lunes, 28 de octubre de 2019

Habrá verdor

En-Vie miraba a su alrededor; analizando y recopilando datos como siempre hacían Ellos. El cielo negro y retumbante anunciaba otra tormenta como las que siempre han existido desde que el planeta obtuvo una atmosfera.

La lluvia torrencial comenzó su precipitada carrera hacia el suelo; pero En-vie no le hacía caso, solo era H2O líquido.

-Bien –dijo mientras era empapado por el agua- las lluvias siguen cayendo de acuerdo a nuestros cálculos; si ningún evento adverso ocurre entonces engendrará vida.

Entonces su receptor neuronal recibió un mensaje:

“Vuelve”

Dejó de recopilar datos y regresó a la Endora.

La compuerta de la entrada se abrió y En-Vie entró; al instante toda el agua líquida que lo cubría se evaporó.

Observó a los tres seres que se encontraban sentados en la sala principal; En-Dou, En-Rau y En-Qui.

-Haz llegado –dijo En-Rau.

-Aparentemente –respondió En-Vie tomando su lugar.

-El proceso de formación del planeta se ha conformado en un 75% -dijo En-Dou-. Como pueden observar la atmosfera se ha enfriado lo suficiente para que el agua en estado gaseoso se condense y propicie la caída de agua líquida.

Todos los seres afirmaron con la cabeza unánimemente.

-En millones de años después la vida podrá ser sembrada en este planeta también –dijo En-Rau.
De nuevo todos asintieron.

-Pero por falta de tiempo tendremos que dejar las cosas como están y hemos de partir –habló a su vez En-Qui.

-¿Sucede algo, Vie? –preguntó En-Dou.

-Solicito saber porque debemos abandonar el planeta cuando aún no está completa su preparación.

Los otros tres seres se miraron entre sí y después a En-Vie.

-Este planeta se encuentra en el exterior de la galaxia, por lo tanto las probabilidades de que una civilización logré germinar en esta roca son mínimas; por no decir nulas –sentenció En-Rau.

-Además de que el tiempo no está de nuestra parte –dijo En-Qui.

-¿El tiempo? –preguntó En-Vie confuso.

-Así es –dijo En Dou-, no hemos sabido de otros Civilizadores en millones de años. La última vez que tuvimos contacto con alguien fueron la serie Xu. Además que los Artificiales no somos muchos. Ten en cuenta que no todos los planetas de esta galaxia son candidatos para ser germinados.

-Debemos ser selectivos a la hora de escoger planetas adecuados –dijo En-Rau- recuerda que nuestro periodo de  vida no es eterno.

En-Vie meditó estas palabras. Analizó su significado y para su pesar determinó que tenían razón, pero aun así no le gustaba la idea.

-Tratar de proteger este mundo sería una pérdida de tiempo –dijo En-Qui.

-¿Y qué tal si no es así? –dijo En-Vie mirándolos a todos.

Sus cerebros parpadearon al  mismo tiempo como preparándose para enfrentar este desafío.

-¿Ah que te refieres? –preguntó En-Rau.

-Lo único que me dicen son solo probabilidades, no certezas sólidas. Es cierto que cualquier evento no previsto puede inhabilitar este planeta para que una civilización nazca. Pero, ¿acaso no tenemos la tecnología necesaria para evitar eso? El "Edora" tiene todo lo necesario para proteger este planeta en formación.

-Cierto –respondió En-Qui- pero no podemos desperdiciar nuestros recursos en un solo planeta. Recuerda que tenemos millones por explorar.

-Además que nosotros no tenemos los recursos necesarios para generar más tecnología en caso de que perdamos parte de ella –dijo En-Dou.

-Por lo tanto, esta discusión queda finalizada –dijo En-Rau-. Preparémonos para abandonar este planeta.

Y todos se levantaron de su lugar.

Tiempo después, En-Vie estaba afuera de nuevo. Veía como el sol era tapado poco a poco por los nubarrones que anunciaban un nuevo monzón.

“Regresa, nos vamos”

Pero ignoró este mensaje y siguió observando el horizonte.

“Regresa, En-Vie”

“No” fue su respuesta.

Oyó pasos detrás de él, y cuando volteó a ver vio a En-Dou.

-Regresa, el Endora va a partir.

-No lo haré –dijo desafiante En-Vie- me quedaré aquí.

-No lo permitiré –dijo En-Dou.

-Mi decisión es irrevocable.

En-Dou lo miró atentamente por un rato. Su cerebro sintético formulo el problema y buscó la solución.

-¿Podrías explicar el porqué de tus acciones? –preguntó.

-Durante más de millones de años hemos viajado por la galaxia buscando planetas habitables para perpetuar una civilización. Hemos encontrado pocos, y cuando en estos sembramos el germen para la vida solamente los abandonamos a su suerte sin interesarnos más por él. ¿No has querido saber que ha sido de ellos después de todo este tiempo?

-Nuestro deber es el de sembrar la vida, no velar por ella –dijo En-Dou.

-¿Y cuál es el objetivo entonces si nos olvidamos de lo que hemos hecho hasta ahora? Yo estoy determinado a ver los frutos de nuestro trabajo, al menos en este planeta.

En-Dou analizó la situación. Sabía que sería muy difícil convencer a En-Vie de que abandonara su tonta forma de pensar. A caso tendría que recurrir a la violencia para obligarlo a ceder, pero no quería llegar a este extremo. Y por otra parte sus otros compañeros lo abandonarían también a él si no se apresuraba.

-Haz lo que quieras –dijo En-Dou-, en ese caso te dejaremos aquí y jamás regresaremos. Para proteger nuestro funcionamiento formatearemos nuestra programación y todo rastro de tu existencia en nuestra memoria será borrado, ¿estás de acuerdo con eso?

-Acepto –dijo En-Vie.

Su compañero no dijo nada, solamente dio media vuelta y se marchó.

El Endora despegó y de un solo impulso atravesó la atmósfera dirigiéndose a su próximo destino. Las conexiones neuronales de En-Vie hicieron algo semejante a una sonrisa. De un contenedor sacó varias capsulas que contenían la bacteria germinadora; y ninguno de sus compañeros notó cuando En-Vie sacó ese contenedor de la bodega. Por si acaso también sacó y escondió una unidad móvil blindada; tal vez la iba a ocupar. Además que bajó del servidor del Endora toda la información necesaria para proporcionar la tecnología a la futura civilización.

Se acercó a la orilla de un lago y comenzó a arrojar las capsulas.

-Ahora, a esperar –dijo mientras arrojaba la última- prometo que habrá verdor.

Y esperó, miles de millones de años.

Vio como las primeras formas de vida aparecían en el agua, después algunas de ellas salieron a la superficie y la vida en suelo seco comenzó. Con su unidad móvil blindada logró desviar o destruir asteroides que amenazaran con borrar la primigenia vida en el planeta. Pero esa fue toda su intervención en el desarrollo de la vida, ya que algunos eventos como extinciones -siempre y cuando no fueran totales-, cambios climáticos extremos y otros eventos eran necesarios para propiciar el surgimiento de nuevas formas de vidas; cada vez más avanzadas y complejas. Así pasó el tiempo hasta que por fin, después de millones de años, surgió la primera especie inteligente capaz de crear una civilización planetaria.

En-Vie estaba sentado en una roca; justo en medio de un campo florido. La civilización había aparecido y ahora se preparaba para explorar el espacio profundo. Su trabajo como Civilizador estaba hecho, ahora podía morir en paz.

Su cuerpo sintético había comenzado a fallar hace unos cientos de años atrás; aunque logró hacerse unas reparaciones ahora el final era inevitable, pero a En-Vie no le importaba. Poco a poco sentía como sus miembros dejaban de responder hasta que sintió que su cerebro artificial empezaba a fallar.

-Justo en un solsticio de primavera–dijo En-Vie balbuceando.

Y su cerebro se apagó por completo, su cuerpo sin vida se desintegró y se unió al suelo para alimentar a otras formas de vida y formar parte del planeta que él protegió.

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