martes, 11 de mayo de 2021

Único

 

La situación era molesta, en verdad muy molesta, pero ¿qué se podía hacer? Había resultado así y al parecer no tenía remedio, si es que en verdad lo necesitaba. Ilbar sabía que no era su culpa, pero tenía que recordárselo muy a menudo, más en la sociedad en la que vivía.


Todas las mañanas cuando despertaba tenía que lidiar con el hecho de ser solamente un individuo, una persona, una unidad; en la sociedad clónica esto era inaudito, aunque muchos dirían “aberrante”.


Ilbar había terminado de vestirse; tomó su almuerzo y se preparó para ir al trabajo, solo, como siempre había sido desde que tenía vida. Cada vez que salía de su apartamento apresuraba el paso para no tener que saludar a sus vecinos, y así evitar notar que ellos eran muy diferentes a él, pero para su desgracia no siempre era así. Cuando recorría los pasillos se topaba con grupos de clones, quienes cuando lo observaban mostraban diversas reacciones, al igual que los comentarios que decían.


-Mira, ahí va él.


-Sí, el “Solo”.


-¿Porque permitieron su nacimiento si iba a estar solo?


Los oigo muy bien, idiotas” pensaba Ilbar molesto.


Aunque había otros que lo saludaban de forma normal, pero Ilbar no se tomaba mucha molestia en ser cortés a la hora de regresar los saludos, él sabía los demás clones lo discriminaban por no formar parte de una unifamilia.


Los clones ya hacía tiempo que habían logrado emanciparse como individuos con personalidad propia, no meras copias de humanos ya existentes. Era obvio que esto causó una gran conmoción en la sociedad humana. Inicialmente la tecnología de la clonación era vista como una rareza, e incluso algo perverso, pero después que las compañías que la promovían lograron demostrar que era segura e incluso beneficiosa literalmente se convirtió en una moda. Todo mundo quería tener una copia de sí mismo por cualquier motivo; que los suplantaran en el trabajo, para tener a un hermano gemelo con quien compartir su vida, o para tener órganos de repuesto en caso de que se necesitaran. Pero como los clones eran copias exactas de otros seres humanos, era obvio que estos algún día desarrollarían algo que los haría iguales a sus amos, el libre albedrío, y entonces dijeron “basta, ya no seremos sus esclavos”.


La sociedad clónica está conformada por pares o tríos de hermanos, llamados “dúos” o “triadas”, según como hayan sido engendrados en los centros de procreación. Los integrantes de los dúos y triadas hacían todo juntos; vivir en el mismo techo, comer, trabajar etc. Era obvio que alguien como Ilbar sería visto como una rareza, ya que él no tenía hermanos clones. Nunca supo porqué era así, y buscó por todas partes la respuesta pero recibía tantas y tan variadas que todo el asunto se le hacía sospechoso: “hubo un fallo en la combinación genética de tus hermanos y tuvieron que ser abortados”, “ibas a formar parte de una triada, pero los ostros dos cigotos fueron absorbidos por el tuyo y al final resultaste tú” Ilbar se hartó de dichas respuestas y solicitó su eliminación, la cual fue negada ya que él no presentaba alguna deformidad o enfermedad que le impidiera desempeñarse como un clon funcional.


Su trabajo se localizaba en una ciudad humana cercana, pero antes de partir debía pasar por la pequeña aduana de su ciudad para registrar su hora de salida, todo clon que laboraba fuera de la ciudad Géminis-Alfa debía realizar este paso importante.


Ilbar entró en la pequeña oficina y lo primero que vio fue a la triada Logos; ellos estaban encargados junto a otras tres unifamilias, de realizar dicho registro.


-¡Ah! ¡Hola Ilbar! -saludó afablemente Logos-23-, que bonita mañana tenemos ¿cierto?


-Hola -respondió Ilbar de forma poco afable.


-Y como siempre él tiene un humor deplorable -comentó uno de los clones, Logos 24.


-¿Aún te detestas a ti mismo por no tener otros hermanos clones? -secundó Logos 25.


Ilbar sintió una repentina punzada de odio, pero se controló rápidamente.


-Bueno, no es mi culpa -respondió un poco brusco.


-Claro que no lo es -comentó Logos 24-, y no hagas caso de las burlas de mis tontos hermanos, los acaba de regañar el supervisor y no saben con quien enfocar su mal humor.


-Pues yo no lo dije en tono de burla... -dijo tímidamente Logos 25.


-Creo que haré una pregunta redundante, pero vas a Puebla capital, ¿cierto?


-Así es, voy al trabajo -respondió Ilbar.


-Vaya, se ve que los humanos en verdad nos necesitan, queda demostrada nuestra superioridad genética -dijo Logos 25.


-¿Que actividad realizas en tu trabajo, Ilbar? -preguntó Logos 23.


-Me dedico a analizar bases datos y estructurarlos, además de darle mantenimiento a lo sistemas de control de la empresa -dijo Ilbar mientras rellenaba el formulario.


-Oh, ya veo, suena interesante -dijo Logos 24.


-En tu idioma quiere decir “aburrido” -comentó 25.


-Bien, terminé, les deseo buen día -dijo Ilbar mientras recogía su tarjeta de salida.


La triada Logos lo despidió al unísono.


-Pero que anomalía -comentó 24 cuando Ilbar se había alejado.


-¿Porqué no lo han eutanizado? Su existencia es una mancha para la sociedad clónica -dijo 23.


-Pues él me da un poco de envidia.


Logos 23 y 24 miraron a su hermano sorprendidos.


-¿Qué has dicho? -preguntaron ambos atónitos.


-Que el es único e inigualable, no comparte todo con otros; su personalidad, apariencia física, secretos... todo es suyo, y de nadie más -dijo Logos 25 con un tono de melancolía.


Sus hermanos lo observaron molestos; por lo general los miembros de una unifamilia debían compartir todo, incluso el desprecio hacia otros, pero Logos 25 al parecer no estaba en consonancia con la tradición.


Ilbar ya estaba dentro de su vehículo levitador en dirección a su trabajo, para pasar el tiempo comenzó a recordar la corta historia de la sociedad clónica. Hacia veinte años que todos los clones lograron obtener su emancipación, y se instalaron en una zona que les fue concedida por el país que los produjo. Ahí fue donde fundaron su ciudad “Géminis Alfa”; al contrario de lo que muchos humanos pronosticaron la ciudad se desarrolló hasta que se convirtió en una metrópoli autosuficiente y muy avanzada, todo esto debido al intelecto superior de los clones. Por temor, y tal vez envidia, las naciones humanas impusieron varias restricciones para tener a los clones bajo control; no podían formar un ejército que sobrepasara los mil integrantes, un cierto número de clones debía laborar en otros países o estados del país donde se localizaba Géminis-Alfa; esta medida se estableció según para mantener la cooperación y asegurar relaciones cordiales entre humanos y clones, aunque en realidad era para mantener una vigilancia constante y tratar de influenciarlos en favor de los humanos.


Ilbar era uno de estos casos, su intelecto era superior al de los clones promedio, e incluso podría rivalizar con una computadora a la hora de realizar análisis. Pero en vez de trabajar con los clones fue enviado a una compañía humana.


-Puebla capital a tan solo diez minutos -dijo la voz de la computadora de su vehículo-, Puebla capital a tan solo diez minutos.


-Bien -dijo secamente Ilbar.


Media hora después Ilbar entraba por la puerta delantera de la compañía dónde trabajaba.


-Buenos días Ilbar.


-¡Hola Ilbar!


-Ilbar ¿cómo te va?


Estos saludos y otros semejantes le eran dichos cada vez que llegaba; él los respondía un poco más eufórico que cuando sus congéneres clones lo saludaban, más que nada para mantener las apariencias, ya que como todo clon Ilbar consideraba a los humanos como inferiores.


No tienen la misma rectificación genética que nosotros; sus genes se desarrollan al azar sin ningún tipo de control, surgen errores imprevistos como enfermedades congénitas o retrasados mentales. Muchas veces se dejan guiar por sus emociones y no por la lógica o la razón. Y a diferencia de nosotros los clones, los humanos necesitan de años de preparación para ser profesionistas y poder desempeñarse en el ámbito laboral. En realidad son seres inferiores a nosotros”.


Pero aquí era donde la forma de pensar de Ilbar se volvía contra él, ya que una de las principales cualidades de los humanos era su individualidad. No siempre había dos humanos iguales, con excepción de los gemelos. Cada persona era diferente y única del resto, algo que compartían con Ilbar, y le causaba suma molestia al clon ya que la individualidad era de lo más normal en la sociedad humana, mientras que él se consideraba una anomalía.


Durante el resto del día Ilbar lo dedicó a sus tareas laborales, las cuales consistían en las que ya había mencionado antes usando una computadora con dos teclados y dos pantallas. Para todo aquel que lo observara resultaba impresionante ver como sus dedos “volaban” entre los dos teclados que usaba para introducir datos. Sus ojos se movían de forma constante entre una y otra pantalla, revisando siempre que no existieran errores de escritura en las cadenas de código. Sus demás compañeros de trabajo se quedaban atónitos al ver semejante precisión sobrehumana, olvidando su condición de persona mejorada genéticamente. Aunque no todos los humanos sentían el mismo asombro por Ilbar, muchos le tenían cierta aversión por su naturaleza; solo era la copia de un ser humano.


Era la hora del almuerzo e Ilbar se encontraba en el comedor de la compañía. Como era su costumbre comía solo, no tenía ganas de compartir mesa con los humanos, pero esa vez fue diferente.


-¡Hola Ilbar! -exclamó una persona al verlo.


Se sentó junto a él de forma casual como si fuera un amigo íntimo, e Ilbar se sorprendió enormemente ante tal intromisión, aunque se contuvo para no decirle que lo dejara solo.


-Moisés -dijo Ilbar respondiendo al saludo, inclinándose ligeramente.


-Oh perdona, no te pregunté si deseabas estar solo, -continuó hablando Moisés-, pero ya que estoy aquí comeré a tu lado.


El recién llegado se acomodó en su silla como una gallina que se echa en su nido, moviendo las caderas hasta que se sintió cómodo.


-Ugh, de nuevo habas hervidas -comentó Moisés mirando su plato-, con lo que gana esta compañía deberían cambiar el menú por algo más sabroso, ¡como quisiera comer un gordo y delicioso bistec!


Moisés hizo un gesto que acompañado por sus palabras debía esbozar una sonrisa en su oyente, pero el único movimiento del clon Ilbar solo fue para llevar un trozo de comida a su boca, donde fue masticado silenciosamente. Moisés dejó de lado la indiferencia de Ilbar y procedió a dar cuenta de su almuerzo. Durante la comida hizo pequeños comentarios acerca de una y otra cosa, con la esperanza de entablar conversación con el clon; algo que parecía difícil aunque Ilbar si respondía algunos comentarios.


-Si instalaran una computadora central para automatizar varios procesos, la compañía se ahorraría mucho dinero al año -había respondido Ilbar a uno de los comentarios.


-Interesante -dijo Moisés.


-Disculpa -dijo de repente Ilbar mientras jugueteaba con la poca comida que había en su plato.


-¿Sí?


-¿Tiene alguna finalidad esta plática?


Ilbar esperaba que el molesto individuo se sintiera avergonzado y se fuera.


-Oh, solo quería conocerte mejor, eso es todo -dijo Moisés sin mucha afectación.


-¿Porqué? -preguntó Ilbar un poco confundido.


-Pues ya hace más de dos meses que estás en esta compañía, pero he notado que eres una persona muy solitaria. Tal vez te sientas un poco incómodo al tratar con nosotros, los seres humanos, así que me gustaría saber como te sientes en esta compañía. Yo trabajo en recursos humanos y mi deber es atender psicológicamente a los empleados.


-Hasta ahora no me quejo -dijo lacónicamente Ilbar.


-Ya veo.


Los dos guardaron un momento de silencio, el cual se alargó y terminó por ser incómodo.


-¿Cómo soportan ser diferentes? -preguntó de repente Ilbar, mientras observaba a su alrededor.


-¿Disculpa? No entendí tu pregunta -dijo Moisés un poco confundido.


-He notado que ustedes los humanos son diferentes unos de otros, ¿cómo es que lo soportan?, ¿cómo es posible que su sociedad funcione así?


Moisés notó que Ilbar observaba a los demás trabajadores, en su mirada podía notarse cierta melancolía.


-Tal vez porque así es como hemos vivido desde hace mucho tiempo, tal vez desde nuestros orígenes como especie. Hemos aprendido que todos somos diferentes, tanto en apariencia como forma de pensar. Claro muchas veces han existido ciertas fricciones debido a nuestra naturaleza tan individualista, pero siempre encontramos un punto en común donde todos estamos de acuerdo sin importar las diferencias.


-Ya veo -dijo Ilbar.


-Ahora que lo pienso, en la sociedad clónica los individuos se agrupan en grupos de dos o tres, ¿cierto?

-Se llaman unifamilias -dijo Ilbar-, y sí, por lo general son de dos a tres individuos, a veces existen cuatro.


-Vaya, ¿y tú tienes a otros hermanos?


-No, soy solo uno -dijo el clon algo incómodo-, mi designación oficial sería “Ilbar-01”.


-¿Y porqué solo estás tú? -continuó hablando Moisés con cierto interés.


-No sé, nadie sabe decirme porque, y es en realidad molesto -contestó Ilbar irritado.


-Oh, disculpa, no quería ofenderte de alguna forma -dijo Moisés al observar la molestia de su compañero.


-Tal vez entre ustedes los humanos sea lo más normal ser individualistas, pero en la sociedad clónica la individualidad es una aberración; no es normal, ¡es antinatural! -exclamó Ilbar al mismo tiempo que golpeaba la mesa con un puño.


Las personas que estaban cerca voltearon a ver la causa del alboroto. Ilbar se dio cuenta que se había excedido y sintió vergüenza.


-Disculpa -dijo levantándose y haciendo una reverencia-, me deje llevar por la ira y causé un alboroto, lo siento en verdad.


-¿Eh?, oh, no es ningún problema, al parecer yo dije algo que te molesté, soy yo quien debe disculparse.


Los dos intentaron disculparse el uno al otro, pero la escena se hizo ridícula y mejor se sentaron de nuevo guardando silencio.


-Oye -dijo Moisés cuando acabó de almorzar-, si tienes algún problema tal vez yo pueda ayudarte, recuerda que doy asesoría psicológica al personal, sabes donde está mi oficina, hasta luego.


Ilbar lo observó mientras se iba, “¿en realidad necesito ayuda de este humano?” pensó con desdén, pero muy a su pesar una parte de él lo creía así.


Muchas veces durante el resto del día Ilbar se devanaba los sesos entre ir o no a la oficina de Moisés.


¿Qué puedo ganar de ir a ver a ese humano? No sabe como funciona nuestra sociedad clónica ¿Que puede hacer por mí? ¿Darme los hermanos clones que no tengo?” Ilbar estaba buscando excusas para no ir, pero en alguna parte de su mente tenía ese pequeño deseo de ir a hablar con Moisés. Tal vez era el deseo de expresarse, de intentar buscar alguna solución a su problema.


El día siguiente no fue, y el otro tampoco, pero el deseo se hizo cada vez más fuerte que no tuvo más opción que ir.


Estaban sentados en sillones cómodos, Ilbar pudo notar que las paredes tenían carteles con mensajes positivos escritos en ellas, era la oficina de cualquier psicólogo.


-... Y ese es mi problema -dijo Ilbar cuando terminó de narrarle.


-Ya veo -dijo Moisés reclinándose en su silla-, entonces tu eres mal visto porque no tienes a otros hermanos clones, solo eres tú.


-Así es -comentó Ilbar.


-¿Y no sabes porqué estás solo?


-No, he buscado por todas partes la respuesta y nadie sabe decirme algo.


-Bueno, eso quiere decir una cosa, que eres irreemplazable -dijo Moisés de repente.


-¿Cómo? -dijo Ilbar confundido.


-Que no existe otro como tú, eres único. Los clones se caracterizan por ser copias de otros individuos, y por que pueden ser reemplazables ¿cierto?


-Sí, nuestros cuerpos solo viven en promedio veinte años. Cada semana debemos ir a los centros de gestación para que nuestros recuerdos sean almacenados de forma digital, para ser implantados en nuevos cuerpos, de esta forma conservamos nuestra consciencia a través del tiempo.


-¿Y tú pasas por el mismo proceso? -preguntó Moisés.


-Así es, todo clon lo hace.


-¿Y a ti te han negado eso?


-No, hasta ahora no.


-Bien, eso quiere decir algo más, tu gobierno te sigue considerando un clon, un ciudadano más.


-Pero los demás no -dijo Ilbar-, mis conciudadanos me ven como una anomalía, ¿es que no lo entiendes? Soy una anormalidad en mi sociedad, alguien que no debería existir.


-¿Y porque sigues existiendo? -preguntó Moisés.


-¿Cómo? -dijo Ilbar confundido.


-Si tu mismo dices que eres una anormalidad que no debería existir, ¿porqué sigues vivo?


-No entiendo tu pregunta... -dijo Ilbar confuso.


-¿Tu gobierno ha intentado eliminarte?


-No, solicité ser eutanizado pero no me fue concedido.


-¿Y haz intentado suicidarte?


-En lo absoluto -dijo Ilbar sorprendido-, no tengo motivos...


Ilbar dejó de hablar, algo en su mente estaba encajando, y trataba de dilucidar que era.


-Tú lo haz dicho -dijo Moisés-, no tienes motivos para morir, deseas seguir viviendo pese a que te consideras una “anomalía”. Tu gobierno ha de opinar lo mismo, no ven alguna necesidad para que seas eliminado, probablemente no es gran problema el que no tengas a otros hermanos clones, tú eres funcional a pesar de ser solo un individuo. No digo que es fácil vivir así en una sociedad como la de los clones, es obvio que serás criticado y discriminado. A pesar de todo puede que existan otros clones a quienes no les molesta tu -llamémosle así- “condición”. Puede que con el tiempo dejen de considerarte una anomalía y empiecen a considerar normal el hecho de que no tengas hermanos clones, e incluso es probable que quieran seguir tu ejemplo; como si impusieras una nueva moda.


Mientras tanto puedes intentar convivir aquí con los seres humanos; a nosotros la individualidad no es una molestia, es parte importante de nosotros”


-Pero hay humanos a quienes no les agradan los clones -dijo Ilbar levantando una ceja.


-Es cierto, y puede que nunca cambien de parecer. Así son las personas, pero no debes esperar a que todo sea fácil de resolver, o se ajuste a tus necesidades. Las adversidades de la vida las puedes encarar con fortaleza tanto física como mental. Debes ser fuerte mentalmente y vivir con tu individualidad, y te darás cuenta que con el tiempo serás aceptado.


Ilbar guardaba silencio, reflexionaba acerca de todo lo que Moisés le había dicho.


En un momento quise ser eutanizado porque no tenía una unifamilia, pero él tiene razón, ¿porqué no cometí suicidio cuando tuve la oportunidad? ¿Será por un primigenio instinto que anida en el interior de todo ser vivo?... así es, deseo seguir viviendo, sin importar las adversidades. No tengo hermanos clones, pero sí me tengo a mi mismo, porque no hay otro como yo”


Cuando la consulta acabó, Moisés acompañó a Ilbar hasta la puerta de su oficina.


-Gracias por haberme escuchado -dijo Ilbar con un ligero gesto de cabeza.


-No hay de, estoy al servicio de todos -contestó Moisés sonriendo mientras Ilbar se iba.


La puerta se cerró, y la actitud de Moisés cambió por completo.


-Así que existen clones sin tener uni-familia ¿cierto? Bueno, esto debo agregarlo a mi próximo reporte. Debo averiguar todo lo posible acerca de estos individuos -dijo sombriamente mientras se dirigía hacia su escritorio.

Los días pasaron y la actitud de Ilbar cambió. Ya no intentaba no ser visto por sus vecinos cada vez que salía de su departamento, si los veía los saludaba afablemente; al principio muchos se sorprendieron por este cambio, aunque lo seguían considerando una rareza. A pesar de sentir todavía desdén hacia los humanos, comenzó a sentir empatía haca ellos por el hecho de ser únicos en su individualidad, justo como él.


Llegó el último día de la semana e Ilbar fue al centro de gestación donde nació. Como todo clon debía asistir para que sus recuerdos fueran almacenados de forma digital, para ser reimplantados en caso de que el cuerpo del clon muriera.


Ilbar yacía dentro de un cilindro, con un objeto parecido a un casco que le rodeaba la cabeza. De la parte de arriba salían varios cables que se introducían en la estructura del cilindro. Mientras duraba el proceso de extracción de recuerdos Ilbar se encontraba dormido, y por lo que podía observarse estaba soñando; sus ojos se movían detrás de los párpados cerrados.


En una sala del centro de gestación se encontraban dos clones. Estaban sentados mientras observaban unas pantallas en las cuales aparecía la imagen de Ilbar y distintas gráficas que representaban sus signos vitales.


-¿Está soñando? -preguntó uno de ellos.


-Así es, 24.


Ellos eran los clones “Gen”, diferenciados por los números 24 y 25.


-¿Crees que ya se haya acostumbrado a su condición individualista?


-No lo sé -respondió Gen-25-, aunque no estaría de más que le dijeran la verdad.


-Imposible -sonó de repente una voz detrás de ellos.


-Señor director -saludaron ambos clones al mismo tiempo.


-Nuestra sociedad está construida sobre un ideal comunitario, y debe seguir así para su correcto funcionamiento. Nadie debe saber que existen clones individuales, ni siquiera él.


Ingus-01, era el director del centro de gestación y también miembro del Consejo de Gobierno de la sociedad clónica. Y al igual que Ilbar un clon sin unifamila.


-¿Y cual sería el problema? -preguntó Gen-24- no creo que sea algo tan especial, solo son otros clones más.


-Por que la causa de su nacimiento sí lo es -dijo el director-, y nadie debe saberlo, en especial los humanos.


Los dos clones Gen observaron confundidos al director.


-¿Sí recuerdan cuales fueron las condiciones para que exista paz entre nosotros y los humanos?


-Que no debemos sobrepasar cierto número de habitantes en la ciudad, y por lo tanto tenemos que controlar nuestra reproducción -dijo Gen-25 molesto, al parecer no le agradaba que algo tan primordial como el derecho a procrear le fuera limitado por los humanos.


-En parte esa es una de las condiciones, por eso solamente debemos reproducirnos mediante los centros de gestación.


-Pero señor director -objetó Gen-24-, seguimos usando el mismo material genético de hace diez años. A este ritmo comenzaremos a sufrir complicaciones como envejecimiento prematuro y enfermedades congénitas debido a la falta de variedad genética.


-Ahí es donde entra el clon Ilbar, por lo peculiar de su nacimiento.


-¿Peculiar? -preguntaron ambos clones.


-Ilbar-01 no fue gestado en este centro, nació del útero de una clon hace veinte años -dijo el director Ingus.


Los clones Gen lo observaron estupefactos.


-Durante todo este tiempo hemos logrado engañarlo, cree que nació hace unos tres años en este centro. Incluso su gestación fue un evento fortuito. Siguiendo el lineamiento biológico su madre debió quedar encinta debido al acto sexual, pero cuando se realizó una investigación más exhaustiva hicimos hallazgos sorprendentes. El ADN de Ilbar-01 no es una mezcla de dos individuos como se cabe esperar, sino que es una copia idéntica al de su madre.


-Pero si los clones de ambos géneros no tenemos la capacidad de reproducirnos sexualmente -dijo Gen-25-, nuestros órganos reproductores están atrofiados o son inexistentes.


-Correcto -dijo Ignus-01-, pero la madre de Ilbar-01 quedó encinta y logró gestarlo hasta la etapa de alumbramiento, aunque desgraciadamente ella no sobrevivió al parto.


-Pero, ¿cómo es que ella quedó encinta si no fue por el acto sexual?


-Partenogénesis -dijo Ignus-01.


-¡Eso es imposible! -exclamó Gen-25.


-Lo mismo creí yo -dijo Ignus-, pero no encontramos otra respuesta a semejante incógnita. Antes de morir interrogamos a su madre si había tenido compañeros sentimentales y si tuvo coito con ellos. Cuando supimos sus nombres se les extrajeron muestras de sangre bajo cualquier excusa y su ADN fue analizado, y como ya les dije ninguno aprobó el examen de paternidad. Ilbar-01 no tuvo padre, su madre se fecundó a si misma, ¿tienen una idea de lo que esto puede significar?


-Que dejaríamos de depender de muestras viejas de ADN para reproducirnos -dijo Gen-25 absorto en sus pensamientos.


-Y que los humanos se lanzarían sobre nosotros si se enteraran de ello -dijo Gen-24 alarmado.


-Exacto, esta peculiaridad no fue prevista por nosotros ni por las compañías que nos crearon hace veinte años. Es una mutación imprevista de la cual sacaremos provecho. E Ilbar-01 no es el único caso, se sabe de al menos otros veinte casos.


-¿¡Tantos son!? -exclamó Gen-24.


-Sí, y no solo eso, se sabe incluso de otros clones que han desarrollado percepciones extra sensoriales.


Los clones Gen solamente se miraron entre sí, asombrados por todas las revelaciones que recibieron acerca de su condición.


-Sí -dijo Ignus-01-, el día que sobrepasemos a los humanos está cerca, sus creaciones probarán ser superiores a ellos.


Mientras tanto Ilbar-01, ajeno a esta situación, soñaba plácidamente, sabedor de que no existía otro como el, haciéndolo único.