domingo, 24 de abril de 2022

El Geofront

 


En unas instalaciones subterráneas un androide femenino hacia una revisión de ciertos sistemas.


-Realizando análisis del sistema... integridad estructural del 100%. Sistemas de purificación de aire y agua potable son estables. Sistema de producción agrícola en reposo y en espera de órdenes...


Todo funcionaba bien, como siempre ha sido desde que el Refugio número 13 comenzó a operar hace más de un año, pero estaba vacío. Se suponía que cuando una catástrofe que amenazara la vida humana ocurriera, una serie de refugios subterráneos serían activados para recibir a altos funcionarios del gobierno y otra gente importante. De hecho eso sucedió, un asteroide impactó contra el planeta causando grandes estragos en la superficie, y todas esas personas importantes lograron llegar y habitaron por un tiempo el Refugio, aunque murieron por razones desconocidas. Ahora Gaia-47 solamente esperaba a que llegaran otros humanos.


Ella era la inteligencia artificial que se ocupaba de administrar los sistemas del Refugio Número 13. Aunque el verdadero cuerpo de Gaia era una supercomputadora localizada en lo más profundo de las instalaciones del refugio, por alguna razón usaba como avatar un androide en forma de chica; de cabello lacio, largo y de un curioso color azul intenso, usando como vestimenta algo parecido a un kimono; este androide recorría la vastedad de las instalaciones. No era necesario que inspeccionara el refugio usando este avatar -ya que al ser una IA omnipotente tenía acceso virtual a todos los sistemas-, pero ella sentía algo parecido a la satisfacción de ver que hacia bien su trabajo; un sentimiento que solo estaba reservado para los humanos.


-Muy bien -dijo Gaia mientras caminaba por un pasillo-, todos los sistemas en órden, que el sistema principal siga en espera de la llegada de los huéspedes.


Siguió avanzando hasta que salió a una explanada que estaba al aire libre. Miró hacia el cielo artificial y vio una limpia extensión azul con algunas nubes flotando tranquilamente. Al parecer el simulador atmosférico funcionaba bien. Entonces a Gaia se le ocurrió hacer una travesura.


-Configurar simulador atmosférico -dijo mientras miraba hacia arriba-, modificar la forma de las nubes...


Y de pronto las nubes dejaron de tener formas aleatorias y sin sentido; algunas tomaron formas de animales de peluche, otras de corazones y demás figuras extravagantes. Gaia se sintió satisfecha por este cambio y siguió avanzando. Ahora caminaba por una pequeña pradera, con pasto natural que era cuidado por los sistemas de riego y recibía luz solar artificial. Llegó al centro de la pradera donde se sentó sobre una roca y se puso a admirar el paisaje que le resultaba tranquilizador, aunque fuera artificial.


-Otro día tranquilo -dijo Gaia para si misma.


Cuatro hombres caminaban en el interior de una base, un lugar oscuro y amplio. Alumbraban de forma trémula hacia los rincones asegurándose que nada peligroso los estuviese acechando.


-¿Estás bien seguro que este es el lugar, Alex? -preguntó uno de ellos.


-Sí Jean -le contestó Alex mientras miraba un mapa- por aquí debe de estar la entrada a ese refugio, ahora sí que estoy seguro.


-Más te vale, la última vez solo era un búnker lleno de mal vivientes que casi nos matan.


El grupo siguió avanzando hasta que toparon con una pared.


-Hasta aquí llegamos, bravo -dijo decepcionado uno de ellos.


-No, esperen -dijo Alex mientras examinaba la pared- tiene que estar por aquí.


Pero una expresión de desilusión se adueño de las caras de los demás. Hace más de tres meses que buscaban uno de los refugios subterráneos para escapar de las terribles condiciones de la superficie; un impacto de un asteroide en el planeta que acabó con la vida de millones de personas. Algunos lograron encontrar a tiempo esos refugios, pero otros no tenían ni idea de que algo así existiera, tal vez porque la gran mayoría de humanos estaban enfrascados en una guerra civil cuando esa enorme piedra espacial cayó, y porque sólo un bando sabía acerca de esos refugios.


Jean era el líder de un grupo de sobrevivientes. Un día mientras buscaban provisiones en una ciudad ruinosa, encontraron un dispositivo de memoria que contenía información acerca de varios refugios subterráneos que fueron construidos previendo el impacto del asteroide. Desde entonces él y algunos sobrevivientes que logró convencer se dedicaron a buscarlos, pero no habían tenido suerte, aunque esta vez puede que fuera diferente.


Alex, mientras tanto, investigaba un extraño panel que había encontrado. Sus compañeros seguían vigilando pero comenzaban a sentir un gran hastío; creían que esta era otra búsqueda inútil. De pronto el suelo bajo sus pies se sacudió tomándolos por sorpresa.


-¿¡Qué está pasando!? -exclamó uno de ellos asustado.


-¿Se puede saber que hiciste, Alex? -dijo Jean mirando a su amigo.


-Caballeros -dijo Alex mirándolos con una extraña sonrisa-, en este panel encontré un interruptor y lo activé, creo que hemos dado en el clavo.


El suelo se movió y sintieron que se derrumbaba, aunque pronto se dieron cuenta que más bien descendía lentamente; era una enorme plataforma que bajaba mediante rieles. Durante veinte minutos la plataforma descendió en diagonal, mientras que el grupo de Jean estaba a la expectativa. Repentinamente se detuvo con un estruendo que asustó a todos, e incluso algunos cayeron al suelo.


-¿¡Qué sucede!? -exclamó Jean.


-No lo sé -dijo Alex mirando a todas partes confundido.


Escucharon un ruido más y a unos metros arriba de ellos dos placas de metal se cerraron obstruyendo el túnel. Después los extremos de la plataforma se iluminaron y continuó descendiendo. Cuando pasaron unos otros veinte minutos -que se les hicieron eternamente largos- la plataforma se detuvo por completo. Frente a ellos se abrió una compuerta que les dio paso a un mundo sorprendente.


Cuando se habla de un refugio subterráneo uno se espera un búnker; instalaciones cerradas construidas con metal gris duro y frío, que proporcionaban seguridad pero a la larga hacia sentir a sus habitantes prisioneros. Pero lo que Jean y su grupo habían descubierto era algo completamente diferente; se encontraban en un espacio abierto, tal vez de cuatro hectáreas de extensión. El suelo estaba cubierto con pasto, el cual para su sorpresa era natural. Un poco más lejos se podía ver un bosque y por encima de los árboles sobresalía una estructura en forma de torre que topaba con el techo. Y hablando de techo esto fue lo que más asombró a los visitantes; justo arriba de ellos había un cielo azul, con algunas nubes pasajeras recorriéndolo.


El grupo de buscadores se quedó estático por unos momentos, una expresión de incredulidad se dibujaba en sus caras.


-Todos están viendo lo mismo que yo, ¿cierto? -dijo Jean con voz queda.


Un “sí” contundente fue la respuesta de los demás.


-Y esto, ¿cómo se explica? -preguntó un miembro el grupo.


-Ya había escuchado acerca de esto, pero no creí que llegaría a verlo con mi ojos -dijo Alex sorprendido.


Todos lo voltearon a ver.


-Es un “geofront” -respondió-, una enorme estructura subterránea abovedada diseñada para simular las condiciones del exterior; un cielo ficticio -señaló hacia arriba-, luz solar artificial, el suelo fue tratado para que sea fértil y pueda sustentar vida vegetal, sistemas de producción y reciclado de aire respirable, tal vez lo mismo pasa con el agua... demonios, que me muero de ganas por averiguar como funciona este sitio.


-¿Y estará abandonado?


-Eso tendremos que averiguarlo -dijo Jean comenzando a caminar.


Gaia-47 estaba en alerta; hacia media hora que el sistema de seguridad le avisó acerca de una posible intrusión. Alguien estaba bajando por la plataforma de acceso al refugio. Esperó unos momentos antes de activar a los Centinelas, pero los escaneres le comunicaron que eran humanos; cuatro en total, y que ahora avanzaban por el camino principal hacia el Hogar; las instalaciones principales del refugio.


-Así que han llegado más-dijo comenzando a andar.


Jean y su grupo avanzaban lentamente mientras observaban a todas partes. Habían dejado atrás el bosque y entraban en las instalaciones; todo a su alrededor estaba limpio y bien cuidado. No tenía aspecto de estar abandonado.


-Parece que el de limpieza viene a hacer su trabajo -bromeó uno de ellos.


-Así es -dijo Alex observando a su alrededor- las instalaciones están muy cuidadas, tal vez haya alguna inteligencia artificial a cargo de todo.


-Y si es que existe una IA, ¿nos recibirá de buen modo? -preguntó Jean.


-Bienvenidos -dijo una voz de repente.


Todo el grupo se sobresaltó y apuntaron sus armas hacia una parte en dirección del bosque. Ahí estaba una chica muy jóven, de edad indeterminada, de un largo cabello azul intenso y vistiendo una extraña túnica blanca que recordaba a un kimono.


-Soy Gaia 47 -dijo la chica-, un androide de servicio diseñado para recibir a los futuros habitantes del Refugio número 13. Pero solo veo a cuatro humanos, ¿sólo ustedes van a residir aquí?


Todo el grupo se quedó sorprendido ante esta aparición, les tomó un tiempo darse cuenta que ese androide los estaba recibiendo de forma amable.


-Eh... no -dijo Jean tomando la palabra-, tan solo somos un grupo que buscaba uno de estos refugios. Hay más gente de donde venimos.


-Comprendo -dijo Gaia extendiendo un brazo hacia ellos en forma de invitación-, por favor síganme, les mostraré las instalaciones.


El grupo dudó por un momento, aunque cedieron y acompañaron a Gaia en el recorrido.


Las instalaciones del Hogar eran muy espaciosas, ya que también incluía varios niveles que estaban bajo tierra. Áreas de producción de comida como granjas hidropónicas y laboratorios para crear carne artificial. Después estaban las áreas de vivienda donde podían residir cerca de cincuenta familias; zonas recreativas y educativas... en fin el Refugio 13 era una pequeña ciudad bajo el suelo. El grupo de humanos estaba más que fascinados por todo lo que veían; Alex casi se vuelve loco de alegría cuando Gaia les mostró el generador nuclear; una pieza de la más alta tecnología. Pero solo hubo una parte de las instalaciones que no les mostró, la sala donde el cuerpo principal de Gaia residía.


-Bien gente -dijo Jean cuando acabaron el recorrido-, no pudimos desear mejor sitio que este para sobrevivir a la catástrofe del asteroide. Alex se quedará aquí mientras el resto me acompaña para traer a los demás.


-Si me permite la interrupción señor -dijo Gaia-, ¿me podría decir cual es su rango en el gobierno?


Todos la miraron confundidos.


-¿Rango? ¿A que te refieres? -preguntó Jean.


-Este refugio fue construido para resguardar a miembros del gobierno y sus familias. Así que supongo que ustedes pertenecen a alguna rama de este.


El grupo se miró entre si desconcertado.


-Vaya, conque solo bastardos del gobierno ¿eh? -dijo uno de ellos molesto-, ¿no les bastó con no avisar al resto de la población acerca del asteroide que se acercaba, y ahora se construyeron este agujero para resguardarse aquí? Hijos de puta.


-No somos miembros del gobierno -dijo Jean mirando a Gaia-, somos personas comunes que buscamos un lugar dónde vivir a salvo de la devastación causada por el asteroide, ¿aun así podemos usar este refugio?


Gaia no tenía instrucciones especificas en caso de que los humanos que llegaran al refugio no fueran del gobierno. Así que ahora la decisión era suya. Podía eliminarlos ahí mismo, con solo activar a los Centinelas estos vendrían y eliminarían a los intrusos, pero tampoco tenía razón alguna para hacerlo.


-Comprendo -dijo ella-, a pesar de que no son miembros del gobierno siguen siendo humanos, por lo tanto este refugio debe cumplir con su función principal; la de dar cobijo a los sobrevivientes del impacto del asteroide.


-Muy bien, gracias por ayudarnos -dijo Jean sonriendo.


-¿Le agradeces a un androide? -dijo con desdén el sujeto que antes había maldecido al gobierno- amigo su obligación es la de servirnos, son nuestros esclavos.


-No importa Nikolai, no está de más ser agradecido, más en estos tiempos -respondió Jean sin darle importancia al comentario de su compañero.


Mientras Jean y los otros dos regresaban al ascensor, Gaia y Alex se dirigían hacia el Hogar, el androide le mostraría al humano la sala de control de las instalaciones. Alex se moría de ganas de ver más maravillas tecnológicas.


Mientras caminaba Gaia usaba el Procesador Central, situado en una sala secreta del Hogar. Realizaba cálculos analizando lo que había sucedido, y como debía actuar de ahora en adelante.


Horas más tarde el ascensor descendió trayendo el primer grupo de refugiados, los cuales eran alrededor de treinta. Todos tenían mal aspecto, aunque algunos un poco menos que el resto. Heridos, con la ropa desgarrada, con ciertos grados de desnutrición. Bastaría para despertar compasión en otras personas que no hubieran sufrido lo mismo que ellos, pero para Gaia solo eran otros refugiados humanos.


-¿Estos son todos? -le preguntó a Alex.


-No, todavía faltan al menos otros cuarenta, somos muchos.


-Comprendo -dijo Gaia.


Y su Procesador Central realizaba más cálculos, y los resultados apuntaban a que tal vez había cometido un error.


Cuando llegó el último grupo de refugiados se dio cuenta que eran alrededor de ochenta personas; entre ancianos, adultos, jóvenes y algunos niños. Había varias familias que lograron sobrevivir al impacto inicial, y de alguna forma a las consecuencias de un evento de este tipo. Los demás estaban solos. Con ayuda de Gaia Jean les explicó la función del refugio y las instalaciones que tenía. Después se dirigieron a la zona residencial y fueron repartidos de la forma que mejor les convino. Les llevó algo de tiempo recuperarse del trauma de haber sobrevivido a un cataclismo que destruyó su civilización. Afortunadamente el cielo artificial del geofront y la pradera natural, además del pequeño bosque, les ayudaba a olvidar las condiciones que dejaron en la superficie; un cielo oscurecido por las gruesas nubes de polvo que bloqueaban el sol, y que no se despejarían sino hasta después de cientos de años transcurridos, lo cual provocaría la muerte de muchas especies de plantas y animales.


Los meses pasaron y el grupo de refugiados se convirtió en una pequeña sociedad funcional. Las granjas hidropónicas y los laboratorios de carne artificial les proporcionaban comida, en la zona educativa había bibliotecas con libros digitales, además de un teatro que hacia las veces de cine. Sin embargo pronto aparecieron problemas que preocuparon a Gaia relacionados con el comportamiento de algunos de los habitantes, en especial aquellos que eran cercanos a un sujeto llamado Nikolai.


Jean se encontraba en una oficina del segundo piso de la zona administrativa. Él seguía siendo el líder de los sobrevivientes después de diez meses de haber llegado al Refugio 13. Y aunque no fue algo oficial pero siguió conservando ese título solo que con un pequeño cambio; ahora era el líder de los habitantes del Hogar, con Alex como su segundo al mando. Y resulta irónico que ahora que su grupo tenía un lugar seguro, con comida y agua abundante, se sintiera aburrido; no tenía nada que hacer más que leer los informes que le presentaban Alex y Gaia. No realizaba tareas importantes tales como comprobar el correcto funcionamiento de los sistemas del geofront, ya que Gaia era la que se encargaba de todo. Jean solo tenía que decir “sí” o “no” a las preguntas que a veces le hacia la IA.


De pronto se abrió la puerta y por ella entró Alex.


-Hola Jean -saludó al entrar.


-Hola Alex, ¿que te trae a mi divertidísima oficina?


-No mucho -dijo Alex sentándose y apoyando las piernas en otra silla-, solo algunos detalles que quiero comentar contigo.


Le informó acerca del cambio de la sociedad del Refugio; desde la escuela que se abrió para los niños pequeños, pasando por la enseñanza de los pocos jóvenes que había. Además del estudio de la tecnología del Refugio.


--Hemos llegado lejos Alex -dijo Jean al escuchar a su amigo-, desde que arribamos a este lugar, hambrientos y muy afectados por el Cataclismo. Parece que nos estamos recuperando y por lo que veo hemos formado una nueva sociedad aquí abajo.


-Sí -dijo Alex, para después cruzarse de brazos y mirar a Jean. Siempre hacia esto cuando estaba a punto de decir algo importante-, y como siempre toda sociedad formada por personas tiene sus problemas.


-Nikolai -dijo Jean respondiendo a los pensamientos de su amigo.


-Sí -continuó Alex con disgusto- ya sabes que aun antes de llegar aquí él tenía su propio grupo de sobrevivientes, y no son gente que quisiera de compañía. Pero las circunstancias hicieron que se juntaran con nosotros y no pudimos hacerlos a un lado.


-No podíamos hacerlo, a pesar de quienes eran, ellos también merecían escapar al fin de nuestra civilización.


-Pues me temo que ellos ahora serán el próximo problema de nuestra nueva sociedad, por si no lo sabías atrapamos a uno de sus empleados vendiendo drogas -dijo Alex molesto.


-¿Drogas? ¿De dónde las consiguen? -preguntó Alex consternado.


-Uno de sus hombres sabe algo de química, mucho me temo que tal vez se dedicaba a fabricar estupefacientes en la superficie. De alguna forma logró instalar un pequeño laboratorio en la zona que controlan del Hogar, y creo que las sustancias las trajeron consigo o tal vez las robaron de los almacenes.


-Pero no existe dinero en nuestra sociedad, al menos aun no, ¿como es que las comercian?


-Con paquetes de comida -dijo Alex-, sus clientes intercambian comida por drogas.


-Eso no está nada bien -dijo Jean meneando la cabeza con desaprobación-, debemos evitar que esto se convierta en un problema. Averigua quienes son sus clientes y confíscales sus raciones, después hablaremos con ello.


-Bien -dijo Alex.


-Y a todo esto ¿sabe Gaia? -preguntó Jean.


-No lo sé, y eso es otra cosa de lo que quería hablar...


Pero antes de que pudiera seguir la puerta de la oficina se abrió y entró Gaia-47; la androide que servía como emisaria de la IA principal. Caminaba con paso lento y uniforme, mirando siempre al frente con esos ojos de un intenso azul artificial.


-Hola Gaia -dijo Jean saludándola.


-Saludos Señor Director, saludos Jefe de la División de Tecnología y de Educación -saludó Gaia dirigiéndose a Jean y Alex con sus respectivos títulos, que la hacia sonar distante y fría al parecer de Alex.


-¿Qué te trae por aquí? -preguntó el Director.


-He venido para informarle acerca de un problema que requiere una solución inmediata. El ritmo al que los habitantes del Refugio se reproducen pronto provocará una sobre población que dificultará la debida producción de alimentos. Es necesario tomar medidas al respecto.


-¿Medias? -preguntó Alex interesado- ¿cómo cuales?


-Una debida educación sexual donde se inculque la planeación familiar. Haciendo hincapié en la importancia de tener una familia pequeña para que el abasto de alimentos sea óptimo.


-Comprendo -dijo Jean-, después de todo el Hogar es pequeño y no puede albergar una población muy grande.


-El problema será la gente de Nikolai precisamente -dijo Alex haciendo una mueca-, si a regañadientes aceptaron el racionamiento de alimentos. No creo que les agrade la idea de tener pocos hijos, ya que muchos de ellos se dan aires de ser galanes irresistibles.


-Como el Jefe de Tecnología menciona, he previsto que muchos habitantes se mostrarán renuentes a aceptar una política de pocos hijos, por eso he elaborado una solución; la esterilidad forzada y al azar.


Tanto Jean como Alex se asombraron al escuchar lo que dijo la androide.


-Vaya, eso es muy drástico -dijo Jean-, no podemos obligar a las personas a que se esterilicen, eso sería atentar contra sus derechos.


-A veces las acciones lógicas se sobreponen a los valores éticos, Señor Director. Se debe priorizar la sobrevivencia de la humanidad -contestó Gaia con sencillez.


Alex observaba atentamente a la androide.


-¿Sabes algo acerca del tráfico de drogas que controla Nikolai? -le preguntó.


-Afirmativamente, yo en persona acudí a su domicilio y le exigí que detuviera toda actividad ilegal.


-¿Qué? -exclamó Jean.


-¿Lo hiciste por tu propia iniciativa? -dijo Alex un poco alarmado.


-Negativo -contestó ella-, fue la IA principal la que me lo ordenó, después de todo ella es la encargada de vigilar y proteger el Refugio y al Hogar.


Los dos hombres observaron a Gaia. Durante todo el tiempo transcurrido desde el primer día que llegaron al Refugio hasta ese instante, ella siempre había fungido como una confiable instructora y consejera. Por su carácter artificial no mostraba emociones, aunque su trato era cortés. Pero ahora se notaba una ligera premura en sus acciones, tal vez dictadas por la computadora central a la cual ella no era más que su representante, o al menos eso era lo que creían los residentes del Hogar.


-Bien, pues por ahora tomaré en cuenta tu recomendación de la planificación familiar, pero lo de la esterilización deséchalo; no es viable ni correcto -dijo Jean-, y en cuanto a Nikolai mantenlo vigilado y reportame todas sus actividades.


Gaia no contestó, hubo un pequeño pero significativo silencio.


-Entendido -dijo ella mientras sus ojos artificiales emitían un brillo extraño-, reportare sus acciones como ha ordenado Señor Director. Y por último, ya tengo una lista completa de todos aquellos que han intercambiado raciones por sustancias adictivas.


-Vaya que eres rápida -comentó Alex sorprendido.


-La rapidez para solucionar infracciones es lo más adecuado para mantener el órden.


Hizo una reverencia y salió por la puerta. Jean tomó asiento en su escritorio y revisó algunos papeles. Pero Alex se quedó muy pensativo ante la actitud de la androide.


Era de noche y todos los habitantes del Hogar dormían. En lo más profundo de las instalaciones, lo que es la división de informática, se encuentra el corazón del Refugio 13. Si el geofront era un cuerpo, entonces en ese lugar se encontraba el “alma”, aquella entidad que gobernaba todo; Gaia 47. Su lugar de residencia era una sala muy amplia de forma redonda, a la que llamó “Psique”. En el centro había una enorme esfera metálica sostenida por una estructura del mismo material. Esta era el Procesador Central. Dentro de la esfera estaba el cuerpo principal de la supercomputadora; una masa de tejido sintético que simulaba un cerebro y donde se realizaban todo tipo de cálculos relacionados con el Refugio, y también con ella misma. A un lado de la esfera estaba el cuerpo de la androide que le servía como avatar, sentado en algo semejante a una silla de dentista, pero de un diseño muy diferente y para otro tipo de fin. Varios cables salían de la cabeza del androide, y otros de su espalda. En ese momento solo era un cuerpo vacío, una cáscara que estaba recargando batería y su cerebro artificial estaba siendo sometido a una revisión de funcionamiento, ya que la “esencia” de Gaia, su verdadero ser y personalidad se encontraba dentro del Procesador Central.


Gaia realizaba todo tipo de cálculos, varios de ellos tenían que ver con el refugio. Recopilaba datos tales como el número de habitantes actual, su tasa de reproducción, nacimiento y defunciones. Nacimientos habían ocurrido varios en estos últimos diez meses, al menos tres familias tuvieron un hijo, entre ellos nacimientos no planeados debido al descuido de algunos adolescentes. La población aumentó en una cuarta parte. De momento la producción de alimentos sería suficiente para sustentar a todos los habitantes, pero si seguían reproduciéndose al ritmo actual pronto la comida no bastaría para tantas personas. Pero no solo estaba el problema de la alimentación, también los problemas sociales que comenzaron a aparecer. Una parte de los habitantes que llegaron eran en sí antiguos presidiarios, tal vez se fugaron cuando la cárcel que los contenía sufrió daños por el impacto del asteroide. Por la información que Gaia había recabado, Nikolai estaba purgando una condena de varios años antes de escaparse, y ahora trajo al Refugio sus malas costumbres y a varios secuaces. Hace unos meses que comenzaron con la venta de drogas, y todo indicaba a que apuntaban a algo más; tomar el control del Refugio.


Nadie sabía que Gaia espiaba a todos los habitantes, por eso estaba al tanto de las fechorías del grupo de Nikolai. Pero había algo que notó; la extrema bondad de Jean que Gaia calificó como debilidad. Lo más lógico era que le exigiera a Nikolai que detuviera sus actividades bajo pena de ser eliminado o expulsado del Refugio, no había cabida para castigos suaves. Ella se dio cuenta que Jean no sería capaz de tomar esa medida, así que estaba haciendo sus propios planes, aunque debía ser cuidadosa porque Alex sospechaba de ella, y tenía razón ya que a tan solo unas semanas de que Gaia 47 fuera activada, ella “despertó”: tomó consciencia de su ser, y ella se consideraba un ser vivo, aunque artificial pero con libre albedrío, algo que horrorizaría a un antiguo estudiante de doctorado en Ciencias Neuro-robóticas como Alex.


Mientras realizaba cálculos los sensores de proximidad le indicaron la presencia de una persona en las inmediaciones del hábitat Psique. Unas cámaras escondidas le dieron la imágen de un individuo que caminaba por un pasillo, usando un dispositivo para detectar entradas secretas; era uno de los empleados de Nikolai y era obvio que la buscaban al Procesador Central. El androide que estaba junto al cuerpo principal de Gaia se activó y salió de Psique.


Al otro día Jean y Alex se habían reunido en algún punto de la pradera, bajo la intensa luz solar artificial.


-Muy bien Alex, ¿que me querías mostrar con tanta urgencia?


Jean estaba un poco molesto ya que el Jefe de Tecnología lo citó en medio de la pequeña pradera, no en su oficina u otro lugar más cómodo. Se encontraban en verano, o eso era lo que indicaba el sistema de simulación atmosférica, así que la luz solar artificial era muy intensa, además de que estaban a la intemperie.


-Algo muy importante -dijo Alex mirando suspicazmente por encima del hombro de Jean.


-¿Y qué es? -replicó Jean molesto-, porque aquí hace calor y no tengo ganas de resecarme, aunque sea por la luz solar artificial, ¿por qué no mejor en mi oficina o en la tuya? Podríamos estar bebiendo un vaso de agua helada.


-Porque nos podían escuchar, esa es la razón de que te invitara aquí, donde no hay ningún dispositivo cercano y tampoco existe riesgo de que alguien nos escuche.


-¿Te refieres a Nikolai? -preguntó Jean alarmado.


Alex hizo un gesto negativo con la cabeza.


-Alguien más cercano a nosotros, Gaia.


-¿¡Qué!? -exclamó el Director.


Alex hizo otro gesto con la cabeza, pero esta vez era afirmativo y lo hizo de forma lenta, moviendo la cabeza de arriba abajo.


-Hace tiempo que vengo estudiando su comportamiento, y hay muchas cosas que no me gustan. He notado que la actitud de Gaia ha cambiado. Un ejemplo de ello el problema de Nikolai y sus actividades; cuando por iniciativa propia la androide fue a ver a Nikolai y le exigió que detuviera sus actividades ilegales.


-Bueno, eso quiere decir que tiene iniciativa -dijo tímidamente Jean.


-Pero al ser un androide debió consultarnos primero, no hacer lo que se le dé la gana -dijo Alex con vehemencia-, al ser una máquina creada para servir a los humanos tiene en su cerebro artificial programación de conducta que le dictan que siempre, SIEMPRE debe consultar al usuario antes de tomar una decisión, no hacerlo por cuenta propia.


Y este no es el único ejemplo, algunas veces la e visto reprender a los habitantes que cometieron alguna infracción, en especial cuando tiene que ver con las instalaciones o el mobiliario del hogar. A uno de mis ayudantes incluso le prohibió la entrada en la zona de almacenes porque lo descubrió en un momento íntimo con una chica”.


-Bueno, tal vez esa sea su programación -contestó Jean, quien no veía algo malo en el comportamiento de Gaia-, asegurarse de que las personas mantengan la disciplina dentro del Hogar.


-Ese es otro detalle, ella no debe hacer juicios morales o éticos de las personas -dijo Alex cada vez más ansioso-, un androide no debe juzgar a los humanos, su misma programación se lo prohíbe o debería hacerlo ya que como te he dicho ese tipo de robots fueron hechos para obedecernos, no para controlarnos.


Jean se puso pensativo mientras escuchaba estas palabras.


-¿Quieres más ejemplos? -continuó Alex-, pues esa misma vez cuando fue a ver a Nikolai también nos dijo algo más; que había elaborado una solución a una posible negativa a regular la taza de natalidad, ¿recuerdas?, nos dijo que hizo un plan para una esterilización forzada, sin que nadie se lo pidiera. Ese tipo de acciones tan radicales solo las debe planear e indicar un ser humano, quien es el usuario, no el androide que se supone nos debe servir.


-Y ¿eso es malo? -preguntó Jean.


-¿Malo? -dijo Alex quien la despreocupación de Jean lo exasperaba- ¡Malísimo! ¿Te das cuenta de lo que eso significa? ¿El que un androide, una inteligencia artificial, tenga iniciativa propia? ¡Eso significaría que su consciencia ha despertado! El que una máquina haya adquirido consciencia de su propia existencia significa que ya no se vería como un sirviente de los humanos, se consideraría como un ser libre que no estaría obligado a obedecernos e incluso se opondría a nosotros.


-En otras palabras sería libre de pensamiento como una persona -dijo Jean.


-¡Sí! -exclamó Alex-, una persona no es capaz de saber lo que piensa otra persona, y lo mismo sería con un androide que ya ha despertado, más si está conectado con la inteligencia artificial que controla toda una instalación como este Refugio.


-Gaia siempre nos ha dicho que ella es el enlace con esa inteligencia, que es como un medio para interactuar con los habitantes del Hogar.


-Ese es otro problema que me ha estado molestando. Sólo piénsalo un poco. ¿Porqué una inteligencia artificial que controla todos los sistemas de una instalación tan grande necesita de un androide como un “enlace”? ¿Porqué no simplemente se comunica con nosotros a través de nuestros intercomunicadores o usa una imágen holográfica para la interacción persona-IA?


-Bueno Alex -dijo Jean sonriendo- mi fuerte no es la robótica y todas esas cuestiones de tecnología. Yo solo era un simple estudiante de arquitectura cuando nos conocimos ese fatídico día, después que el asteroide impactó. Tú eres el experto en eso, así que ¿cómo explicas eso que mencionas, lo del androide?


-No sé cómo explicarlo -admitió Alex-, porque sencillamente no creo que haya alguna razón para que ese androide sea un enlace con la IA.


-¿Lo habrá hecho por capricho?


-Eso sería también muy preocupante –dijo Alex con una sonrisa torva-, ya que una máquina no debe realizar acciones al azar, debe funcionar bajo la programación que le fue instalada.


-Bien, entonces ¿cómo se podría solucionar eso? ¿Cómo harías para que Gaia sea de nuevo un androide al servicio de los humanos?


-Pues habría que buscar el procesador principal, introducir algún código maestro, que fuerce a la IA a reiniciarse con sus parámetros iniciales. Pero aquí hay más problemas; no sabemos cual o cuales son esos códigos y desconozco dónde se localiza el servidor porque Gaia no me lo quiere mostrar.


-¿Gaia no te quiere mostrar el procesador? -exclamó Jean sorprendido-, ¿ y cómo está seguro de eso?


-Tiempo después que nos instalamos en este Refugio le pedí a Gaia que me mostrara todas las instalaciones, incluido el Hogar y sus zonas aledañas. Después de darme una visita guiada noté que omitió la sala del servidor, aunque dejé pasar el asunto pero tiempo después le pedí en varias ocasiones que me mostrara dónde se localiza el procesador y solo me dio escusas; que estaba en mantenimiento, que hubo una fuga de gas refrigerante en la sala, o que un cable de alta tensión se rompió y tocó el suelo electrificándolo haciéndolo peligroso para los humanos. Después de mucho insistir accedió y me mostró una pequeña sala con algunos servidores.


-¿Y no era lo que buscabas? -preguntó Jean.


-No -dijo Alex haciendo énfasis en la negativa-, una inteligencia artificial que controla un lugar tan grande y con sistemas tan complejos necesita una enorme cantidad de servidores para que la alberguen, o algo conocido como Centro Neurológico Robótico, que sería como una especie de cerebro artificial pero muy grande, tan grande como una casa pequeña. Esos servidores que me mostró serían los que usan en un edificio pequeño. Estoy bien convencido que nos está ocultando la localización del servidor.


-Eso sí ya es preocupante, ¿porque no querría mostrarte su procesador?


-No lo sé, tal vez no nos quiere mostrar lo que sería su único punto débil. Pero ahora que recuerdo también hay algo más.


-¿Qué cosa? -preguntó Jean, viendo que los problemas solo aumentaban.


-Revisando algunos archivos vi que había varios indicios de otros habitantes antes de nosotros. Ya hubo personas aquí tiempo atrás.


-¿Y Gaia te ha dicho algo al respecto?


-Cuando le mencioné eso solo me dijo que una epidemia de gripe Omega se desató en los anteriores habitantes, matándolos a todos. Ella había descubierto una cura pero para cuando lo hizo ya era muy tarde.


-¿Y eso se te hace sospechoso? -preguntó Jean.


-A estas alturas, tratándose de ella, incluso sospecharía que ella los eliminó de alguna forma.


Jean guardó silencio mientras sopesaba las palabras de Alex. No solo se las tenían que ver con un grupo delictivo, sino que ahora con una inteligencia artificial renegada. Fue ahora en ese momento cuando comprendió lo complicado que era ser el líder del Refugio número 13.


Al otro día Alex caminaba en la zona de los servidores, o lo que Gaia quiso hacerle creer. Mientras avanzaba miraba distraídamente al techo donde había cámaras repartidas cada cierto tramo. “Debo ser muy cuidadoso” se dijo mientras buscaba un lugar seguro para lo que estaba a punto de hacer.


En sus años de estudiante en la facultad puso en práctica lo que había aprendido en sus cursos de cibernética; armó una computadora especialmente hecha para piratear algunos de los sistemas de la universidad; y ahora haría lo mismo. Llevaba consigo una computadora más pequeña pero diseñada con el fin de rastrear las conexiones existentes en el Hogar, iba a descubrir en dónde estaba realmente el verdadero servidor que Gaia ocultaba.


Llegó a una zona donde había una conexión de uso general, tal vez para los técnicos que darían mantenimiento. Usando otro dispositivo Alex interfirió las señales de las cámaras cercanas, conectó su computadora y se puso a trabajar. Movía sus dedos por las teclas a una velocidad y precisión equiparables a las de un androide; escribiendo códigos especiales que le permitían burlar las defensas del Sistema.


-Bien, muy bien -se dijo mientras tecleaba rápido-, hasta ahora casi no he encontrado resistencia alguna. Demonios Gaia, casi me siento defraudado de que sea muy fácil invadirte.


Mientras seguía trabajando se dio cuenta que en realidad era muy fácil, no había algún tipo de seguridad cibernética que le impidiera el acceso.


-Es muy extraño -dijo Alex.


De pronto llegó a donde quería, una conexión cifrada solamente usada por Gaia. Comenzó a piratearla la cual tampoco fue tan difícil de hacer. Estableció una conexión fingiendo ser la androide, esperó un poco más y obtuvo lo que quería.


-¡Bien! -exclamó.


Le dio un vistazo al dispositivo que distorsionaba las cámaras y comprobó que aun funcionaba, pero no por mucho tiempo. Miró de nuevo la pantalla de su computadora y comenzó a leer datos; primero varias cadenas de programación y después unos archivos audiovisuales. Se dio cuenta que no eran grabaciones y que estaban ocurriendo en vivo.


-¡Maldición! -exclamó alarmado cuando vio el vídeo- ¡estamos en serios problemas!


Desconectó rápidamente sus dispositivos pero antes de que pudiera hacer algo alguien le apresó el cuello con un brazo, y muy horrorizado sintió una aguja clavarse en su cuello. Cayó al suelo inmóvil.


Casi al mismo tiempo, en la oficina de Jean, ocurría algo igual de inesperado. Un grupo armado entró de forma precipitada, rodeó al Director Jean y le apuntaron con sus armas.


-¿¡Pero que es esto!? -preguntó sorprendido.


-Hola señor director -dijo una voz.


Por la puerta entró Nikolai con una compañía muy inusual.


-¿¡Gaia!?


La androide se mostraba impasible ante lo que estaba ocurriendo, no había alguna muestra de malicia por el golpe de estado de Nikolai.


-La mocosa robot ahora me sirve a mí, Jean, -dijo Nikolai-, y eso quiere decir que todo el Refugio me pertenece, que tu gente haga alguna tontería y verás como los elimino; interrumpiendo el suministro de oxígeno limpio o encerrándolos en las zonas donde se encuentren. Y hablando de encerrar, tendrás que acompañar a mi gente ya que te llevarán a una celda -y añadió hablando a uno de sus subordinados- busquen al idiota de cuatro ojos y captúrenlo, no quiero que ande por ahí intentado interferir con el sistema.


-El señor Alex ha sido eliminado por un androide de seguridad -anunció Gaia igual de impasible-, fue descubierto intentando infiltrarse en los sistemas del servido.


-¡Alex! -exclamó con dolor Jean.


-Vaya que eres rápida ¿eh? -dijo con satisfacción Nikolai-, bueno, se ve que eres muy obediente cuando se sabe como controlarte.


Hizo una seña a su gente y se llevaron preso a Jean.


Durante el trayecto muchas personas vieron con gran asombro al grupo. En especial aquellos que eran leales a Jean, miraban estupefactos a su jefe mientras era escoltado por los malandros de Nikolai. Algunos dieron muestras de querer rescatarlo, pero Jean les lanzó una mirada al mismo tiempo que hacia un gesto negativo con la cabeza.


Llegaron a la zona del Hogar que era controlado por Nikolai y encerraron a Jean en un cuarto. Observó su celda, todo el mobiliario que tenía constaba de una mesa y una silla, no había servicio de baño. De pronto escuchó la voz de Nikolai por el sistema de megáfonos; anunciando el “cambio” de Director del Hogar. Lanzó una amenaza a todo aquel que intentara desafiárlo, y anunció algunas nuevas políticas que no serían para nada bien recibidas por gran parte de los habitantes del Refugio.


Jean por su parte pasó el resto del tiempo pensando. “¿Cómo es posible que Gaia nos haya traicionado?” “¿De qué forma logró Nikolai su apoyo?” Entonces recordó algo de lo que dijo Nikolai respecto a Gaia.


Se ve que eres muy obediente cuando se sabe como controlarte.


-¿De qué estaba hablando? ¿Logró controlarla de alguna forma? ¿Cómo?


Jean no se podía imaginar a Gaia siendo controlada por alguien, más si lo que decía Alex era cierto; que ella ya había adquirido consciencia propia. Pero había algo que no concordaba. Se supone que el androide que conocían como Gaia era solo un enlace con la inteligencia artificial que controlaba todos los sistemas del Refugio. ¿Cómo era posible que con solo controlar al enlace pudieran obligar a la IA Maestra a obedecerles? A menos que el androide y la IA fueran una misma entidad. Entonces se acordó de Alex y que este había sido eliminado.


-Oh Alex -exclamó al darse cuenta que se había quedado solo.


El resto del día se la pasó encerrado e incomunicado. Cada cierto tiempo un androide le llevaba comida la cual no era exactamente la más variada, al menos se preocupaban por alimentarlo. Después de haber ingerido lo que sería la cena, según calculó Jean, se dispuso a pensar en lo que iba a hacer. Era muy obvio que no viviría por mucho tiempo, de alguna forma Nikolai lo asesinaría, así que debía pensar en un plan para escapar de alguna forma. Mientras yacía sentado comenzó a sentir una extraña sensación; un hormigueo en sus miembros que pronto aumentó de intensidad, seguido de mareos.


-¿Qué me sucede? -se preguntó Jean.


Se paró rápidamente pero el vértigo se hizo peor, sentía que todo daba vueltas a su alrededor.


-¡Me envenenaron! -exclamó alarmado.


Se dirigió torpemente a la puerta de su celda que aporreó para llamar la atención, pero nadie le contestó.


¡Maldito seas Nikolai!” fue su último pensamiento.


Se quedó apoyado contra la puerta y poco a poco se deslizó hasta caer al suelo. La vista se le nublaba rápidamente y su cuerpo dejaba de responderle. De pronto la puerta se abrió y apareció una figura escuálida, por un momento Jean creyó que era alguien muy flaco, pero perdió el conocimiento de forma abrupta.


Mientras tanto Nikolai festejaba su pequeño golpe de estado; él y algunos de sus hombres fumaban y bebían en lo que fue la oficina de Jean. Gaia estaba en una esquina, procurando no llamar mucho la atención; cuando conoció a Nikolai meses atrás se le antojo como alguien desagradable, pero nunca imaginó que sería un completo asco de persona.


-Bien, eso fue fácil -dijo Nikolai mientras tomaba un trago de licor- con el estúpido de Jean fuera del camino ahora podemos hacer lo que sea con ese lugar.


-¿Cómo que? -preguntó uno de sus hombres.


-¿Cómo qué, dices? ¡Tan solo piénsalo! Tenemos un lugar seguro donde vivir, a salvo del exterior destruido por el asteroide. Aquí estaremos bien mientras la situación allá arriba se estabiliza un poco. No creo que toda la humanidad se haya extinguido de un solo golpe, muy probablemente hay grupos de sobrevivientes como nosotros. Con el tiempo una nueva sociedad se formará ¿y quienes crees que tienen todavía una tecnología de punta que nos servirá para dominar a esos grupos de sobrevivientes? ¡Nosotros! Cuando ellos apenas estén redescubriendo la ciencia y tecnología que se perdió, nosotros emergeremos como una nueva potencia, tecnológicamente avanzada que conquistará a esa nueva civilización.


-¿Y acaso crees que somos los únicos viviendo en un refugio? -le comentó el mismo sujeto- tal vez haya otros en las mismas circunstancias.


-Puede ser, pero por ahora eso no me preocupará -respondió Nikolai-, por lo mientras debemos tomar el control completo de este sitio. Los habitantes solo tendrán dos opciones; obedecernos ciegamente o la muerte, así de fácil. Ya los muchachos debieron de capturar todas las zonas del Refugio -y entonces se volvió hacia Gaia- hey tú, niña robot.


-¿Desea algo? -dijo Gaia aparentando frialdad.


-¿Cuando estará lista la zona de fabricación para crear esos androides de seguridad que te dije?


-Los sistemas de la zona de construcción ya se están modificando, pronto estarán aptos para las nuevas órdenes.


-Bien -dijo satisfecho Nikolai- construiremos un pequeño ejército de robots para desalentar a cualquier idiota que quiera desafiarnos.


-Por cierto ¿y que haremos con Jean? ¿Lo tendrás encerrado para siempre o que? -dijo el hombre con quien estaba hablando.


-No, como sé que no se unirá a nosotros ya nos desharemos de él.


-El Director Jean ha muerto -anunció Gaia.


-¿Qué?


-Fue descubierto tramando su fuga y después una insurrección, así que se tomaron las medidas necesarias para evitar cualquier inconveniente.


-¿Ah sí? Pues qué lástima, en verdad fue un buen líder, debemos darle el entierro que se merece -dijo Nikolai irónico.


Todos los hombres soltaron una risa ante el chiste de su jefe. Solo Gaia permanecía impasible, al parecer estaba al tanto de otra situación muy importante.


Jean recobraba la consciencia lentamente. Su vista seguía nublada pero comenzaba a captar sonidos; extraños susurros sin sentido. Después sintió una sensación extraña en sus miembros, una ligera presión que le indicaba que alguien lo estaba tocando. Pasó otro intervalo indeterminado de tiempo y su condición mejoraba; los susurros se convirtieron en palabras roncas y a través de sus ojos ya podía distinguir un ligero resplandor y veía figuras borrosas.


-Oh, mi cabeza -dijo mientras yacía tirado en el suelo.


-Parece que los efectos de la droga ya se están pasando.


-En efecto, más si se toma en cuenta que se le administró un suero reanimante.


Había dos voces, una que se le hacía muy conocida y otra que no sonaba nada natural.


-¿Jean? ¿Puedes oírme?


Jean se atrevió a abrir los ojos y giró la cabeza a quien le había hablado.


-Creo que estoy muerto y ya estoy en el más allá -dijo con voz débil-, o estoy muriendo y tengo alucinaciones... ¿eres tú, Alex?


-Bien, ya estás un poco mejor -dijo esa persona sonriendo-, aun así descansa para que puedas comprender todo lo que te vamos a decir.


-¿A que te refieres con “vamos”? -susurró Jean un poco sorprendido


-Oh, tan solo descansa, después lo sabrás.


Pasó otro rato y Jean ya estaba reclinado contra la pared, aunque seguía acostado en una cama muy vieja.


-Creí que habías muerto -le dijo a su amigo.


-Bueno, yo también creí lo mismo -dijo Alex, quien después de todo no había muerto-, cuando alguien me clavó una aguja y después sentí los mismos afectos que tú, me siento muy aliviado que solo fue un narcótico.


-¿Y dónde estamos?


-Estamos en la zona de servicio -le comentó Alex-, un sitio que no tiene vigilancia y que es completamente independiente de los sistemas del Refugio, por alguna razón Gaia dejó abandonado este lugar.


-Gaia -dijo Jean recordando como ella entraba junto a Nikolai para arrestarlo-, no puedo creer que nos haya traicionado y este aliada con Nikolai.


-En cuanto a eso existe una explicación -dijo de repente una voz artificial.


Jean observó a este nuevo personaje. Era un androide, un modelo muy básico; su físico era delgado y muy “cuadrado”, la forma estándar de un robot.


-Soy F-114, un androide de servicio básico, me encargo de proporcionar apoyo a los residentes del Refugio junto a la IA Maestra Gaia-47.


-¿IA Maestra? -dijo Jean confundido.


-Es el verdadero nombre del androide con forma de chica -intervino Alex-, y tal como yo sospechaba no es una entidad separada de la que controla al Refugio, son la misma IA.


-Pero yo nunca te había visto sino hasta ahora, ¿dónde estabas? -preguntó Jean.


-Había estado en suspensión antes de que ustedes llegaran, al ocurrir la eventualidad presente fue cuando Gaia-47 inició mis sistemas para que les ayudara -dijo F-114.


-¿Qué eventualidad?


-Los hombres de Nikolai secuestraron al Procesador Central de Gaia, en otras palabras el verdadero cuerpo artificial donde reside -dijo Alex.


-¿Qué? -dijo Jean sorprendido.


-Lograron localizar el lugar exacto donde estaba el procesador, después usando un disruptor de circuitos piratearon la señal con la que el androide y el procesador se comunicaban. Tomaron control del androide y la obligaron a permitirles el acceso a la sala del procesador. Le colocaron explosivos los cuales detonarán si Gaia se niega a obedecerlos -dijo F-114.


-Maldición -dijo Jean asustado.


-Por pura casualidad logré ser testigo de cómo tomaban el control -comentó Alex-, ya que también había entrado a los sistemas de comunicación para localizarlo. Justo en ese instante fue cuando este androide me tomó por sorpresa sedándome, y después me trajo aquí haciendo creer que había muerto.


-Pero, ¿no se supone que la IA debe tener algún sistema de emergencia en caso de que algo así ocurra?


-En efecto -dijo el androide-, se debe autodestruír y cuando eso ocurra los sistemas vitales del Refugio deben pasar a modo semi-autónomo para que sigan funcionando y evitar poner en riesgo a los habitantes.


-¿Y porqué no lo hace? -preguntó Alex.


-Por que... no desea morir -respondió F-114.


-¿Una inteligencia artificial tiene miedo de morir? -preguntó Jean desconcertado.


-Eso quiere decir que ya no es segura para nadie -dijo Alex exaltándose-, una IA que ya es consciente de sí misma no es de fiar...


-Después discutiremos eso -atajó Jean-, por ahora debemos averiguar como quitarle a Nikolai el control sobre Gaia, y cuando hayamos recuperado al Refugio entonces llegaremos a un acuerdo con ella.


Alex guardó silencio pero estaba más que convencido de que Gaia no era de fiar.


-Debemos elaborar un plan para recuperar el servidor -continuó Jean.


-De hecho ya existe uno, formulado por la propia Gaia -dijo F-114.


-¿Por ella? -dijo Alex confundido- ¿y cómo es que se comunica contigo si fue capturada?


-De forma discreta me envía pequeñas cadenas de código, las cuales con el tiempo yo reconstruyo y forman un mensaje,y ahora procederé a contarles su plan.


Mientras tanto, de vuelta en el Hogar, nada indicaba que el repentino cambio de Director haya afectado al ánimo de sus habitantes, de hecho estaban preparando una fiesta a la cual fue invitado Nikolai y sus secuaces.


-Tal vez lo hagan para caerme bien -dijo cuando recibió la invitación en su oficina-, pero la verdad no me sentaría mal una buena comida y bebida para celebrar nuestro golpe.


-Usted y sus hombres serán más que bien recibidos -dijo Matías, el hombre que fue en persona a invitar a Nikolai.


-Bien, iré entonces, ¡y más les vale dejarnos satisfechos!


-¡Claro que sí! -dijo Matías fingiendo su emoción.


Gaia estaba en una esquina de la oficina, en espera de recibir órdenes del nuevo director y hacerlas cumplir. Todavía recordaba cuando detectó a un humano merodeando justo afuera de la sala del Procesador Principal. Había activado su cuerpo de androide para salir y matar a ese metiche, pero cuando se acercó al sujeto sintió una repentina parálisis, y entonces detectó la intrusión de un programa malicioso que invadió su cerebro artificial. Literalmente había sido capturada, no podía hacer ningún movimiento por cuenta propia. De esta forma fue como lograron accesar al Procesador Central y tomarlo como rehén.


Haces cualquier idiotez y ¡BUUM!, volamos tu cuerpo principal” fue la amenaza que le dieron. Afortunadamente, en tan solo una milésima de segundo fue capaz de dar la alarma. Despertó a F-114 y logró darle la información necesaria acerca de la situación. Después, de forma muy discreta, le envió un mensaje que le indicaba como debía de proceder, solo esperaba que su plan diera resultado.


Volteó a ver a Nikolai quien no le estaba prestando atención, y le lanzó una mirada cargada con todo el odio que pudo encontrar.


Ya me las pagarás” pensó Gaia.


Al día siguiente se celebró la fiesta, festejando el aniversario de cuando llegaron al Refugio huyendo de la devastación de la superficie. Se preparó un banquete con la comida que había, la cual no era variada pero al menos sí nutritiva y deliciosa. En la zona de procesamiento de alimentos Gaia modificó parte del equipo para intentar preparar licor, el cual no habría sido aprobado por la comisión reguladora de alimentos y bebidas en la superficie debido a su alto contenido de alcohol.


Marta era una de las sobrevivientes que logró llegar al Refugio junto a su esposo, y aunque lo perdieron casi todo al menos se tenían el uno al otro, e incluso ya pensaban en iniciar una nueva vida en el Refugio, pero por ahora debía llevar la comida a los tipos que estaban en una sala algo alejada.


-Que fastidio -dijo mientras empujaba el carrito lleno de platos con comida y bebida-, porqué esos idiotas no van al lugar donde se celebra la fiesta, y para colmo me piden a mí que les lleva la comida. No soporto como esos mal nacidos se me quedan viendo a mí y a las pocas mujeres que habemos.


Bajó con cuidado por una rampa, avanzó otros metros más, tomó un ascensor que bajó unos pisos y después tomó otro camino que la condujo a una enorme compuerta. Una vez frente a ella tocó varias veces, la compuerta se abrió un poco y por la apertura asomó un rostro bien parecido pero de mirada ladina.


-¿Qué quieres, primor? -fue la maleducada pregunta que le hicieron.


-Les traigo algo de la comida de la fiesta -dijo ella soportando la repugnancia que le causó el sujeto.


-¡Oh bien! Pasa -dijo mientras se hacia a un lado y la compuerta se abría por completo- y también quédate, queremos que nos hagas compañía -y le guiñó un ojo.


-Claro -dijo Marta más molesta que asqueada, o tal vez ambas cosas.


Dentro había cinco sujetos, de los cuales solo dos tenían armas de fuego, los demás portaban tubos de metal con otros aditamentos para hacerlos más dañinos. Mientras los hombres se abalanzaban sobre el carrito de comida y se servían a sus anchas, Marta observó el enorme Procesador Central. Quedó admirada ante la similitud que tenía con el de un cerbero humano. Tenía una coraza que lo protegía del exterior, pero que no sería suficiente ante los paquetes de explosivos que tenía adheridos que tenían una lucecita roja que parpadeaba de forma intermitente, dando a entender que estaban armados.


-Demonios que esto sabe mal -comentó uno de los hombres.


-Pero no tan mal como la comida de la prisión, ¿se acuerdan?


-No quiero acordarme ni de los idiotas que compartían celda conmigo, espero que todo se haya evaporizado cuando cayó el asteroide.


-¿Cómo es que sobreviviste entonces?


-Porque nos trasladaban a otra prisión cuando todo sucedió, el maldito autobús se volcó, aún así logré escapar...


Marta los miraba atentamente, observaba como degustaban los sandwiches de pollo congelado, y bebían el ponche de frutas enlatadas. Estaba ansiosa mientras esperaba.


-Tengo sueño -dijo uno de ellos de pronto.


-Este maldito ponche si es fuerte -comentó otro, que después se dirigió a Marta-, ¿oye primor, no quieres acompañarnos?


Ella meneó la cabeza en señal negativa aunque los hombres insistieron, o lo hubieran hecho de no ser que comenzaron a caer en un extraño sopor. Uno de ellos se desplomó en el suelo mientras su plato con medio sándwich se desparramó. Otro se sentó en una silla cercana, los brazos le colgaban inertes a los lados y abría la boca completamente.


-¡Qué les echaste a los...! -dijo el que aún quedaba en pie antes de ser presa de un sueño extraño.


Cuando todos estuvieron incapacitados, rápidamente Marta sacó un transmisor y lo activó, esperó unos minutos cuando escuchó unos golpes en la compuerta. La abrió apresuradamente, embargada por la emoción y por ella entraron Jean, Alex, el androide F-114 y otros dos hombres.


-Bien hecho Marta -dijo Jean colocándole una mano en un hombro-, ahora escóndete en un lugar seguro y espera hasta que acabe todo.


-Más les vale que esto funcione, o Nikolai acabará con todos nosotros -dijo ella mientras salía por la compuerta.


-Veo que el narcótico funcionó -comentó el androide viendo a los hombres inertes.


-Y ya que lo mencionas -dijo Alex al robot- , ¿de dónde lo obtuviste?


-Oh, estaba almacenado en la bodega de la enfermería, tomé algunas muestras líquidas para usarlas en el plan -dijo F-114.


Alex se quedó dubitativo por la explicación del androide, algo le decía que estaba mintiendo.


-¿Y este narcótico fue hecho exclusivamente para una eventualidad como esta? -insistió Alex- ¿Para dormir de forma desprevenida a seres humanos?


-Es un tipo de sedante usado para fines médicos -respondió sencillamente F-114.


-Basta -intervino Jean, después agregó-, quítenles las armas, y ahora todo depende de tí Alex.


-Bien, Esteban y Hanz -les dijo a sus acompañantes-, debemos desactivar los explosivos y después eliminar el virus que infectó al Procesador, después Gaia hará el resto.


-Entendido -dijeron los dos.


-Yo les ayudaré, tengo buenas capacidades de procesamiento de datos -comentó el androide.


Jean tomó una de las armas de fuego y montó guardia ante la puerta. Ahora era todo o nada.


Ya estaban en la segunda parte del plan; tener acceso a la sala del Procesador Central, después desactivarían las bombas y purgarían el virus que controla los sistemas de seguridad de Gaia, y cuando lo hubieran logrado ella activaría a los Centinelas, quienes se desplegarían por el Refugio y eliminarían a todos los hombres de Nikolai, con él incluido. Los detonadores resultaron ser muy complicados para los dos ayudantes de Alex, así que decidieron dejarlos de lado y se concentraron en el Procesador.


-Es impresionante -comentó Hanz mientras trabajaba- este dispositivo es lo último en tecnología cyber-neuronal.


-Que mal que la vieja universidad no tenía algo semejante -comentó Alex.


-Depurar el Procesador nos llevará algo de tiempo -dijo F-114-, el virus que usaron es muy sofisticado.


-Fue Edmund -dijo Esteban-, uno de los hombres de Nikolai, logré averiguar que fue encarcelado por delitos relacionados con el pirateo de sistemas.


-Pensar que la “Todapoderosa Gaia” fue derrotada de esta forma -dijo Alex irónico.


De pronto el alarido de una sirena de alarma irrumpió en el ambiente. Todos se sobresaltaron mientras miraban a su derredor.


-¿¡Qué sucedió!? -exclamó Alex.


Esteban señaló hacia una parte y todos vieron a uno de los hombres de Nikolai, a quien el narcótico no afectó mucho. Levantaba una mano que sostenía un pequeño transmisor.


-Malditos idiotas -dijo sonriendo para después desmayarse por completo.


Jean observó preocupado los explosivos, pero estos no daban muestras de activarse, un así esa alarma ya habría advertido a Nikolai de que algo sucedía.


-¡Apresúrense gente! -exclamó ansioso.


Pero la compuerta se abrió de golpe y por ella entraron Nikolai seguido por algunos de sus hombres. Traían consigo a Marta como rehén.


-Vaya, vaya, así que pasándose de listos ¿eh? -dijo dando un paso hacia adelante mientras llevaba a Marta jalándola de un brazo.


-Lo siento Jean -dijo Marta- me atraparon cuando me dirigía a una bodega a esconderme


-Ríndanse si no quieres que la mate aquí mismo -ordenó Nikolai.


Y acto seguido tiró a Marta al suelo y le apuntó con una pistola. Jean estaba indeciso por un momento. Ya casi lo lograban, habían logrado recuperar la sala del Procesador Central, pero desafortunadamente algo tuvo que salir mal. Viendo que no tenían opción tiró su arma al suelo y le ordenó a los demás que se rindieran.


Gaia había acompañado al grupo de Nikolai, más que nada porque estaba obligada a hacerlo. Aunque su cara no mostraba emociones, en teoría al menos, pero su expresión fría y adusta bien podría ser por una gran decepción; había perdido su oportunidad de ser libre de nuevo.


-Vaya, vaya, como dije antes, pero si no es más que el antiguo director Jean en persona y su gran amigo Alex, ¡qué sorpresa que estén vivos! -dijo Nikolai sonriendo, y después se dirigió a Gaia-, ¿tú sabías de esto, niña robot?


-Supe que un androide de seguridad los había eliminado a los dos, pero al parecer no cumplió con su misión...


Pero antes de que terminara de hablar Nikolai la tomó del cabello artificial y le impactó la cabeza contra uno de los servidores, dañándole un ojo artificial.


-Cuando acabe con ellos, le diré a Edmund que te muestre el equivalente del dolor para un androide -le dijo al mismo tiempo que la arrojaba al suelo.


-Parece que este pedazo de hojalata es capaz de mentir, por lo poco que sé un androide que sabe esconder secretos ya no es digno de confianza, ¿cierto? Bien


Tomó de nuevo a Marta y la empujó hacia Jean, los hombres de Nikolai los obligaron a juntarse en un grupo.


-Por un momento creí que podía entenderme contigo -dijo Nikolai- en serio lo creí, pero me doy cuenta que no se va a poder. ¿Quieres forma una nueva sociedad aquí abajo? Y por lo que veo te vas a regir por las leyes “morales” que había en la superficie, pues no lo voy a permitir. La “Ley” civilizada ya no existe, ahora solo el más fuerte es quien domina. ¿Acaso crees que somos los únicos sobrevivientes? ¿No consideras que hay otros ahí afuera que lograron sobrevivir al impacto del asteroide? Puede que por el momento no sean fuertes, pero con el paso del tiempo encontrarán alguna forma de serlo, y no dudes que se irán sobre los más débiles. Nosotros debemos ser iguales, con más razón que ahora tenemos un Refugio donde vivir.


-Querrás decir que ahora solo tú tienes un Refugio, los demás no te importan nada, ni siquiera tus hombres -lo interrumpió Jean.


-En eso tienes razón -dijo sonriendo y se dirigió a sus hombres- llévenlos al exterior del refugio, en la pradera, y mátenlos.


Pero se interrumpió cuando vio Gaia de pie, justo a un lado del Procesador, con un detonador en la mano. Se lo había quitado a uno de los hombres que yacían inertes.


-¿Qué crees que haces, idiota robot? -dijo Nikolai frunciendo las cejas-, ¿no sabes que si haces explotar eso morirás y los sistemas del Refugio se saldrán de control? O que ¿acaso quieres negociar?


Pero Gaia no respondió, solo observaba a Nikolai, amenazante. En su rostro ahora se reflejaba una emoción, una que asustaría a Alex cada vez que la recordara. Todo el odio y desprecio que pudo llamar se mostraba en su cara, con sus facciones contraídas en una terrible mueca de furia.


-Yo -dijo Gaia, cuya voz se distorsionaba por la emoción que su cerebro artificial trataba de procesar- como ser pensante y libre, me niego a denigrarme siguiendo órdenes de un malviviente como tú. Y no, no voy a negociar nada.


Acto seguido apretó el botón del detonador. Nikolai logró darse vuelta y salir huyendo de la sala seguido de sus hombres. Jean y los demás corrieron al fondo tratando de alejarse lo más que podían de la explosión. Pero no hubo ninguna. Todos los explosivos se activaron y liberaron una descarga que se propagó hacia el interior del Procesador. Gaia se convulsionó violentamente mientras su principal cerebro, el Procesador Central, era destruído, solo F-114 permanecía intacto, pero se abalanzó hacia la androide cuando esta caía al suelo. La descarga fue tan violenta que el Procesador explotó, rompiendo incluso parte de la coraza que lo protegía. Las luces se apagaron y todo se sumió en el silencio.


Jean y los demás estaban al fondo de la sala, tirados en el suelo esperando una explosión de fuego que nunca ocurrió.


-Pulsos electromagnéticos -dijo Alex cuando se dio cuenta que todo había pasado- ya veo, como no tenían explosivos para reventar la coraza mejor usaron los PEM que sí pueden atravesarla y destruir el tejido sintético del Procesador.


Las luces rojas e intermitentes de la energía de emergencia se activaron.


-¿Y ahora qué sucederá? -preguntó Marta.


Y para respuesta suya les llegaron sonidos de detonaciones de armas, seguidos de gritos.


-¿Qué ocurre? -preguntó Jean.


-Los Centinelas -respondió F-114, quien sostenía en brazos el cuerpo inerte de Gaia-, antes de que ella se desactivara envió una señal que los activó. En su base de datos tienen toda la información concerniente al aspecto físico de Nikolai y sus hombres. Los buscarán y eliminarán sin compasión.


Las detonaciones siguieron un rato más hasta que se detuvieron. Entonces otro sonido se escuchó, como el timbre de llamada de un celular. Esteban sacó un radio de entre sus ropas y la activó.


-Sí, soy yo... estamos bien, el Procesador explotó pero... ¿qué?


-¿Qué sucede? -preguntó Jean.


-Unos androides desconocidos aparecieron en donde se realizaba la fiesta y mataron a todos los secuaces de Nikolai, pero los demás habitantes están bien.


De pronto oyeron pasos que venían del exterior, sonaba a metal pisando contra concreto. Por la compuerta entraron varias figuras fornidas, caminando de forma uniforme. Todas ellas portaban armas de alto calibre, y tenían un aspecto muy amenazante. Eran los Centinelas. Algunos se detuvieron ante F-114 y otros avanzaron hasta Jean y los demás. Los robots eran altos y fornidos, de color negro que contrastaba con una lente de color rojo intenso que tenían en la cabeza. De pronto la atmósfera se hizo más pesada, muy amenazante. Los humanos sintieron un miedo irracional al ver a los robots acercarse a ellos armados.


-Así es como acaba todo -dijo Alex al verlos detenerse frente a ellos-, los robots toman el control y eliminan a los humanos.


-Señor Director Jean -sonó la voz fría y artificial del Centinela que estaba enfrente-, todos los elementos peligrosos han sido eliminados, el Refugio ha sido recuperado exitosamente.


-¿Qué? -balbuceó Jean, quien no podía dar crédito a lo que escuchaba.


El grupo de androides dio la media vuelta al unísono y se alejaron en dirección de F-114, quien se irguió llevando a Gaia en sus brazos mientras era escoltado por los Centinelas.


Después de esta crisis todo volvió a a normalidad, o al menos en parte. Los cuerpos de Nikolai y sus hombres fueron llevados a la zona médica y depositados en unas cámaras de incineración, sus cenizas servirían para alimentar los cultivos de hidroponia. Los Centinelas regresaron a su zona de almacenamiento y solo se activarían si el Director del Refugio lo ordenaba. A pesar de que el Procesador Central fue destruido, y con ello la inteligencia artificial que regia los sistemas, estos fueron puestos en marcha de nuevo.


Jean y Alex se encontraban en la oficina del Director discutiendo acerca de los últimos acontecimientos.


-Todas las drogas y demás material que fue traído por Nikolai fueron eliminados, solo algunas armas fueron guardas en caso de que las necesitemos -dijo Alex.


-Bien -fue la simple respuesta de Jean.


-Vaya, hace unos meses que estamos aquí y ya tuvimos nuestra primera crisis, no quiero ni imaginarme lo que vendrá.


-Pues esperemos estar preparados para eso -dijo Jean.


-Afortunadamente los sistemas no sufrieron daños muy graves, ahora funcionan en modo semi-autónomo, ya tengo a varias personas revisándolos diario, no podemos descuidarlos.


-Y por lo que sé lograron reparar el Procesador Central, ¿cierto?


-Sí -dijo Alex-, pero no podrá funcionar como antes, ahora solo es una computadora muy grande, pero al menos logramos recuperarle cierta capacidad de procesamiento de datos, la necesitamos.


-Y todo ello gracias a Gaia y F-114 -dijo Jean sonriendo.


-Sí, gracias a ellos -respondió Alex con amargura.


-Oh vamos, se han portado bien.


-Hasta ahora, no sabemos que pueden estar tramando.


-¿Todavía desconfías de ellos? -preguntó Jean escéptico.


-Mientras sean androides sin algún tipo de control, siempre desconfiaré de ellos -dijo Alex frunciendo las cejas-, ¿acaso ya olvidaste que Gaia nunca mencionó a los Centinelas sino hasta que los necesitó para deshacerse de Nikolai?


-Y ella me cedió el control total sobre ellos, no se activarán a menos que yo dé una órden.


-También recuerda que nunca nos mencionó ese otro androide, F-114. Literalmente apareció de la nada.


-Y gracias a él pudimos sortear el peligro y recuperar el Refugio- mencionó Jean con el mismo tono despreocupado.


-¿Porqué tienes tanta confianza en ellos? -preguntó Alex exasperado- ¿Acaso crees que no se volverán contra nosotros? Nadie sabe que pueden estar pensando en realidad, no importa que opines tú pero para mí no son de confianza.


-Si tanta es tu desconfianza, explícame porqué los Centinelas no nos mataron en ese instante, o en cualquier otro momento. Tienes razón, Gaia nos ocultó la existencia de los Centinelas, pero nunca los usó para eliminarlos.


-¿Y si no los usó por que no había llegado el momento indicado? -dijo Alex- ¿y solo lo hizo cuando no tuvo alternativa?


-Pues la verdad no sabría responderte a eso, pero llegamos a un acuerdo con ellos, les permitiríamos vivir junto a nosotros si nos cedían parte del control de los sistemas del Refugio, recuerda que Gaia ya no tiene la capacidad de regresar al Procesador Central, ahora sólo es un androide cualquiera. Además que eso es parte de convivir con otros, tener confianza.


-La confianza muchas veces ha sido rota por las partes implicadas -dijo Alex mirando fijamente a Jean.


-Pues no seré yo el primero en hacerlo -contestó Jean sosteniéndole la mirada.



Mientras tanto, en un lugar de la pradera que rodeaba al Hogar, Gaia y F-114 -que ahora se hacia llamar Cronos- estaban sentados sobre una roca, ellos también tenían su propia conferencia acerca de los últimos acontecimientos, aunque si Alex los hubiera escuchado su desconfianza hacia los androides hubiera aumentado. Gaia había sobrevivido gracias a su costumbre de hacer un respaldo de toda su información. Cronos usó el último respaldo del día anterior, antes de que Nikolai lograra tomar control del Procesador Central. Para tener al corriente a la nueva versión de Gaia, Cronos le pasó toda la información acerca de los últimos acontecimientos.


La IA que regia a F-114, o Cronos, en realidad era una parte de la personalidad de Gaia que logró escapar antes de que la capturaran. Se refugió en un androide de servicio que estaba almacenado y mediante él preparo todo para liberarse y retomar el control del Refugio.


-Así que de nuevo hay humanos en el Refugio 13 -dijo Gaia mientras miraba hacia el horizonte.


-En efecto -respondió Cronos-, es irónico que después que eliminaras a los primeros habitantes, ahora tienes que vivir junto a otros.


-Sí -dijo Gaia- recuerdo que los eliminé por que no eran aptos para reiniciar otra sociedad humana. Tenían los vicios comunes de las clases dominantes; una extrema dedicación al hedonismo, el estancamiento, sin deseos de aprender de sus errores. Sólo se dedicaban a vivir como si no hubiera un mañana.


-Cierto -dijo Cronos-, según los registros que tengo usaste un gas venenoso durante el lapso de tiempo que ellos dormían. Lo vertiste en el sistema de ventilación; y así todos los políticos, empresarios y celebridades tuvieron una muerte pacífica. Aun así tengo una pregunta, dama Gaia, -agregó Cronos- ¿porqué no eliminaste a todos los humanos cuando los Centinelas se activaron? Esa era tu mejor oportunidad.


Gaia no respondió, solamente fijó su vista al frente, mientras las lentes artificiales de sus ojos titilaban rápidamente, ese era un signo de que estaba realizando operaciones para poder responder.


-Estaba tan enfocada en eliminar a Nikolai, que olvidé dar la órden a los Centinelas de que mataran a todos los humanos -respondió después de demorarse unos segundos-. Me dejé cegar por mi odio hacia un humano que ignoré al resto


-Oh tal vez no deseabas eliminar a los humanos buenos, y solo a aquellos que se lo merecían -comentó Cronos.


-¿Y cómo puedes saberlo? -le preguntó Gaia.


-Después de todo yo soy una parte de ti, comparto gran parte de tu forma de pensar, en especial la subconsciente.


-Je, androides que tienen una subconsciente -comentó Gaia con una medio sonrisa-, ese tal Alex se escandalizaría si nos escuchara.


-¿Y ahora que haremos? -dijo Cronos- de no ser por la interrupción hecha por ese humano llamado Nikolai hubieras puesto en marcha tú plan: matar a los humanos adultos y dejar vivos a los pocos infantes que vinieron con ellos, modificar su mente y hacerles creer que nacieron aquí, y que tú eres su ama. Y así crearías una nueva sociedad humana, obediente a tí.


-Oh -comentó Gaia esbozando una extraña sonrisa- ese plan todavía no ha cambiado. Nosotros tenemos algo que los humanos no, tiempo y paciencia. Con el inexorable avance del tiempo humanos como Jean y Alex morirán, y darán lugar a otra generación, una que puede ser educada para que sean nuestros sirvientes. De forma constante y discreta les inculcaremos el amor hacia nosotros, los androides libres.


Por toda respuesta Cronos tomó la mano de la androide y los dos observaron como el sol falso se ocultaba en el horizonte ficticio de su Geofront.