jueves, 16 de junio de 2022

Los Enviados Divinos.

 



La gran muchedumbre se había reunido en el sitio indicado, porque era el Día de la Iluminación. Durante un mes los trabajadores habían laborado construyendo un monumento de energía, bajo la dirección de los mimos Enviados Divinos; esos seres que llegaron de las estrellas y le regalaron a los hombres el conocimiento místico. El monumento estaba destinado a proporcionar esa energía que alimentaría a todo un pueblo. Los hogares tendrían energía eléctrica, las calles contarían con iluminación cuando cayera la noche.


Cuando los cuatro Enviados se presentaron a la hora fijada por ellos, todas las personas prorrumpieron en gritos de alabanza y adoración que rallaban en el fanatismo. Los cuatro seres vestían ropas blancas con bordes color carmesí, y cubrían sus rostros con una máscara que no tenía aberturas para los ojos ni la nariz; solo dos líneas de color brillante a la altura de los ojos.


-¡Oigan, hijos del hombre! -exclamó el de enmedio con voz de autoridad- ¡hoy es el día en que le daremos vida a este monumento de energía construido por sus hermanos....!


Tanta maldita ceremonia por un generador de medio rango, como odio estas tonterías” decía uno de los “Enviados” para lo más profundo de su ser.


La ceremonia había durado cerca de una hora, demasiado para el gusto de cierta persona. Después de los cantos y alabanzas, la ceremonia terminó con la consagración del generador de parte de uno de los Enviados, quien levantó las manos e hizo muchos y muy complicados ademanes. Terminada la ceremonia los cuatro abordaron su aeronave que los llevó de vuelta a la ''Morada Divina'', que así era como conocían a la nave donde vivían Ellos.


Erua-25 caminaba por un pasillo en dirección a su cuarto, se había quitado la máscara y si un humano normal la hubiera observado descubriría un rostro muy terrenal, en vez de un semblante “tan brillante que quemaría los ojos del que lo viera de forma directa”


-Pero que estupidez -exclamó Erua-25-, no importa cuantas veces lo hagamos, me parece una tontería.


-En eso tienes razón.


Detrás de ella venía otra mujer, la cual tenía un enorme parecido con Erua-25. Bien podría decirse que eran idénticas como dos gotas de agua; las dos tenían el mismo color oscuro del cabello, corto y ondulado, y las mismas facciones.


-Hola Seru-19 -saludó Erua- ¿de dónde vienes?


Seru se adelantó, mientras se quitaba una máscara igual a la de Erua. Las dos portaban los trajes blancos bordados de rojo, con el símbolo divino trazado en el pecho -el cual solo eran unos trazos hechos de emergencia.


-Vengo del sector 12 -dijo con fastidio Seru-, tuvimos que acudir a “consagrar” un pozo de agua que excavaron los humanos. Colocamos una bomba de agua y les dimos las instrucciones de como operarla. Quería irme pero Tharo-10 insistió en que nos quedáramos un poco más. Demonios que detesto estar entre esos fanáticos, ¡varios de ellos me dieron a sus hijos pequeños para que les diera una bendición de buena suerte! -exclamó Seru fastidiada- ¡Ah! ¡De haber sabido que los niños humanos son tan ruidosos cuando lloran hubiera salido corriendo!


-Te comprendo -dijo Erua sonriendo- pero tu condición de “Enviado” hubiera quedado en entredicho. Desgraciadamente tenemos que fingir ser los enviados de los dioses.


-Ah -suspiró Seru apesadumbrada-, ¿porqué no llegamos a un planeta inhabitado? No tendríamos que lidiar con todo esto.


-Claro, como si eso hubiera estado a nuestra elección -finalizó Erua-25.


Las dos se separaron y cada quien se dirigió a sus respectivos cuartos.


Erua se cambió el pomposo atuendo de Enviado por algo más cómodo y menos llamativo; una camisa de plastitela de color azul y pantalones del mismo material y color. Se recostó en su litera y observó por la ventana; el despejado cielo azul se fundía en el horizonte con el amarillo claro del desierto. Recordó la llegada de ella y sus hermanos hace unos meses, cuando venían huyendo de la esclavitud.


En realidad, todo los “Enviados Divinos” eran clones que se habían fugado de un sistema planetario industrial. Ellos pertenecían a la división de genética; eran espécimenes que serían enviados a distintas partes de la galaxia donde serían usados en diversas áreas; desde uso militar hasta de placer.

Pero un grupo de cincuenta clones lograron burlar la seguridad de su centro de clonación, salieron de sus celdas, tomaron control de una nave y escaparon del sistema entrando en el hiper-espacio, no sin antes haber eliminado cualquier dispositivo de rastreo. Y después de un tiempo de viaje llegaron al planeta donde ahora estaban.


Erua-25 cerró los ojos y tomó una siesta. Cuando despertó sintió hambre y al mirar por la ventana se dio cuenta que la tarde había avanzado. Salió de su cuarto y se dirigió al comedor.


Varios de sus hermanos clones ya se habían reunido y degustaban la comida preparada por sus hermanos clones encargados de la cocina. De los cincuenta clones que habitaban la nave, la mitad eran hombres y la otra mujeres. Todos eran idénticos sin importar el género, aunque cada quien tenía su propia individualidad, no tenían una mentalidad de colmena. Cada quien era único, cada cabeza un mundo aparte.


Erua-25 se dirigió a la alacena donde había platos y cubiertos, tomó los utensilios que necesitaría y después fue a las charolas donde estaba la comida, que se componía de un guisado de verduras y carne como plato principal, la sopa era un caldo. Se dirigió a la zona de mesas y vio que alguien le hacia señas, era Seru-19 quien estaba acompañada de Asthar-06 y Landar-12, clones masculinos a quienes conocía, se sentó con ellos y comenzaron a platicar.


-Vaya, que deliciosas verduras -exclamó Asthar-06- los humanos de la villa Andú si que saben su oficio como campesinos.


-Y la carne proviene de los pastores de Han -comentó Landar-12.


-Al menos salimos ganando algo con esta farsa -comentó Seru-19- no tenemos que preocuparnos por la comida, los humanos la entregan como ofrenda.


-No por eso me siento menos molesta -dijo Erua-25 mientras se llevaba una cucharada a la boca.


-¿En serio te molesta tanto tu papel como Enviada?


-Sí, no soporto estas tonterías de los enviados y demás, porque tenemos que fingir algo que no somos.


-¿Te molesta que los engañemos, que nos aprovechemos de su ignorancia? -preguntó Landar-12.


-No exactamente eso -dijo Erua-25 mirando a sus compañeros-, sé que nos beneficia que sean ignorantes y no conozcan nadad de tecnología y ciencia avanzada, ya que si no fuera así nosotros llevamos las de perder. Pero lo que me molesta es que nosotros estemos dependiendo de ellos; nos dan comida y por eso no nos preocupamos por obtenerla nosotros mismos, y si nos lo propusiéramos sería fácil que se convirtieran en nuestros sirvientes. Pero está mal, muy mal. Si seguimos por este camino dejaremos a un lado nuestro propio desarrollo intelectual y social; nos convertiremos en parásitos que dependemos de idiotas religiosos que creen en nuestras mentiras. ¿Qué pasará cuando se den cuenta que es una farsa? ¿Que sus temidos Enviados son tan terrenales como ellos? Se lanzarán sobre nosotros sin tenernos compasión alguna.


-En eso tienes razón -dijo Seru-19-, a mi tampoco me gusta la idea de que dependamos de ellos, pero yo lo veo de otra forma. Nosotros somos clones, y estábamos destinados a ser los esclavos de otros humanos. Pero aquí los roles se han intercambiado, ahora nosotros somos sus amos, y por lo que veo ninguno humano de allá abajo se atrevería a revelarse contra sus ''Enviados''.


-Y ahora que lo mencionan -dijo Landar-12-, ¿saben porqué estos humanos son tan primitivos?


-No se sabe con certeza -respondió Asthar-, pero por los pocos registros que hemos recolectado se tiene la teoría de que hace mucho tiempo, tal vez más de doscientos años, existía en este planeta una civilización colonial muy avanzada. Pero ocurrió alguna catástrofe que la destruyó, los sobrevivientes olvidaron poco a poco las ciencias avanzadas hasta que las consideraron algo místico. Y antes del colapso dicha civilización cortó comunicaciones con otras colonias, por eso nadie ha venido a investigar la situación actual.


Para molestia de Erua-25 la conversación derivó en otros temas, y su inconformidad quedó hecha a un lado. Horas más tarde, Nor-02, uno de los líderes de los clones, convocó a una sesión informativa donde todos debían asistir. Se habían reunido en lo que antes fue una bodega, que había sido acondicionada como sala de reuniones. Se habló de muchos temas, entre ellos uno que resultaba muy preocupante para todos; las consecuencias de ser clones.


-Como todos sabemos -dijo Nor-02, un clon masculino con aire de intelectual- nosotros al haber sido creados en un laboratorio como productos, tenemos un tiempo de vida límite el cual varía de entre diez a veinte años. Todos salimos del tanque de gestación con la apariencia y estatura de un humano jóven de quince años, pero no todos tenemos el mismo tiempo de vida; sabemos que hay varios de nosotros que no deben pasar de los diez años...


Erua-25 escuchaba con congoja. Ella era uno de esos clones. Solo tenía doce años como tiempo límite, aunque apenas hace unos dos años ella salió del tanque de gestación. De forma involuntaria observó sus manos; uno de los síntomas del envejecimiento prematuro es la aparición de artritis en las extremidades. Pero puso atención porque Nor seguía hablando.


-Aunque muchos de ustedes estén molestos por la farsa que hemos difundido entre los humanos primitivos, me gustaría que vieran la situación desde otro punto de vista. Llegamos a un mundo donde sus habitantes tienen un nulo desarrollo científico y tecnológico, literalmente son gente primitiva. ¿Qué creen que hubiera pasado si no hubiera sido así? Nuestra oportunidad de sobrevivencia sería nula, ya que los humanos se hubieran lanzado contra nosotros. Y ahora tenemos una amplia gama de oportunidades, entre estas una posible cura para nuestro tiempo de vida límite.


Un rumor de cuchicheos se levantó entre los asistentes cuando Nor-02 mencionó esta última frase, era como el sonido que hacen las hojas cuando son sacudidas por el viento.


Nor-02 cedió su turno a la clon Seru-20, de la misma serie que la amiga de Erua, Seru-19.


-Bien hermanos mios, como ya dijo Nor en este mundo se nos presenta una oportunidad para hallar una cura a nuestra muerte predestinada, los humanos.


Los clones la observaron expectantes.


-Como ustedes saben -continuó hablando Seru-20-, esta nave en la que nos fugamos no es un transporte cualquiera, en realidad es un laboratorio móvil que servía para realizar investigaciones en el espacio, y tiene todo lo necesario para dedicarse al estudio de la genética. Después de un cuidadoso estudio de los archivos de la computadora principal, hemos descubierto un posible método para curarnos; la terapia genética. Esta nos servirá, si no es para curarnos por completo, al menos para extender nuestro tiempo de vida.


De repente alguien levantó la mano.


-¿Si, que sucede? -preguntó Seru-20.


-¿Terapia genética? ¿Y de dónde sacaran el material genético para eso?


Seru-20 esbozó una amplia sonrisa en su rostro, algo que provocó que Erua-25 se estremeciera, porque ya había adivinado la respuesta.


-De los humanos que tanto nos adoran -respondió Seru-20, justo como había pensado Erua.


-Dentro de poco tiempo, además de la comida que nos dan como ofrenda, pediremos también humanos, con la excusa de que serán usados como sirvientes. Debido al fanatismo con el que nos adoran es muy seguro que no se negarán a nuestra petición -agregó Nor-02.


Después de terminada la junta, cada quien regresó a sus propios asuntos. Erua-25 se dirigía a su cuarto, porque algo le había sentado mal, y no era la comida exactamente.


Ahora pediremos sacrificios humanos, esto ya se está apestando” se dijo mientras caminaba.


Al día siguiente Erua fue llamada a la oficina de Nor-02. Al llegar tocó en la bruñida puerta de metal, y esta se deslizó a un lado permitiéndole el paso.


-Hola Erua-25 -la saludó Nor.


-Hola Nor, ¿para qué me has hablado? -dijo ella sin más preámbulos y decidida a llegar al fondo del asunto.


-Bien, antes que nada toma asiento y te diré tu asignación.

Así que me darán una misión, veamos de que trata” pensó Erua.


-En un pueblo localizado a unos cincuenta kilómetros de nuestra nave, se ha desatado una hambruna. Al parecer surgió una plaga desconocida que está acabando con sus cultivos, en especial de maíz. Por lo que hemos averiguado es un hongo que los infecta; deforma los granos haciendo que crezcan excesivamente y los tiñe de negro. Los habitantes no se comen los cultivos y mejor los destruyen.


-¿Y nosotros debemos resolverlo? -preguntó Eura.


-Para ser más preciso tú lo vas a hacer -dijo Nor extendiendo su mano hacia ella.


-¿¡Disculpa!? -exclamo Erua, quien sintió que le habían lanzado agua fría con todo y hielos cuando le dijeron esto último.


-Sí, los demás están ocupados en otras actividades, y por lo que veo tú tienes una agenda algo holgada -comentó Nor-. Recuerda que debemos mantener nuestra posición como seres divinos, por ello debemos ayudar a los humanos.


Su odio hacia su papel como Enviada Divina no hizo más que aumentar. Ahora tenía que fingir que le daba ayuda divina a los humanos.


-¿Y hay alguna posible solución al problema? -preguntó resignada.


-Pues no es muy claro -dijo Nor recostándose sobre su asiento-, el gobernador del pueblo tiene sus propias reservas de alimento, pero no quiere compartirlas con su pueblo, y aunque lo deseara no alcanzarían para alimentar a más de doscientas personas. Además de otra cosa, nuestra posición como seres divinos no debe enemistarnos con las personas con poder, debemos respetar el órden social establecido por ellos.


-¿Quieres decir el sistema de castas?


-Así es, bien sabes que los humanos adinerados y los políticos importantes son los que están por encima de todos; después siguen los soldados, artesanos, y los campesinos. Y nosotros estamos por encima de todos ellos, aun así debemos respetar ese órden social.


-¿Y no puede ir alguien más? -preguntó Erua en un último intento de evadir tan molesta tarea.


-No -dijo terminante Nor-, es hora de que tú también tengas una experiencia de este tipo, recuerda que debemos comportarnos como sus símbolos de adoración.


Y así Erua-25, suspirando y maldiciendo su encomienda, se preparó para su misión. Se vistió con las ropas de Enviado, y salió de la nave principal a bordo de una nave de transporte de personal. Iba acompañada por Asthar-06 y su compañero de gestación Asthar-09. Cuando dos o más clones compartieron tanque de gestación se les conoce como “compañeros de gestación”. Después de dos horas de vuelo llegó al pueblo mencionado. Lo primero que notó fue el clima semi árido que predominaba. Las lluvias eran escasas y el único cultivo resistente a tales condiciones era el maíz, un tipo de planta cuyos antepasados fueron tratados genéticamente.


Erua descendió de la nave y observó a su alrededor.


-Buena suerte Erua - dijo Theron-12, el piloto de la nave.


-Bien pues -dijo Asthar-06 por su intercomunicador-, vamos.


-Entendido -respondió 09 por la misma vía de comunicación.


-No tengo de otra -dijo Erua con desgana.


Por lo general, los clones usaban los intercomunicadores de sus máscaras para hablar entre ellos, de esta forma tenía algo de privacidad cuando estaban rodeados de humanos.


Cuando llegaron a la entrada del pueblo, se dieron cuenta que un numeroso grupo de humanos los estaban esperando. Al frente de estos se encontraban dos, cada quien tenía una apariencia que contrastaba con la del otro. Uno era jóven y alto, bien vestido y por lo que notó Erua bien alimentado, el otro más viejo, vistiendo ropas desgastadas aunque aun completas; estaba muy flaco en comparación del jóven, y esta misma delgadez la compartía con el resto de humanos que estaban detrás de ellos.


-Saludos Enviados Divinos -dijo el hombre jóven haciendo una reverencia, cuando los clones llegaron frente a ellos-, soy el mayordomo del gobernador, mi nombre es Enath, estoy aquí en representación de mi señor quien les pide mil disculpas por no recibirlos en persona, pero se encuentra indispuesto, y no deseaba desagradar su santos ojos con su enferma apariencia.


-¡Oh, grandes Enviados Divinos! -exclamó el anciano con exaltación-, ¡benditos sean ustedes al venir hasta nuestro humilde pueblo!


Antes de que Erua pudiera responder todos se postraron ante ella con la cara al suelo, a excepción del mayordomo quien solo se inclinó.


-¡Levántense! -dijo Erua con tono brusco.


Los humanos literalmente se levantaron como movidos por un resorte, no querían ofender a un ser divino.


-Oh, Enviados -repitió el anciano-, disculpe nuestra osadía, pero cuando escuchamos que seríamos honrados con su divina presencia nos apresuramos a acudir con ustedes, ¡por favor les rogamos que nos ayuden!


Todos los humanos juntaron sus manos en señal de súplica. Le lanzaron una mirada vehemente de desesperación.


-Este hombre de aquí es el Anciano del pueblo -dijo Enath extendiendo su mano hacia el viejo-, él es el representante de los pobladores.


En serio están en problemas” -dijo Eura, quien a su pesar se sentía conmovida.


-Hemos escuchado sus plegarias -dijo adoptando un tono de voz que le corresponde a un ser divino-, y hemos sido enviados por nuestros sagrados hermanos a resolver su situación, ¡muéstrenme sus cosechas dañadas!


Todos los presentes lanzaron exclamaciones de alivio que rayaban en el fanatismo; Erua tuvo que hacerse repetir para que le hicieran caso y dejaran de lanzar adoraciones a lo tonto.


Los humanos la escoltaron hacia los campos de cultivo. Mientras avanzaba por el poblado el grupo que los acompañaban se multiplicó con aquellos que se unían a esta extraña procesión; todos ellos ansiosos por ver a un Enviado, y por ver el milagro con el que los salvaría. Jamás en su vida Erua-25 sintió tanta presión.


Decididamente le exigiré a Nor-02 una compensación por esto” -se dijo molesta.


Mientras el grupo avanzaba, Erua observó el estado del pueblo; casas en mal estado, calles sin empedrar y llenas de hoyos, limosneros que extendían la mano para pedir un pedazo de pan. Cuando pasaron por lo que bien podía ser la plaza central, a lo lejos vio una casa muy diferente al resto; era alta y amplia, y con una notable mejor apariencia que la del resto.


-La casa del gobernador -dijo Asthar-06.


-Lo típico de un sistema de castas -comentó Asthar-09-, los que están en un lugar privilegiado deben resaltar de los más inferiores, para dejar en claro su superioridad


-Y nosotros no somos muy diferentes -dijo Erua-, engañamos a todos para mantenernos en lo más alto.


Mientras caminaban Erua notó algo; un niño pequeño estaba a un lado de la calle. Estaba más flaco que los demás humanos, este muy probablemente no había ingerido ningún tipo de alimento. Pero lo que más le llamó la atención a los tres clones era que estaba encadenado por el tobillo a una estaca clavada en el suelo.


-¿Porqué esta así? -preguntó Erua señalándolo.


-Oh -dijo el mayordomo con indiferencia-, los padres de ese infelíz se atrevieron a desafiar al gobernador, así que fueron ejecutados y su hijo fue encadenado a la vista de todos, como un recordatorio de que la desobediencia se castiga con rigidez.


-Un castigo muy severo, solo sus padres debieron ser castigados -dijo Erua mientras miraba al niño.


-Esa es la ley, Enviada Divina -comentó el mayordomo quien la observó con atención.


-Además el chico esta mal -añadió el Anciano-, no puede hablar, solo es una carga para los demás. No vale la pena que ustedes, Excelencias Divinas, pierdan su tiempo con él.


-Por favor, continuemos nuestro camino -dijo Enath.


Mientras avanzaban Erua no dejaba de observar al niño. Aunque ella no tenía interés alguno de esos humanos primitivos, sintió lástima por él. A pesar de todo, un clon no es más que otro ser humano, al cual le fue negado su reconocimiento como tal solo por ser una copia genética.


Entonces sucedió algo que la sobresaltó; mientras seguía mirándolo el niño cruzó su vista con la de ella, y Erua-25 se detuvo en seco y si no hubiera tenido su máscara muchos hubieran observado una expresión de sorpresa.


-¿Pero que fue eso? -exclamó perturbada.


-¿Estás bien? -le preguntaron sus compañeros clones por el intercomunicador.


-¿Sucede algo, Enviada Divina? -dijo a su vez el Anciano.


El mayordomo también la observó con interés.


-N-no, no fue nada, sigamos -dijo Erua después de unos segundos.


Pero que habrá sido eso” se dijo mientras avanzaban.


La comitiva dejó atrás al pueblo, pronto llegaron a los campos. Le enseñaron los cultivos de maíz, en especial los que estaban dañados por la plaga. Erua observó las mazorcas, arrancó una y la examinó más detenidamente. Nunca creyó ver algo semejante, todos los granos se habían hinchado hasta quedar completamente deformes, aparte que habían adquirido una tonalidad negruzca que terminaba por darles una apariencia grotesca.


-Pero que extraña plaga -comentó Erua.


-Parece que es producida por un hongo -comentó Asthar-09.


-Gran Enviada -dijo el anciano apresurándose a detener a Erua-, no toque esas inmundas mazorcas con sus santas manos...


Pero ella lo detuvo con un ademán imperativo. Los tres clones analizaban la mazorca. Erua observó después el campo de maíz y pudo darse cuenta que gran parte de el estaba contaminado.


-¿Alguien se ha alimentado de este maíz? -preguntó Astahar-06 al anciano.


-¡No! -exclamó asqueado el anciano-, claro que no Gran Enviado. Esas plantas están malditas, todos creemos que es una maldición. Solo observe esa apariencia horrenda; granos deformes y ese espantoso color negro, claro que nadie se atrevería a comerlos.


-¿Y sólo cuentan con estos cultivos para alimentarse, no tienen ganado? -preguntó Asthar-09.


-Vivimos en tierras áridas -dijo el mayordomo-, y es difícil criar animales aquí.


-Sólo el gobernador puede tener ganado -comentó el Anciano, cuyo tono a este comentario daba un enorme significado.


-¿Y el gobernador no puede compartir algo a sus hermanos humanos? -dijo Erua dirigiéndose al mayordomo.


-Oh, es que las lluvias han estado muy malas -se apuro a responder Enath-, y los animales están muy flacos. Así que esperábamos que ustedes, Excelencias Divinas, nos ayudaran. Deseábamos ver un milagro -finalizó mientras esbozaba una sonrisa.


-Si de algo estoy seguro, este sujeto tiene otras intenciones -dijo Asthar-06 por su intercomunicador.


-Nos está vigilando, quiere comprobar si en verdad somos divinos -respondió Erua por la misma via de comunicación.



-Por favor, ¡hagan un milagro! -dijo el Anciano con urgencia- ¡Curen nuestra cosecha y sálvenos de morir de hambre!


-¡Sálvenos Enviados Divinos!


-¡Se los rogamos, por favor!


Erua-25 sintió de nuevo esa estrujante presión. Los creyentes querían ver un milagro en ese mismo instante.


-Están locos -dijo Erua-25 por su intercomunicador.


-Debemos idear algo pronto, o nuestra reputación como Seres Divinos quedará en jaque -dijo Asthar-09.


Una vez más el mayordomo los observó con atención. A diferencia de los demás humanos, parecía que también estaba ansioso de presenciar un milagro, pero por razones diferentes.


-¿Bien, Erua, que se te ocurre? -dijo Asthar-06


¿Qué se me ocurre?, nada, maldición” pensó ella molesta.


Los aldeanos veían a sus seres divinos, espectántes. Deseaban ser salvados de una muerte cruel por inanición. Aunque no lo admitían, muy en el fondo sabían que no podían contar con sus gobernantes humanos; después de todo solo eran simples mortales como ellos, que no podían hacer otra cosa más allá de imponerles leyes estrictas y aprovecharse de su ignorancia. Pero ahora tenían estos seres que llegaron del cielo, bajando en su barco volador, a quienes incluso los mismos gobernantes se habían sometido. Trajeron consigo cosas nuevas y desconocidas, pero que habían utilizado en favor de los plebeyos, dándoles esos postes con hermosa luz blanca, que brillaba aún en las noches más oscuras. Les dieron remedios extraños y que sabían muy mal, pero que eran capaces de curar hasta la enfermedad más pernisiosa. Y ahora querían que salvaran sus cultivos, porque si lo hacían también los salvarían a ellos de la muerte.


Erua-25 y sus compañeros eran conscientes de todo ello. Sabían que con cada problema que debían atender se exponían a que fallaran, y si eso pasaba la fé que tenían en ellos se podría desvanecer, y socavaría la autoridad que tenían sobre esos humanos ignorantes.


-¡Tranquilícense humanos! -exclamó Erua-25, levantando los brazos-, esto que tienen ante ustedes no es una maldición, ¡es un cambio que le ha ocurrido a sus cultivos!


Toda la gente murmuró impresionada.


-Mis divinos hermanos y yo nos prepararemos para darle su bendición a este nuevo cambio -continuó hablando Erua exaltada-, así que no desesperen, ¡ustedes serán salvados!


Gran parte de la muchedumbre congregada prorrumpió en alabanzas, aunque hubo algunos que se quedaron cayados. A pesar de todo tenían sus dudas, pero no se atrevían a decirlas. El mayordomo solamente los observó, y su sonrisa más bien era una burla.


De vuelta en el transporte, Erua se dejó caer extenuada en una silla.


-Que alguien me salve -dijo suspirando.


-¿Y bien? -preguntó Asthar-06 mirándola-, ¿Que vas a hacer, Enviada Divina?


-No sé -dijo con voz lastimera Erua.


-¿¡No sabes!? -exclamó su compañero-, ¿Y cómo se te ocurrió haberles dicho eso de que serán salvados?


-¡Porque no tenía idea de qué hacer en ese momento! -exclamó Erua con los brazos abiertos- ¡la presión era tanta que sólo quería salir de ahí a como de lugar! ¿Porqué diablos Nor me dio este trabajo?


Y de nuevo se dejó caer en la silla.


-Pues tenemos que idear algo y pronto -dijo Asthar-09 dirigiéndose a 06-, esto no solo es problema de ella, recuerda que NUESTRO dominio sobre ellos está en juego.


Erua desvió su mirada a una mesa cercana donde habían dejado algunas de las mazorcas infectadas. Observó su fea apariencia. Una de las cosas que notó fue que aparte de la forma y el color, no presentaban otra característica que aumentara su repulsión. No despedían un mal olor, ni escurría algún liquido de los granos. Incluso olían a verdura fresca.


Erua tomó una de las mazorcas y le arrancó un grano deforme que se llevó a la boca.


-¿¡Pero que crees que haces!? -exclamaron alarmados los dos Asthar.


-No sabe mal -dijo Erua sencillamente.


-¿Qué? -dijo Asthar-06 confundido.


-¿Tenemos laboratorio de análisis en este transporte? -preguntó Erua.


-Es pequeño, pero si hay uno -respondió Asthar-09.


-Bien, analizemos este maíz maldito -dijo Erua.


Quitaron algunos maíces infectados y los sometieron a diferentes estudios, media hora después obtuvieron los resultados.


-Bien, ya tenemos los resultados del análisis -dijo Asthar-06 pero ¿para qué nos servirán?


-Creo que ya sé como resolveremos esto -dijo Erua mientras veía los resultados.


-¿Cómo? -dijeron los Asthar confundidos.


-Vamos por más mazorcas infectadas.


Otra media hora después se había congregado una gran muchedumbre en el centro del pueblo. Todos veían expectantes a los Enviados. Frente a los clones había una mesa y sobre ella una charola cubierta.

La gente se preguntaba que era eso, y en que podía ayudarles en su situación. El mayordomo Enath también se encontraba presente, preguntándose que harían los Enviados Divinos.


-¡Escuchen, hijos del hombre! -exclamó Erua alzando los brazos exaltada- ¡han sido bendecidos! Por que la hambruna se va a terminar.


Un murmullo circuló entre todos los presentes.


-Esta plaga -dijo Erua tomando una mazorca-, este mal que ustedes consideran una maldición, ¡es en realidad su salvación!


-¿Qué? ¿Nuestra salvación?


-¿Como?


Los clones Asthar se encontraban nerviosos. Aunque los resultados del análisis habían sido concluyentes, no creían que esta gente se atreviera a hacer lo que Erua estaba por pedirles. Literalmente era todo o nada.


-¡Sí! Por que esta plaga es en realidad un cambio, una simple transformación del maíz. No es dañina para ustedes, así que pueden alimentarse de estos granos deformes sin temor alguno.


La expresión de turbación que se dibujo en las caras de los asistentes, y las exclamaciones de sorpresa y rechazo fueron una señal de alarma para los clones Asthar, quienes aunque no hicieron movimiento alguno, sus intercomunicadores estaban a reventar con sus propias expresiones de preocupación. El mayordomo no hacia más que sonreír, como si estuviera a la espera de algo que él ya había adivinado.


-Ese sujeto me preocupa -dijo Asthar-06 por su radio mientras observaba al mayordomo.


-¡Miren y vean, incrédulos! -continuó Eura-25 con su mismo tono de exaltación- si no quieren creer lo que dicen sus seres divinos, entonces atestígüenlo con sus propios ojos, ¡ven! -exclamó mientras hacia una seña a alguien.


De un lugar cercano a ellos apareció el niño famélico, muy nervioso y caminando lentamente. Cuando llegó a un lado de Erua, esta descubrió el plato y a la vista de todos se pudo ver un extraño platillo, compuesto de trozos de carne y queso, revueltos con los granos negros. Por un instante el niño dudó en probar dicho alimento, pero cuando su nariz fue asaltada por el aroma tomó una pequeña porción con las manos y la masticó. Inmediatamente se abalanzó sobe el plato y devoró con desesperación la comida. Los habitantes observaron estupefactos esta escena.


-¡Observen con atención! -exclamó Erua-, ¡vean como esta desdichada criatura se alimenta de esta comida hecha con el maíz de la plaga! Dense cuenta que no le sucede nada en este instante, y ni le ocurrirá algo, ¡por que este es un alimento que ha sido bendecido por nosotros los Enviados!


Y para dar peso a sus palabras esperaron un buen tiempo, para demostrar que la comida a base de maíz infecto no era dañina. Al contrario, el pobre niño pidió más, pero desafortunadamente solo ese plato habían preparado.


-Ya pasó mucho tiempo, ¡y vean a ese niño, no le pasa nada! -exclamó alguien entre la multitud.


-¡Es cierto!


-Ustedes lo han atestiguado -dijo Erua-, esa es la salvación de su hambruna. No quemen ni destruyan los cultivos infectados, coséchenlos y alimentense de ellos.


-¡Alabados sean los Enviados!


-¡Bendita es su gracia por salvarnos del hambre!


Sus compañeros clones literalmente respiraron aliviados.


-Vaya, eso fue arriesgado -dijo Asthar-09 por su intercomunicador.


-Pero salimos ganando -dijo Erua usando el mismo medio de comunicación-, se creyeron mis patrañas , eso es lo importante. Ahora larguemonos de aquí.


Entonces ella se fijó en el niño, quien la miraba y le hacia señas pidiéndole más comida. Ella le acarició la cabeza gentilmente.


Ya no sufrirás más hambre” dijo Erua en su mente, y se sobresaltó al escuchar una respuesta a este pensamiento.


-Por favor, Excelencia Divina -dijo el Anciano, quien se encontraba entre la multitud-, bendiga nuestros campos para que tengan una abundante cosecha de ese “maíz divino”


Erua hizo un gesto de fastidio, el cual afortunadamente pasó desapercibido gracias a la máscara.


-Allá vamos, hijo del hombre -respondió con voz solemne.


Para celebrar el fin de la hambruna, la gente cosechó el maíz y lo cocinó como mejor les pareció. Hubo lo suficiente como para alimentar a todo el pueblo, incluso el mayordomo probó esta comida, más por obligación que por gusto, no quería ofender a los Enviados Divinos.


Pasó el tiempo y el problema de la hambruna se resolvió. Los habitantes del pueblo comenzaron a alimentarse de los maíces infectados por el hongo. Debido al aspecto desagradable del maíz, la gente de alta alcurnia como los nobles y los ricos no se atrevían a tocarlos siquiera. Esta actitud aseguró que la gente pobre tendría más alimento para ellos. Los clones se llevaron con ellos algunas de las mazorcas, después de estudiar al hongo que provocaba esa infección, lograron encontrar una forma de propagarlo de forma controlada en sus granjas de hidroponía que tenían en la nave.


Erua-25 se encontraba en un mirador de la nave principal. Observaba el panorama mientras reflexionaba. Debido a su éxito de resolver la hambruna, ahora los Enviados Divinos tenían una buena excusa para su nueva petición; la ofrenda de humanos. Nadie puso objeción y les fueron entregados veinte humanos, todos ellos jóvenes y saludables; ninguno pertenecía a la clase alta, todos eran hijos de plebeyos. Horas antes Erua había visto con pesar y desagrado el arribo de esos humanos. Les vió atravesar el hangar y ser dirigidos al área del laboratorio. Mientras caminaban observaban maravillados la estructura de la nave, creyendo que en realidad serían los siervos de esos seres llegados del cielo, aunque ninguno de ellos viviría para contar lo que vieron.


-Muy probablemente ya están siendo procesados para la terapia genética -dijo Erua pensativa-, y estoy muy dividida, ¿usaré la terapia que será elaborada a base de tejidos humanos, o me quedaré así? Tal vez sólo me queden unos poco años de vida “útil”, pero no sé, siento que estaría comiendo carne humana para curarme.


-Pues nadie te obliga a usar la terapia -le dijo Serua-19, quien la acompañaba-, por que yo sí lo haré. Quiero extender mi tiempo de vida.


-Yo también, no quiero vivir solo doce años -dijo vivamente Erua-, pero no de esa forma, aprovechándome de los humanos, por muy ignorantes que sean.


-Te preocupas demasiado, sólo considerálos como ganado.


-Explícame como esa forma de pensar tuya se diferencia de la de los humanos que nos crearon en el laboratorio, quienes nos consideraban igual – dijo Erua con ironía.


-¿Acaso te crees moralmente superior a los demás? -preguntó Serua, con una sonrisa de desdén.


-No, pero si tú me preguntas, deberíamos ser diferentes a esos humanos. Podríamos ser los amos de los humanos primitivos, pero sin rebajarnos a ser déspotas que viven de ellos, eso nos conduciría al hedonismo y a la inutilidad, y con el tiempo serían esos humanos ignorantes quienes nos destruyan.


Serua soltó una carcajada.


-¿Acaso esperas que esos idiotas sean capaces de igualarnos tecnológicamente? -dijo Serua viendo a su amiga con un enorme desdén- nosotros ya los controlamos, hemos empezado a dirigir su educación para hacerlos dóciles y obedientes, incluso con el tiempo los criaremos selectivamente para que sean una raza de sirvientes.


Erua-25 sonrió triunfal, como si tuviera una respuesta adecuada al comentario de Serua.


-Lo que tú y los demás creen, es que todos los humanos son iguales. No creen que existan algunos que nos puedan igualar, o incluso sobrepasar.


Erua se levantó y entró por una puerta, dejando a su amiga confundida.


Se dirigió a su cuarto, donde encontró a un niño sentado en una mesa mientras veía una pantalla holográfica, donde pasaban varias imágenes didácticas. Al sonido que hizo la puerta al abrirse, el niño volteó a ver, y cuando vio a Erua su cara se iluminó de alegría.


-¿Cómo te sientes, Eru? -preguntó Erua al verlo.


Por toda respuesta el niño sonrió. Aunque aún estaba algo delgado, pero la aplicación de un suero intravenoso y una moderada y constate alimentación le devolverían la salud. El chico vestía las mismas ropas que usaban los clones, algo que molestó a algunos de los compañeros de Erua. Él, que había sido castigado por el crimen de sus padres, le fue entregado como ofrenda.


Erua tomó una silla y se sentó a un lado del chico, quien apoyó su cabeza sobre el hombro de su madre adoptiva.


-¿Te gusta tus estudios? -preguntó la clon.


Sí, son muy interesantes, y divertidos”


-Que bien.


¿En serio ustedes vienen de otro mundo, y que este barco los trajo hasta aquí?”


-Sí, buscamos un nuevo hogar y lo encontramos, aunque creo que hicimos un extraño trato -dijo ella haciendo una mueca.


A mi no me importa, creo que soy afortunado de vivir entre ustedes que estar con esa gente tonta”


-Bien, mientras seas feliz, pero oye, ya que tú sabes la verdad, ten cuidado de no decírsela a nadie, ¿entendido? -dijo Erua mirando a Eru.


Le hizo un guiño y se llevó un dedo a la boca recomendando silencio. El chico solamente sonrió.


Así los dos siguieron hablando, pero sin usar un lenguaje sonoro. La primera vez que lo vió, Erua descubrió que no estaba exactamente mudo, podía comunicarse pero sin usar la boca. Nunca creyó que entre un montón de humanos primitivos, encontraría a alguien capaz de hablar en su mente, sin usar un medio sensorial normal. Y ahora ese niño excepcional, viviría entre los Enviados Divinos, de quienes descubrió su máximo secreto.


Fin.


domingo, 15 de mayo de 2022

El mejor regalo.

 

Lo habían abandonado todo en su prisa por escapar del planeta SVL-67. Desde instalaciones recién construidas hasta maquinaria. Querían escapar cuanto antes. Aunque tenían lo último en tecnología para afrontar las condiciones adversas del planeta, los colonos decidieron que no valía la pena. Aunado a que les llegó el rumor de que el gobierno colonial rompería comunicaciones con la Tierra, no querían quedarse varados en un planeta tan espantoso.


De entre todas las cosas que dejaron abandonadas, y tal vez debió ser lo único que no debieron dejar atrás, estaba una cámara de criogenia, repleta de embriones congelados listos para ser incubados por la instalación de natalidad. La inteligencia artificial M.A.D.R.E–30 tenía en cuenta esto, ya que también ella fue abandonada. Nadie le dejó instrucciones claras sobre lo que tenía que hacer, y ahora se encontraba ahí, sola, sin ningún humano a quien asistir, ¿o sí lo había? M.A.D.R.E realizó varios cálculos y llegó a una solución, de inmediato puso manos a la obra para llevar a cabo el procedimiento que ideó. Horas después los más de cien tubos de gestación se llenaron de líquido amniótico sintético. Si no existían humanos a quienes servir, ella los crearía.


Leru-25 descendía con cuidado por una pequeña cañada. El terreno accidentado resultaba peligroso por la gran cantidad de piedras con punta que sobresalían del suelo, además que muchas de ellas se desprendían fácilmente, si un descuidado caminante no se fijaba bien donde pisaba podría caer a lo profundo de la cañada y hacerse daño. Pero Leru-25 no era cualquier caminante, no era su primer vez recorriendo ese tipo de terreno. Después de bajar unos metros llegó a una parte por la que era imposible seguir descendiendo. Dio un vistazo al fondo de la cañada, a unos metros más abajo y tomó una decisión; dio un saltó hacia abajo, recorriendo veloz el tramo que le faltaba por descender y calló de pie como los gatos.


-Listo -exclamo Leru reanudando su caminata.


Dio un vistazo hacia arriba, observando las estrellas y la luna del planeta, y después siguió su camino. El día especial se acercaba y él debía obtener eso, el regalo perfecto para su Madre, la Madre de todos ellos. No permitiría que nadie le ganara ofrendando algo mejor, aunque en realidad no existiera una competencia, y muy probablemente Ella no fuera consciente de la intención, o del motivo por el cual los habitantes de la colonia XPC-123 le ofrendaban regalos.


El cielo nocturno del planeta estaba despejado, aunque no duraría mucho ya que las tormentas eran cosa de todos los días. Ráfagas de aire muy fuertes, relámpagos que surcaban el aire como líneas ramificadas de luz y electricidad, y lluvia de etanol que calaba hasta los huesos.


M.A.D.R.E se tomó la libertad de modificar un poco el ADN de los humanos que gestó, para que pudieran afrontar las condiciones adversas del planeta, por eso los nuevos habitantes eran un poco más fornidos, permitiéndoles ser más fuertes que un humano promedio, y sus ojos eran capaces de ver en la oscuridad. Aun así era necesario el uso de trajes especiales cada vez que salían al exterior, para protegerse de la intemperie y poder respirar oxígeno, ya que la atmósfera del planeta era venenosa.


Leru-25 siguió andando en dirección a la zona donde encontraría su objetivo, localizada a medio kilómetro.


-Ya verán -se decía mientras avanzaba presurosamente-, le conseguiré a M.A.D.R.E el mejor regalo de todos, quedarán deslumbrados, ¡les demostraré que nadie la quiere más que yo!


Un trueno lejano le indicó que debía hablar menos y caminar más rápido, o hacer las dos cosas al mismo tiempo. Para nada quería estar en el exterior cuando azotara la tormenta que se aproximaba.


Llegó a su objetivo, una planicie rocosa en un valle con una extraña forma circular, aunque en realidad la planicie era el fondo de un cráter dejado por un meteorito.


Leru se detuvo al borde del cráter y observó atentamente hacia la planicie. Y ahí estaba, sobresaliendo del suelo y reluciendo con distintos tonos azulados, un trozo de piedraazul del tamaño de un melón. Lo había ubicado, aunque esa era la parte más fácil de su misión, lo complicado era obtenerlo. En realidad la piedraazul era una aglomeración mineral que crecía en el caparazón de un ''ramur''; una especie de insecto parecido a una cochinilla pero muy grande; los antiguos colonos habían encontrado espécimenes que alcanzaban los cinco metros de largo por dos de ancho. Por el tamaño de la piedraazul que Leru estaba observando tal vez se tratara de un animal jóven, aunque no era fácil asegurarlo.


Leru-25 bajó con cuidado la pared casi vertical del cráter y se acercó lentamente hacia el incauto insecto. El plan era sencillo: acercarse lentamente al ramur, ya que son muy sensibles a las vibraciones del suelo, y cuando estuviera lo suficientemente cerca saltar hacia el y clavar la punta de su lanza justo debajo de la piedraazul, entre el caparazón y la aglomeración mineral. Y haciendo rápidamente un movimiento de palanca quitar el mineral antes de que la criatura huya enterrándose en el suelo. Sonaba fácil, aunque llevarlo a cabo podría resultar muy distinto.


Avanzó con suma precaución caminando lentamente, tratando de posar sus botas sobre el suelo con mucho cuidado; ante la menor turbación el ramur podría sentir la perturbación del suelo y huir, llevándose consigo el preciado regalo de Leru.


Llegó lo suficientemente cerca y preparó su lanza, tensó todos los músculos y cuando estuvo listo saltó hacia adelante al mismo tiempo que estiraba su brazo clavando la lanza justo en la zona donde crecía la piedraazul sobresaliendo del caparazón. Pero para su desgracia la lanza rebotó en vez de incrustarse, el ramur se estremeció y emergió por completo del suelo revelando todo su cuerpo. Lo primero que Leru-25 observó es que se había equivocado. El ramur era muy grande, casi del tamaño de un vehículo pequeño, y además no huyó como era su comportamiento normal, si no que muy enojado el insecto encaró al tonto que creyó poder molestarlo de forma impune.


Leru observó a ese bicho muy grande, que literalmente era una pequeña mole de escamas y patas, y el ramur lo observó a él; con su colección de ocho ojos, divididos en dos grupos de cuatro.


La criatura comenzó a chirriar mientras sacudía sus piezas bucales. Se sabía que estos animales podían atacar si eran provocados, pero no eran especialmente peligrosos. Leru-25 recogió su lanza del suelo y se preparó para el combate. No quería matar al insecto, pero lo haría si deseaba obtener esa piedraazul. Se lanzó hacia adelante empuñando su arma cuando una sacudida levantó polvo y piedras, y Leru observó al ramur atrapado por una pinza enorme, llena de bordes aserrados y muy filosos. La pobre criatura se sacudía desesperadamente por intentar zafarse, cuando esa misma pinza se retrajo hacia el suelo llevándose a su presa.


Leru-25 se quedó paralizado por la sorpresa y el terror, ya que se dio cuenta que estaba en serios problemas. Esa enorme pinza que atrapó al ramur pertenecía a una ''hormiga''. Pero no era la hormiga común que existía en la antigua Tierra; esa variedad de insectos pequeños que a duras penas sobrepasan el centímetro de longitud. No, las hormigas del planeta SVL-67 eran criaturas enormes que podían alcanzar los siete metros de longitud, de ocho patas y una enorme pinza bucal capás de cortar en dos a un humano. Son animales subterráneos que cazan sintiendo las vibraciones del suelo.


Por mucho que deseara obtener el regalo para su Madre, comprendía que estaba en un gran peligro, y muy probablemente Ella apreciaría más su vida que un trozo de mineral. Así que Leru, muy lentamente se dio vuelta, comenzando a caminar despacio para no generar vibraciones. Pero un súbito estremecimiento bajo sus pies le dio a entender que eso no funcionaría. En un último instante saltó justo en el momento que la gran pinza de la hormiga salía del suelo a gran velocidad cerrándose, aunque no atrapó algo. Leru se levantó de un salto y emprendió la huida, debía alcanzar el borde del cráter y escapar de esa trampa mortal. A su derecha vio un montículo de tierra que avanzaba rápidamente para interceptarlo, cuando estuvo muy cerca Leru giró repentinamente cambiando de dirección esquivando el ataque, pero se dio cuenta que otra hormiga se dirigía hacia el, emergiendo parcialmente del suelo con su pinza abierta completamente lista para cerrarla sobre Leru-25.


Corrió hacia adelante, tratando de aumentar la distancia entre él y su perseguidor, pero para su desgracia se dio cuenta que no lo conseguiría; la hormiga era muy rápida.


-¡Maldición! -exclamó Leru al darse cuenta que su muerte estaba cerca.


De pronto una pinza salió del suelo a toda velocidad, atrapando a Leru mientras lo elevaba por los aires. Lanzó un grito de angustia y terror que solo él pudo escuchar dentro de sus casco. La excursión para conseguir el regalo perfecto terminaría en tragedia, con Leru-25 siendo devorado por un insecto gigante. O eso hubiera ocurrido de no ser por que la otra hormiga que lo perseguía se estrelló contra la que lo atrapó, cerrando sus pinzas sobre su congénere. La otra criatura abrió sus pinzas soltando a Leru quien al caer al suelo de inmediato se alejó cojeando. Por una ocurrencia se dio vuelta y observó a esos monstruos peleando entre sí, aunque uno de ellos seguía apresado por el otro e incluso ya estaba siendo devorado mientras se retorcía.


El traje de Leru lo había protegido del ataque de las pinzas, pero se había rasgado y tenía una filtración de oxígeno.


-Debo regresar rápido a la colonia o estaré perdido -se dijo.


Le costó subir el borde del cráter debido a la pendiente muy pronunciada, pero logró llegar a la cima y se alejó. Perdía de forma constante oxígeno, e incluso sentía una sensación de frío, tal vez el aislamiento térmico también sufrió daños por el ataque.


-Bien, aunque casi muero, pero no me voy con las manos vacías -se dijo sonriente mientras abría una mano donde sostenía algo.


Mientras escapaba logró atisbar un repentino brillo azulado, un trozito de piedraazul del tamaño de una uva, el cual recogió a la carrera.


-No es mucho, pero al menos le daré algo a Madre -dijo guardándose el mineral en una bolsa de su traje.


Después de una hora de camino comenzó a sentir la falta de oxígeno, le costaba respirar por lo cual jadeaba mucho. Sentía que le dolía el cuerpo, en especial la zona donde la pinza lo atrapó. Miraba hacia atrás temiendo que algo lo estuviera siguiendo, ya que las hormigas no son los únicos depredadores del planeta. Después de un tiempo por fin vio a lo lejos las instalaciones de la colonia, empotradas en una montaña. Esta visión esperanzadora le dieron fuerzas y redobló su esfuerzo, rogando porque el oxígeno le alcanzara siquiera hasta la entrada.


Cuando por fin llegó aporreó con todas sus fuerzas el metal de la compuerta de la entrada, pero al parecer nadie le respondió.


-¡Abran, maldición! -exclamó mientras activaba su radio.


Cayó al suelo sintiendo la falta de oxígeno, el indicador de su traje mostraba un alarmante bajo nivel del gas vital, solo tenía unos minutos más antes de que se acabara por completo. Entonces escuchó el ruido que hace el metal cuando se desliza sobre una superficie y sintió que alguien lo tomaba de los brazos y lo jalaban al interior de la colonia.


-Mira que eres un idiota -le recriminaba Lera-26, su hermana, quien fungía como doctora de la colonia.


Leru estaba recostado en una camilla, descansando de su aventura.


-Tenía que hacerlo -respondió él sencillamente.


-¿Salir a la Planicie de la Sombra, arriesgando tu vida por solo conseguir un trozo de mineral? -exclamó Lera molesta.


-Sí, sabes que un regalo para Ella lo vale -respondió su hermano con la misma seriedad.


-Podrías haberle dado cualquier cosa, por muy sencillo que fuera, Ella apreciaría el sentimiento detrás del regalo.


-Pues yo decidí que no puedo darle cualquier cosa, tenía que ser algo especial. Recuerda que pertenezco a las Fuerzas Expedicionarias, recorremos los rincones olvidados del planeta para cartografiar toda su superficie. Incontables veces nos hemos salvado de accidentes gracias a los consejos de M.A.D.R.E y la valiosa información que nos da.


Lera-26 observó a su hermano alzando una ceja. Era cierto que el trabajo de Leru era peligroso, y que gracias a M.A.D.R.E lograron salvar muchos obstáculos, pero aun así se le hacia muy exagerado que arriesgara su vida sólo por un regalo.


-Bien podrías darle una manualidad como yo planeo hacer -dijo Lera saliendo del cuarto.


Leru-25 solamente se reclinó en su cama y descansó.


Era el día especial, esa fecha del año en la que los habitantes de la colonia XPC-123 le ofrendaban regalos a M.A.D.R.E-30, la inteligencia artificial que los vio nacer. Leru-25 atravesó distintas zonas de la colonia, todas ellas atendidas por sus hermanos. M.A.D.R.E les dio la educación necesaria para que fueran capaces de atender la colonia y mantenerla funcionando, pero solamente eso. Ellos fueron quienes crearon su sociedad, en cuyo centro estaba esa inteligencia artificial.


Leru llegó al Santuario de M.A.D.R.E, el lugar donde se encontraba la súpercomputadora. Por el corredor que llevaba hacia el Santuario iban y venían varios habitantes de la colonia; los que iban llevaban consigo los distintos regalos que le ofrendarían a Ella, los que venían tenían en el rostro una expresión de alegría y satisfacción por haber entregado su regalo. Leru pensó que muy pronto sería como estos últimos, a pesar que solo le llevaba un pequeño trozo de piedraazul.


Llegó a la entrada del Santuario, que estaba celosamente custodiada por las Sacerdotisas; dos jóvenes gemelas idénticas que tenían el deber de asistir a M.A.D.R.E, aunque en realidad no fuera necesario.


-Alto -dijo la chica de la derecha extendiendo una mano-, ¿qué llevas ahí?


Leru mostró su pequeña piedra reluciente, la cual hizo brillar los ojos de las Sacerdotisas.


-¿Dónde la conseguiste? -preguntó la de la izquierda.


Les narró su pequeña aventura con el ramur y las hormigas asesinas. Las expresiones de cada sacerdotisa eran dos polos opuestos; una de ellas estaba asombrada, mientras que la otra lo veía con reprobación.


-Eso fue demasiado, -dijo la que desaprobaba lo que hizo Leru-, te arriesgaste mucho sólo por un regalo.


-No me importa -dijo Leru muy orgulloso-, al final obtuve lo que quería. Yo deseaba agradecer a M.A.D.R.E por todo lo que ha hecho por nosotros, pero no le daría un regalo cualquiera, no señor, ella se merece algo más especial, así que le traje una hermosa roca brillante.


-Un trozo de mineral excretado por un insecto, querrás decir.


-Bien, ¿me dejarán pasar? -preguntó Leru, quien ya se estaba impacientando.


Las dos Sacerdotisas se hicieron a un lado y pulsando un botón la compuerta se abrió, Leru siguió su camino.


Estaba dentro de una gran sala y en medio había un enorme servidor; ese era el cuerpo de M.A.D.R.E. Leru avanzó con cuidado tratando de no pisar todos los objetos que había en el suelo; los distintos regalos dados pos los habitantes de la colonia a su Creadora, y donde Leru iba a dejar el suyo.


-Habitante Leru-25 -dijo una voz fría y artificial.


Esa era M.A.D.R.E-30.


-Hola Madre -dijo Leru respetuoso.


-He recibido la notificación que fuiste a explorar el Cuadrante A-45, un lugar alejado donde habitan criaturas peligrosas, ¿podrías explicar tu forma de actuar? -dijo la máquina.


-Solo salí a buscarte un regalo, uno que fuera digno de ti.


-¿A costa de poner en peligro tu existencia? -dijo la voz artificial con una ligera urgencia- tu bienestar físico es más importante, tanto para la colonia como para ti mismo. Por favor te aconsejo que tengas más cuidado en el futuro.


Leru-25 escuchó con atención y respeto la reprimenda, la cual solamente era un sermón suavizado. Después dejó su pequeño trozo de piedraazul en el suelo y salió del Santuario. Cuando se alejó sonreía de satisfacción al igual que los demás, por haberle dado sus respetos a su M.A.D.R.E, y por el regalo que le dio, que aunque era pequeño no por eso dejaba de considerarlo como su mejor regalo hacia su Creadora.