científico.
-¿Quien controla toda esta estación espacial, la Rakuen?
-Pero es una super computadora...
-No diré más -dijo el hombre-, la tecnología funcionó, diles que fue una prueba para verificar su correcto funcionamiento, ya les daré los detalles después.
El científico salió de la oficina dejando solo al hombre, quien usando un controlador mental reanudó la reproducción de la melodía que fue interrumpida.
-Por favor ven conmigo...
-Me gusta esa melodía -dijo repentinamente una voz dentro de la mente del hombre.
-Lo sé Kyoko, es agradable.
Era la supercomputadora que controlaba la estación espacial Rakuen. La fundadora de SpaceTech, antes de morir, transfirió toda su personalidad a un ordenador, el cual supervisó la dirección de la compañía durante tres siglos. Ahora era una inteligencia artificial que aunque ya no tenía parte de la personalidad inicial, todavía conservaba los recuerdos de esta.
-Por favor ven conmigo... canturrearon los dos, descendiente y la IA.