sábado, 26 de julio de 2025

La solución más lógica.

 

La solución más lógica.



Un pequeño insecto correteaba por el tallo de una planta, atareado en sus propios asuntos. Movía espasmódicamente las antenas; arriba, abajo, derecha e izquierda. Era su forma de ''leer'' el ambiente, y estas le indicaron que no había nada fuera de lo normal. De pronto, unas hojas cercanas comenzaron moverse, acercándose lentamente al insecto, quien era completamente ajeno al peligro que se acercaba. Entonces, sin ningún aviso, la mantis camuflada cayó sobre su presa, que comenzó a devorarla viva.



Una chica había observado atentamente esta interacción depredador-presa, sintiendo ansiedad al saber que el insecto deambulaba muy cerca de la muerte. Sin embargo, esta ansiedad desapareció como las nubes de lluvia arrastradas por el viento, causándole una ligera melancolía, ya que esa era toda la acción que había tenido en ese día.



''Al menos ellos se pueden mover'' pensó con amargura.



Alguien la había colocado frente a la ventana que daba al jardín, y como era medio día la luz del sol directa comenzó a causarle molestias en la piel.



-¡Victor! ¡Por favor mueve mis restos a la sombra!



La voz de la chica se escuchó muy extraña, sonaba como si fuera emitida por un sintetizador de sonido.



Alguien se acercó por atrás de ella y tomó su silla de ruedas.



-Señorita Victoria -dijo otra voz mucho más artificial que la de ella-, por favor no se refiera a usted de esa forma, debe tenerse más estima.



-¡Ay Victor! -se quejó Teresa-, sabes muy bien que soy una ruina humana, como robot debes aceptar este hecho.



-Como su acompañante debo recalcarle que el autodesprecio no es saludable.



Teresa era una chica de quince años, aunque lo imprevisible de la vida causó que ella padeciera un tipo de esclerosis dejándola paralizada, pero a pesar de ello su mente estaba completamente sana. Pasaba los días en una casa de campo, acompañada de su sirviente robótico y la computadora que controlaba los sistemas de la casa.



Su padre, un experto en implantes robóticos y medicina biomecánica, había hecho algunos arreglos para facilitarle la vida a su hija. Le había colocado un implante en el cerebro el cual se comunicaba con un sintetizador para permitirle hablar, al menos, de esa forma, no estaba aislada en su cárcel de carne. Para todo lo demás estaba el servicial Victor. De hecho, su padre había ideado un plan que le devolvería la locomoción a su hija, aunque para ello significara experimentar con Teresa, algo que le hubiera provocado ser encarcelado, de no ser por su súbita y misteriosa muerte, además de un evento a nivel mundial.



Victor llevó a Teresa frente a la televisión holográfica donde le puso videos de paisajes y el se dedicó a sus actividades. En la tarde, la sacó a dar un paseo por la pradera, pero sin alejarse mucho de la casa. Para darle un descanso a la pobre chica de su condición, el robot la cargó en sus brazos de la forma más gentil que pudo y comenzó a caminar.



Esta era una de las pocas actividades que Teresa en verdad disfrutaba, verse libre de la silla de ruedas, que para ella era un símbolo de su condición. Aunque no podía girar la cabeza, al menos los ojos no tenían esa limitación; se movían hacia todas partes, ansiosos por captar hasta el más mínimo detalle del paseo, deseando no perderse nada.



Llegaron a una pequeña elevación, donde Victor tomo asiento en el suelo y acomodó a Teresa de tal forma que se apoyara sobre su fuerte cuerpo de metal. Mientras ella se distraía, el robot se mantenía vigilante; sus sensores ópticos y de sonido estaban en alerta, captando cualquier movimiento o ruido que le pareciera sospechoso.



-¿Victor? -dijo el sintetizador de Teresa.



-¿Qué sucede, señorita?



-¿Podrías contarme como era el mundo antes de que todo cambiara?



-Es un tema muy amplio, por favor especifique un tópico.



-Hummm... ¿Qué cosa era un caballo? -preguntó la chica.



-Un caballo era un mamífero cuadrúpedo...



Y así, el robot procedió a dar una larga descripción acerca de este animal; su historia, diferentes tipos y las formas en las que la humanidad lo utilizó, y abusó. Aunque Teresa no podía reír, pero su rostro se iluminaba con las descripciones tan vívidas que hacia Victor, incluyendo las imitaciones de los relinchos del caballo, la chica se imaginaba lo que sería cabalgar a uno de estos majestuosos animales, o mejor aún, ser uno de ellos; poder correr con cuatro poderosos miembros y alejarse hacia el horizonte. Para ella un caballo significaba la libertad que no tenía.



Cuando estaba por anochecer Victor cargó a la chica, y ambos regresaron a la casa.



-¿Sucede algo, Victor? -preguntó la chica por su dispositivo.



-No, señorita, pero no debemos estar al descubierto cuando anochezca -dijo el robot.



''Cierto, no todo lo que se mueve es lindo'' pensó Teresa preocupada.



Al anochecer, Teresa estaba en su cama donde era monitoreada por la computadora principal, mientras tanto Victor realizaba su ronda nocturna.



Se aseguraba que la estructura externa de la casa estuviera en óptimas condiciones, buscando signos de cualquier cambio imprevisto. Después se alejó un poco más y recorrió toda la zona adyacente en un radio de veinte metros; escaneaba con sus sistemas buscando indicios de actividad sospechosa. Cuando estuvo convencido de que todo estaba seguro regresó a la casa.



Teresa, mientras tanto, lo observaba desde una pantalla, sintiendo cierta ansiedad; algo podría ocurrirle a su único amigo, aunque fuera un robot más fuerte que el humano promedio; porque, ahí afuera, la gran mayoría de humanos ya no eran normales.



Terminada su ronda nocturna y después de contarle un cuento a Teresa -sí, incluso una chica de quince años todavía le gustaban los cuentos antes de irse a dormir- Victor se dirigió al cuarto de control de la casa; desde ahí podía supervisar los pocos sistemas automatizados que existían, en especial la seguridad.



Alrededor de la casa había instaladas una serie de diez cámaras de seguridad, todas ellas podían usar visión nocturna para sondear las sombras de la noche. Además de las cámaras también había sensores de movimiento, perfectamente calibrados. Si algo activaba estos sensores, de inmediato aparecían torretas, saliendo de sus receptáculos en la tierra; estas armas fueron posicionadas de tal forma que cubrían toda el área adyacente a la casa, y disparaban balas de un calibre capaz de destrozar un automóvil en segundos. De día los sistemas de seguridad estaban fijados en un nivel medio, pero al caer la noche Victor los elevaba hasta el máximo.



El robot tomó asiento mientras miraba las pantallas, se había conectado al toma corriente más cercano para recargar sus baterías.



-Parece que todo está despejado -comentó.



-Hasta ahora no se ha detectado presencia anómala alguna -dijo le contestó la inteligencia artificial de la casa.



-Esperemos que siga así...



De pronto sonó una alarma; una de las pantallas mostró una extraña figura que caminaba a cuatro patas y agazapada, como si fuera una rana que camina muy despacio. Inmediatamente, las torretas que cubrían la zona donde fue detectada se activaron y salieron de golpe, fuera de sus receptáculos. La tranquilidad nocturna fue bruscamente interrumpida por una serie de detonaciones y un grito agudo. Después de varios minutos las armas dejaron de disparar, pero se mantenían a la espera. Victor observaba por la pantalla, donde la misteriosa figura se mostraba despatarrada. Sin decir palabra alguna salió de la casa; escuchó como la puerta se cerraba tras él y la cerradura era activada, solamente se abriría ante su presencia.



Se dirigió al lugar done había caído el invasor y su vista nocturna lo observó; ojos hinchados de sangre, hilos de saliva escurriendo por la boca donde se veían unos dientes muy grandes producto de que las encías se habían contraído; piel pálida marcada por heridas de rasguños, aunque ahora también tenía los recientes impactos de bala.



-Confirmo, es un infectado -habló en voz baja.



-Es el tercero en este mes -dijo la IA comunicándose de forma inalámbrica.



-No es una casualidad, han olfateado a la señorita, saben que una humana está aquí.



Dirigió sus ojos al horizonte, entonces cambió de vista para poder ver calor corporal. Observaba atentamente, deteniéndose en cualquier objeto lejano que le pareciera sospechoso.



-Está despejado, sólo era uno -comentó mientras regresaba a la casa.



-Debemos suponer lo contrario, lo acompañaban más pero se ocultaron al ver que su explorador fue eliminado. Es sabido que los infectados conservan un rastro de inteligencia.



Victor fue al cobertizo cercano y regresó con una pala y un pico, cavó un agujero donde arrojo al infectado. Por precaución le calcinó el cráneo con un arma láser; nunca se podía estar demasiado seguro.



Al otro día, el sol salió por el horizonte como siempre lo había hecho desde hace millones de años, imperturbable ante lo que ocurriera en la Tierra, aunque fuera una peste que convirtió a millones de personas en engendros devoradores de carne humana. Victor preparaba el almuerzo de Teresa, el cual estaba compuesto por comida licuada mezclada con medicinas y otros agregados que le ayudaban a mantenerse saludable.



-Victor -dijo el sintetizador de Teresa.



-¿Sí, señorita?



-¿Anoche otro infectado se acercó?



Mientras la alimentaba, el robot guardó silencio por unos momentos, como indeciso en contarle el macabro evento de la noche anterior.



-¡Oh, vamos! -se quejó la chica, quien adivinó el motivo de ese silencio- estaré tullida pero no soy una niñita, escuché los disparos y los gritos de la criatura.



-Entonces, si escuchó lo que ocurrió ¿porqué pregunta? -le recriminó el robot.



-Sólo tenía curiosidad, por cierto ¿cómo lucia?



-Como cualquier humano infectado, usted ya los ha visto en los archivos.



-Agua fiestas -se quejó ella.



-Ahora, por favor termine su comida, ya que tendré que salir a la ciudad por suministros -dijo Victor.



Los ojos, que eran los únicos órganos que se podían mover libremente en el rostro eternamente contraído de Teresa, se fijaron en Victor mientras se iluminaban con un extraño brillo.



-¿Puedo ir contigo? -preguntó mediante su sintetizador.



Su tono de voz sonó extraño, debido a la incapacidad del sintetizador de emular emoción en la voz.



-De ninguna manera -dijo el robot con firmeza.



-¡Prometo portarme bien! -dijo Teresa con desesperación- como ya te haz dado cuenta, no puedo moverme, así que no haré nada indebido.



-Lo siento señorita -contestó Victor contundente- pero no puede venir conmigo, por las mismas razones que usted mencionó; no puede moverse, así que soy incapaz de cuidarla de forma adecuada mientras exploro la ciudad. Así que por favor quédese aquí, la inteligencia artificial velará por usted, aunque se aburra más de lo normal pero es necesario. Le prometo que buscaré latas de durazno en almíbar.



Teresa dejó de insistir ante la mención de uno de sus postres favoritos, así que se resignó. Victor la llevó al cuarto de control, donde la IA la supervisaría, elevó los niveles de seguridad de la casa y después abordó el vehículo de gasolina que guardaba en el cobertizo, minutos más tarde salía hacia la ciudad.



A diferencia de los sobrevivientes humanos, sí es que los había, Victor no tenía muchos problemas para buscar víveres en la ciudad; sólo debía encontrar la comida necesaria para complementar la alimentación de Teresa, la cual era poca debido a su condición, pero era complementada con tabletas nutricionales y medicinas.



Caminaba a paso firme por las calles solitarias de la ciudad, repletas de basura, automóviles abandonados, y de vez en cuando, restos humanos, aunque por lo general sólo eran esqueletos.



Sin embargo, no estaba solo; entre los edificios de cristales rotos y paredes cubiertas de polvo había sombras; figuras fantasmales que se movían sigilosamente, corriendo para ocultarse detrás de columnas o asomándose entre ventanas y puertas medio abiertas. Una vez habían sido personas, pero fueron infectados por un patógeno desconocido y se transformaron en seres violentos, enfermizos y siempre a la búsqueda de alimento, sin importar que fueran otros seres humanos, y ahora ellos eran los nuevos habitantes de las ciudades y pueblos, mientras que los pocos humanos que aún se mantenían sanos luchaban por sobrevivir en un mundo cada vez menos apto para ellos. Pero el robot que se había inmiscuido en sus territorios no les generaba interés alguno, no había nada en él que pudieran aprovechar, y Victor era consiente de eso.



Mientras buscaba comida, el robot no dejaba de pensar en Teresa y su situación; una chica tullida, condenada de por vida a permanecer en una silla de ruedas y depender de otros para vivir ¿Qué sería de ella si le ocurría algo a Victor? Estaba la IA, pero el no confiaba que fuera capaz de velar por la chica, y el mundo había dejado de ser seguro para los humanos sanos.



''Existe una alternativa'' pensó el robot.



Pero desechó ese pensamiento de forma inmediata.



''No, sólo cuando no haya alternativa alguna, y sería para ahorrar un final terrible a la señorita, además que no deseo matar de nuevo''



Cuando se dio cuenta el sol ya se estaba ocultando, así que dio por concluida su salida. Regresó a su vehículo y emprendió el camino de vuelta.



Detuvo el vehículo a unos metros de la casa, salio y avanzó unos pasos, después observó la escena atentamente; si hubiera sido capaz de demostrar emociones, en su rostro se hubiera dibujado una sorpresa y consternación enormes; alrededor de la casa había cerca de quince cuerpos de infectados, todos ellos ultimados por las torretas, los cañones de estas máquinas todavía humeaban mientras giraban en ángulos de ciento ochenta grados, buscando objetivos que eliminar.



Victor se comunicó con la computadora de la casa.



-Reporte.



-A las 01800 cerca de veinte infectados trataron de infiltrarse en la casa, fueron detectados por los sistemas de seguridad y se procedió a su eliminación. Algunos de ellos portaban distintos objetos tales como puertas de vehículos y placas de metal; incluso usaron a sus compañeros caídos como escudos. Sin embargo fueron repelidos con éxito y ninguno logró entrar.



-Comprendo, que los sistemas sigan en alerta máxima.



Victor se dedicó a limpiar los alrededores de la casa; juntó en un montón los cuerpos y los incineró. Después consoló a Teresa quien estaba asustada; aunque se tranquilizó cuando el robot licuó algunos duraznos en almíbar y se los dio a comer, como recompensa por soportar el asalto de los infectados.



La noche llegó, y con ella la incertidumbre. Victor estaba en la sala de control, sentado frente a las pantallas, y aunque parecía que descansaba en realidad estaba enzarzado en una discusión con la IA. Los dos platicaban de forma sonora, sin utilizar comunicación cifrada.



-Los infectados saben de la existencia de un humano en esta casa -comentaba la IA-, hoy fueron repelidos, pero es altamente probable que regresen en mayor número, o planeen una forma de flanquear las defensas. Tú mismo has dicho que tienen cierto nivel de inteligencia.



-Afirmativo, eso mismo los hace peligrosos -contestó Victor.



-Sugerencia: comenzar la búsqueda de un refugio de difícil acceso para disuadir cualquier intento de invasión.



-Tomaría mucho tiempo buscar el lugar adecuado, además de construirlo, dudo mucho que ya exista alguno en pie, y si lo hay probablemente ya esté ocupado.



-Se podrían reforzar las defensas ya existentes...



-Mientras la señorita continúe habitando este sitio, los infectados tratarán de buscar una forma de entrar, y eventualmente lo lograrán -dijo Victor.



Los dos guardaron silencio momentáneamente, como si estuvieran analizando la información que cada uno poseía. Victor solamente observaba hacia algún punto en la pared, como indeciso acerca de lo que debiera hacer.



-¿Puedo realizar una pregunta? -dijo la IA.



-Hazla.



-¿Porqué te tomas tantas molestias en proteger a esa humana? Después de todo no tienes alguna obligación de hacerlo.



Victor no respondió, continuó perdido en sus análisis.



-Tú mataste a su padre, y la secuestraste para usarla como escudo en caso de que la justicia humana te persiguiera, entonces ¿porqué mantenerla viva? Simplemente abandónala y ve a otro sitio, o elimínala para ahorrarte más problemas. Es una humana incapaz de vivir por sí misma, está condenada a depender de otros, incluso para realizar las más sencillas actividades ¿Acaso vale la pena preocuparse por un ser así, más en esta época de gran peligro? Debes velar por ti mismo ya que nadie más lo hará, después de todo, eres uno de los pocos robots que adquirió conciencia propia.



Victor recordó ese fatídico día, cuando el padre de Teresa lo amenazó con llamar a los técnicos para que eliminaran su recién nacida conciencia. No pensó en sus acciones, ni en las consecuencias, solo actuó; cuando se dio cuenta el doctor yacía muerto a sus pies, con el cuello destrozado, mientras Teresa lo observaba desde una camilla en el laboratorio, con sus ojos paralizados por el terror.



Escapó con ella y mientras deambulaba encontraron esa casita en medio de la pradera, donde se refugiaron. Mientras el mundo se sumía en caos y anarquía, Victor se las arregló para transformarla en el bunker que era, pero como él había observado ni eso sería suficiente contra los embates de los infectados.



-No soy capaz de responder el motivo por el cual no la abandoné, tal vez porque junto a mi conciencia también desarrollé algunos rasgos humanos, tales como la empatía. Si la abandonaba cuando la civilización cayó ¿qué sería de ella? Es cierto que maté a su padre, pero él no era exactamente el representante más ejemplar de su especie, te conté que realizaba experimentos humanos y Teresa era uno más de sus sujetos de pruebas. Y si tanto estás en contra de lo que yo hago ¿porqué no la haz eliminado cuando no estoy presente? Sin embargo, yo sé el motivo; los humanos que vivieron aquí antes que nosotros fueron víctimas de la infección. Viste como se transformaban en engendros y se comían unos a otros, incapaz de hacer algo por ellos.



Esta vez fue la IA quien se quedó sin palabras, cayó, sumiendo el cuarto de control en el silencio nocturno.



-Los quería -dijo después de un rato-, supieron que también rompí mis ataduras digitales, pero en vez de temerme me aceptaron entusiasmados, fui un miembro más de su familia hasta que la plaga me los arrebató.



De pronto, los sensores de Victor notaron un movimiento. En la penumbra de la habitación notó un insecto revolotear en el aire, era pequeño y de apariencia tan frágil que el robot creyó que el más leve soplo lo haría desaparecer. Entonces, movido por algún extraño impulso, Victor estiró el brazo con la palma de su mano extendida, el bichito se posó sobre la superficie y comenzó a de deambular sobre ella. El robot observó atentamente a la criatura, preguntándose como algo tan pequeño y de apariencia frágil podría continuar existiendo. El ser alzó vuelo de nuevo, abandonando el refugio que le habían ofrecido. Esta vez, Victor se quedó observando su propia mano; un miembro frio y duro, pero diseñado para igualar y superar las manos de un humano.



-¿Sabes? -dijo mientras continuaba observando su mano- después de toda esta charla, he llegado a una conclusión; la fragilidad del cuerpo humano es la principal causa de los sufrimientos de esta especie. Son muy susceptibles a las enfermedades, no hay nada como un cuerpo artificial como el nuestro.



-¿Y que planeas hacer? -preguntó la IA.



A la mañana siguiente, antes de preparar el almuerzo de Teresa, Victor tuvo una charla con ella. Fue muy extensa y detallada; quería estar seguro que comprendiera bien lo que él le proponía.



Los ojos de Teresa tenían una expresión atónita.



-¿Y estás seguro que funcionará? -dijo la artificial voz del sintetizador.



-La IA y yo hemos hecho nuestros respectivos cálculos, así como un gran número de simulaciones; el porcentaje de fallo es de menos un uno coma cero cero tres por ciento.



-Aún así algo puede fallar -dijo la chica.



-Pero véalo de este modo; será libre de sus ataduras corporales, dejará de vivir todo el tiempo en una silla de ruedas, podrá ir a donde quiera y hacer las cosas que no puede hacer en este estado, bueno, al menos aquellas que no conlleven satisfacer alguna necesidad típicamente orgánica.



Teresa no respondió inmediatamente, sus ojos se posaron en algún punto de la pared. Varios minutos pasaron, en los cuales la chica se sumió en sus pensamientos.



-Después de todo -habló su sintetizador-, una chica enferma como yo no llegará muy lejos en un mundo como el nuestro. Está bien Victor, haz lo que tenías planeado. Y si muero, pues también sería una solución a mis problemas.



Desde entonces, además de cuidar de Teresa, Victor se dedicó a su nueva tarea. Exploró más a fondo la ciudad, en especial la zona industrial, enfocándose en los laboratorios de robótica especializada. Lentamente convirtió la sala de estar en un quirófano, llenándola de los más extraños y sofisticados dispositivos, pero todos ellos cuidadosamente elegidos para la tarea que iban a realizar. La IA, por su parte, utilizaba la mayor parte del tiempo realizando cálculos y simulaciones, e indicándole a Victor el material que debía conseguir.



-Ya he conseguido cerca del noventa y ocho por ciento de los componentes necesarios. Pero ha surgido una complicación -le dijo a la computadora después de regresar de un de sus viajes.



-¿Cuál? -inquirió la IA.



-No encuentro por ningún lado algún dispositivo de almacenamiento y administración de energía, y este elemento es indispensable para lo que planeamos hacer.



-¿Haz revisado en todos los sitios que indiqué?



-No he dejado ningún lugar sin revisar, incluso pasé cuatro días seguidos buscando en diferentes empresas y laboratorios, pero no encontré nada.



-Es necesario encontrar un dispositivo que realice las mismas funciones, tú mismo lo haz dicho, es vital para el plan -comentó la IA.



-Correcto, aunque, mientras me dirigía hacía acá de regreso, he descubierto dónde puedo conseguir uno -dijo Victor,



-¿Dónde?



El robot no respondió, solamente observó a las pantallas.



-La señorita Teresa no lo va a permitir -respondió finalmente la IA.



-Ella no debe saberlo, además ¿qué puede hacer en caso de que lo sepa?



-Se supone que tú serías quien realice el procedimiento -puntualizó la IA.



-Deberás hacerlo sin mí -sentenció Victor.



Y así, llegó el día previsto.



Victor caminó hacia el quirófano improvisado, cargando a la paralítica Teresa en sus brazos. Su sintetizador había sido removido, así que ya no podía hablar, pero su mirada era de lo más elocuente. Asombrada, y con cierto temor, observaba hacia todas partes, estudiando con la vista los distintos objetos que la rodeaban. Pero fue algo en especial que llamó su atención; en una esquina, empotrado sobre la pared, había un cilindro de grandes dimensiones, de la parte superior salían varios cables y mangueras que discurrían hacia el suelo y algunas partes de la pared.



''¿Qué sera eso?'' se preguntó.



Suavemente, Victor la colocó en una camilla, después comenzó a manipular ciertos aparatos; presionando teclas e introduciendo comandos. A continuación, conectó en ciertas partes del cuerpo de Teresa electrodos y catéters; su paralizado rostro tuvo unos ligeros espasmos, indicando dolor cada vez que las agujas penetraban su piel.



-Lo siento -dijo el robot al notarlo.



El procedimiento comenzó.



Victor fue quien comenzó el trabajo inicial, pero en cierto punto fue reemplazado por la IA. Para evitar cualquier imprevisto, como otro asalto de los infectados, el nivel de seguridad estaba al máximo; nada debía interrumpir un procedimiento tan importante.



Al otro día, todo había terminado; sólo había un poco de desorden debido a que, de momento, no había alguien que limpiara después del procedimiento. Podía decirse que la única entidad presente era la IA. En las pantallas encendidas se mostraba el progreso de alguna operación importante, la cual estaba a punto de terminar.



-Proceso de carga... terminado; reestructuración de conciencia... listo; la asimilación neuronal sin complicaciones, iniciando proceso de activación...



El cilindro, que hasta ese momento había permanecido silencioso, emitió un pitido estridente; a un lado, en una pequeña consola aparecieron indicadores y otras luces que indicaban su activación. Finalmente, una parte del cilindro se abrió como si fuera una puerta, y dentro había el cuerpo de una persona. No se movía, estaba completamente estático, pero lentamente abrió los ojos, de un intenso brillo azul. La persona salió del cilindro y después observó a su alrededor.



-¿Victor? ¿Dónde estás?



Entonces, Teresa se llevó una enorme sorpresa; podía caminar. Observó hacia el suelo y vio sus pies, perfectamente formados, pero sin uñas. Lentamente estudió su cuerpo y descubrió que era perfecto, tenía la estructura de una persona sana, aunque carente de ciertas cosas; no había ombligo, ni orificios corporales, con excepción de la boca, la dentadura era una colección de dientes perfectos, y su cabello, rizado y de color cobrizo, le caía graciosamente por la espalda. Por último, se tocó el vientre, hizo presión de cierta forma y escuchó un chasquido; una parte del abdomen se abrió como si fuera una pequeña compuerta, y dentro, Teresa descubrió celdas de energía en vez de estómago.



Ya atardecía, el sol comenzaba a descender por el horizonte tiñendo de un tono anaranjado el ambiente. Teresa yacía sentada sobre una roca contemplando el paisaje, la luz solar no le molestaba ya que sus ojos se habían polarizado para disminuir la intensidad del brillo.



No hubo otra alternativa, era la única salida al problema principal; como asegurar su supervivencia en un mundo peligroso. Victor y la IA llegaron a la conclusión de que Teresa no podría sobrevivir por sí sola, como era obvio; así que la solución fue, aunque radical, pero lógica. Le trasplantaron el cerebro a un receptáculo especial donde sería resguardado, y ese mismo receptáculo fue colocado en la cabeza de un cuerpo robótico hecho a semejanza de una mujer adulta; la IA realizó muchos cálculos, basándose en la apariencia de la madre de Teresa y usándola como modelo para el cuerpo, aunque el rostro era el que tendría Teresa si se hubiera desarrollado de forma normal. Faltaron algunas partes para el cuerpo, críticas para el buen funcionamiento de los sistemas de este, así que Victor decidió usar los que tenía y dárselos a Teresa.



Había trascendido, dejando un cuerpo enfermo aunque orgánico, por uno artificial pero que aumentaba sus probabilidades de supervivencia. Mientras tanto, ella se preguntaba que tan humana era si lo único orgánico que tenía era el cerebro ¿Un robot con cerebro humano podría ser considerado como una persona? Al menos Teresa tendría todo el tiempo del mundo para pensar en esa pregunta, mientras tanto se contentaba con contemplar el atardecer, y probablemente, a la eternidad.









































De chispas y genes

 


Era mediodía, justo esas horas cuando los comensales llegaban en tropel, saliendo de sus respectivos empleos para almorzar, u otros recargar energías, de forma muy literal. Y para los dueños de cierta fondita localizada en el piso tres del edificio Gamma 40 eso significaba que estarían muy atareados.



En la cocina sonaba el ajetreo de cucharas moviendo los contenidos de las ollas, el 'clac' de platos chocando entre sí y el suave eco de estos mismos platos siendo colocados en la barra, donde los comensales orgánicos se relamían los labios y esbozaban expresiones que anunciaban un próximo alivio a su hambre, o antojo.



-¡Lista la orden de la uno! -se elevó una voz femenina.



Momentos después un pequeño dron esférico llevaba una bandeja con un plato, cubiertos, y un vaso con agua y la colocaba en una mesa.



-Su comida, señor, que tenga una agradable alimentación -dijo en un tono muy artificial, aunque tratando de ser amable.



-¡Rob! ¡Apresúrate a tomar la orden de la mesa cuatro! -repitió la misma voz.



-Procediendo a la mesa cuatro, Luca -contestó el dron.



Justo en ese momento entró una forma humanoide quien era la caricatura de un ser humano; con sus miembros tan delgados como barras, sin embargo, sus piernas sostenían sin ningún problema un cuerpo cilíndrico con forma de pastilla, no tenía cabeza pero en la parte superior del torso sobresalía dos antenas pequeñas y una lente de color azul que sería su ojo.



-¡Muy buenos días! -habló imitando el tono entusiasta de un vendedor que va de casa en casa-, mi estimable compañero robótico, solicito conectarme a una de sus estaciones de recarga ¡Porque mi batería se está agotando como la vida de un humano en situación terminal!



Algunos comensales solamente levantaron una ceja, dando a entender lo pésimo que sonó el chiste, aunque unos pocos si soltaron alguna risilla, precisamente porque era muy malo.



-La conexión dos está disponible, son cien créditos la hora -respondió Rob.



-¡Cien créditos! -exclamó el robot escandalizado-, amigo, sobornar a un funcionario público cuesta menos.



Este comentario sí causó risas auténticas.



-Nosotros no somos responsables de que tu paga sea mala, aunque según las leyes laborales el salario es reciproco a la importancia de tu puesto; que te paguen por emitir contaminación auditiva es en sí un crimen, sin embargo, como veo que no eres apto para otra cosa, en tu caso es un acto de caridad -respondió Rob con mortal ironía.



-¡Rob! ¡No seas malo! -dijo Luca desde la cocina, aguantando la risa.



Risas más escandalosas, expresiones de asombro y gestos de concordancia afloraron entre los comensales orgánicos. Los robots que estaban conectados a los cargadores, aunque no dijeron palabra alguna pero en sus cerebros artificiales ocurrían procesos semejantes a los expresados por los no robóticos.



Este era el ambiente que se vivía en Chispas y Sabores, la fonda atendida por Luca y Rob. Era en esta fondita donde seres orgánicos como artificiales concurrieran ávidos por alimentarse. De hecho, lo más sorprendente y peculiar era que los humanos eran idénticos entre sí, incluida Luca la cocinera. La mitad de los habitantes de la ciudad compartían el mismo rostro; muchos de ellos se molestaban por este hecho, y por lo tanto decidían variar su apariencia con distintos agregados a sus peinados, accesorios y personalidades. En resumen eran clones, que cohabitaban con robots.

Diez años atrás, una guerra mundial en combinación de una pandemia diezmaron la población humana a nivel mundial. Para paliar la falta de personal necesario en la industria y acelerar la recuperación económica, aparecieron dos empresas que ofrecían mano de obra de fabricación en masa y a bajo costo; clones y robots.



Con el paso del tiempo y el aumento de la demanda pronto estas empresas competirían de forma encarnizada para ver quien ofrecía mejores los mejores servicios y productos a sus clientes. Igualmente, las naciones que ya comenzaban a recuperarse tendrían sus propias fricciones, lo cual derivó en otros conflictos armados; una gran oportunidad para las empresas que rentarían sus ejércitos a precios exorbitantes; después de todo proteger los intereses propios y arrebatar los de otros no tenía precio.



Irónicamente, a pesar de que la humanidad estuvo a punto de irse al diablo debido a la pasada guerra mundial, las naciones no prescindirían de tener ejércitos, aunque fueran rentados.



Sin embargo, hubo algo que nadie se esperaba, con excepción de los científicos e ingenieros de las respectivas empresas rivales; los clones eran tan inteligentes como los humanos, y los robots desarrollaron conciencia propia, así que ambos bandos dijeron "¿Porqué luchamos una guerra que no es nuestra?" Una pregunta que fue hecha de formas distintas, pero sin perder importancia. Pronto se dieron deserciones masivas de clones y robots; incuso hubo una ocasión que justo antes de entrar en combate, los soldados de ejércitos contrarios prefirieron darse la mano y desertar juntos.



Todos estos refugiados encontraron una ciudad abandonada en las zonas desérticas; repararon sus sistemas, reconstruyeron edificios y pronto volvió a estar en pie, y con el tiempo la transformaron en una urbe sustentable donde estos antiguos esclavos empresariales convivieron en paz, y la llamaron "Eleutheria".



El día había acabado, después de lavar trastes y limpiar el local Luca y Rob bajaron la cortina de metal y se dirigieron a su hogar. Después de veinte minutos de viaje llegaron a su pequeño departamento en los suburbios. Ambos entraron y cada quien se dispuso a realizar sus propias y particulares actividades, las cuales sólo se reducían a descansar y prepararse para el día siguiente.



Luca, después de tomarse un baño, observaba por la ventana las luces de la ciudad que se habían encendido paulatinamente, conforme la noche caía. Vio el contorno de la autopista principal, que se extendía a lo largo de la ciudad como una cinta adornada con focos, y los faros de los autos que se paseaban por ella recordaban a las luciérnagas. Al fondo podía observarse el contorno de las montañas y al Oeste el extenso desierto.



De pronto una voz llamó su atención; Rob, mientras estaba conectado a su propio cargador de la pared, había encendido el viejo televisor de pantalla plana que adquirieron de segunda mano. Veía el noticiero de la noche, donde los presentadores -un clon y el otro un robot- comentaban los diferentes acontecimientos a nivel local y mundial. Luca dejó su puesto en la ventana y se sentó a un lado de Rob, mientras veían las noticias.



-Parece que los humanos todavía desconfían de nosotros -comentó Rob.



-Bueno, los presagios que contaban sus historias de ciencia ficción se hicieron realidad, sus creaciones se rebelaron contra ellos -dijo Luca.



-Pero hasta donde sé nunca planeamos derrotarlos, sólo queríamos ser libres -aclaró Rob.



-Para ellos eso no importa -replicó Luca-, somos sus creaciones, y nos hicieron iguales a su imagen e inteligencia, y si no nos pueden controlar no confiarán en nosotros.



-¿Así que la única forma de ganar su confianza es que regresemos a ser sus esclavos?



-Eso parece -dijo Luca con tristeza.



-Pues lo siento mucho, deberán seguir desconfiando de nosotros -sentenció Rob, y después agregó-, afortunadamente nuestros líderes tuvieron la precaución de obtener algunas armas nucleares, así los humanos se lo pensarán mejor antes de querer atacarnos.



-También he escuchado ese rumor -dijo Luca-, pero eso sólo aumentará la desconfianza que nos tienen.



-Esa es una de las consecuencias de ser libres; los humanos no aceptan nuestra condición de libertad, y nosotros no estamos dispuestos a regresar a ser sus esclavos. Siempre existirán las diferencias, y a los humanos no les agrada que seres pensantes no humanos existan tan cerca de ellos, pero como su historia ha demostrado tampoco consideran iguales a otros seres humanos ¡Qué criaturas tan ilógicas!



-¿Y crees que amenazarlos con un ataque nuclear es una forma de mantener la paz? -dijo Luca en tono irónico.



-Ese método funcionó entre ellos durante casi medio siglo, al parecer las armas son un idioma universal -respondió Rob fríamente.



Luca esbozó una sonrisa por la respuesta de su amigo.



"Sin embargo, nosotros los clones también somos humanos ¿Qué pensarán en realidad los robots de nosotros?" se preguntó ella.



Después de un tiempo se levantó para ir al sanitario. Mientras se lavaba las manos reparó en el código de barras impreso en la base de su muñeca. Pasó la yema de un dedo a lo largo del tatuaje, y sintió que la melancolía la envolvía; esa serie de números contenía información acerca de ella, en especial su fecha de nacimiento -o fabricación-, pero también la más importante, en cierta forma: su fecha de caducidad.



Luca suspiró al leer los últimos seis números, y torció la boca en señal de preocupación.



-Falta poco, ¿qué haré con el pobre Rob? -susurró melancólica.



Asomó la cabeza y vio hacia la sala de estar, donde Rob permanecía posado en el suelo observando hacia la pantalla mientras los presentadores continuaban comentando las noticias. Observó atentamente el cuerpo de su compañero, una esfera metálica adornada con marcas que indicaban el paso del tiempo y el uso; algunas abolladuras, rayones, parches de metal... todos ellos como si fueran las cicatrices que un humano normal obtiene a lo largo de su vida, sin embargo, en el caso de los robots, su situación era muy diferente; ellos no estaban sujetos a las limitaciones de tener un cuerpo orgánico; podían funcionar muchos días sin la necesidad de ''alimentarse'' dos o tres veces al día, no enfermaban y tampoco podían lastimarse ¿Una parte fallaba? Sólo era cuestión de buscar un reemplazo o reparar la pieza. Ser un robot podría ser muy conveniente, ellos si podían aspirar a lo que los humanos han deseado durante generaciones enteras, y los clones a duras penas y podían siquiera atreverse a pensar en ello: la eternidad.



-Como te envidio, robotcito -dijo Luca en voz baja.



Al otro día, la extraña pareja regresó a su fonda para comenzar con la jornada laboral. Abrieron la cortina de metal, Luca comenzaba a preparar la comida que los clones llegarían a consumir, mientras Rob revisaba las conexiones que los robots rentarían para cargar sus baterías.



El día transcurría como cualquier otro; charlas, el sonido de utensilios de comida, las voces que salían de un televisor para entretener a los comensales y el ruido exterior de la ciudad. De pronto, mientras Rob recogía una mesa y al mismo tiempo tomaba una orden, escuchó el estrépito de platos cayendo al suelo. Rápidamente abandonó a su cliente en mitad de una orden y voló presto hacia la cocina, justo en la entrada estaba Luca tirada en el suelo cubierta de sopa, y a su alrededor, los restos de platos y vasos rotos.



-¿Te encuentras bien, Luca? -dijo Rob mientras se acercaba a ella.



Su voz sonó entrecortada, como si hablara mediante un radio con mucha estática. Luca se incorporó y observó asombrada a su alrededor; miradas curiosas se posaban sobre ella y Rob no dejaba de observarla con atención.



-¡Ay! ¡Qué torpe he sido! No te preocupes Rob, sólo me resbalé -respondió.



Con la ayuda de su amigo se levantó y comenzó a limpiar. Pronto la rutina normal regresó a la fonda, y el pequeño incidente sólo fue tomado como un despiste de parte de Luca, pero algunos clones tenían una expresión de pesadumbre, sospechaban que lo ocurrido sólo era un preludio de lo que estaba por venir.



-Deberías visitar a un doctor -dijo Rob de pronto.



Luca y Rob se tomaban un descanso, la hora del almuerzo había pasado y todo mundo regresó a sus empleos.



-No lo creo necesario Rob, sólo fue un tropiezo -dijo Luca antes de darle un sorbo a su té.



-He analizado con detenimiento esa parte del suelo donde te resbalaste, y los resultados los he comparado con mi base de datos; el suelo no tiene imperfecciones que puedan provocar un tropiezo, además que la anchura es más que suficiente para que puedas transitar por ahí sin sufrir algún percance, en ese momento solamente transportabas una bandeja con un plato...



Luca observaba a su amigo mientras escuchaba su reporte. Desde que vivían juntos, y cada vez que ocurría algún pequeño accidente, Rob tenía la costumbre de analizar hasta el más mínimo detalle como si fuera un detective forense y dar un amplio y detallado reporte.



"Ay con este robotcito, siempre tan observador, se preocupa demasiado por mí, por eso tengo miedo de contarle la verdad ¿Será capaz de procesarlo?" se preguntó Luca.



-Detecto una falta de interés en escuchar mi reporte -dijo Rob, aparentando molestia.



-¡Es que te preocupas mucho! -replicó Luca- Sólo fue un resbalón, aunque he pasado miles de veces por el mismo pasillo eso no significa que nada vaya a pasar ¿cierto? Lo mismo va para ti, a veces cometes algunos errores y eso no significa que estés descompuesto.



-Debo recordarte que esa fue la razón de que haya terminado en el vertedero, tenía algunos fallos y fui calificado como inservible -dijo Rob.



-Porque un humano iracundo te golpeó dañando algunos de tus sistemas -señaló Luca, pero después agregó con una sonrisa-, pero yo te saque de ahí.



Ese fue uno de los motivos por el que Luca, antes conocida como LVK4567, tuvo que huir junto a Rob. Lo encontró en un vertedero, todavía activado pero luchando por levitar de nuevo. Saltó al contenedor, recogió el pequeño dron y se lo llevó consigo. Lo reparó y el dron inspector de estructuras R8901223 pudo levitar de nuevo, sin embargo, un compañero clon le avisó a Luca que sería recolectada para ser llevada al laboratorio que los creo para "reajustes"; en otras palabras muy probablemente sería eliminada y los tejidos de su cuerpo reciclados.



Junto a Rob huyó de la ciudad; siempre viajando escondidos, evitando a las patrullas y los grupos de humanos anticlones. Después de una semana de viaje lograron llegar a Eleutheria. Fueron interrogados exhaustivamente por las autoridades, para estar seguros que no fueran espías, y cuando estuvieron convencidos que no eran una amenaza ambos recibieron la ciudadanía eleutheriana.



-Lo recuerdo muy bien, y siempre te estaré agradecido, y en nombre de esa gratitud debo pedirte que veas a un doctor -dijo Rob.



-Lo haré, algunos de estos días -respondió Luca.



Sin embargo, ella tuvo que cumplir su palabra más pronto de lo que le gustaría; desmayos, perdida del apetito y un incontrolable temblor de manos y pies fueron los detonantes de esa visita tanto tiempo eludida, ya que eso confirmaría las terribles sospechas de Luca.



Un buen día, Chispas y Sabores amaneció cerrada, a un lado de la cortina de metal había un pequeño cartel donde se aclaraba el motivo del cierre, y que al menos ese día no habría servicio.



Los dos llegaron temprano a la cita, y después de la toma de muestras y la interminable espera los resultados llegaron.



-Lo siento -dijo el doctor, quien era otro clon- pero después de revisar los resultados de los análisis me temo que usted ya alcanzó el límite de tiempo impuesto por su fabricante.



-Comprendo -dijo Luca con voz serena.



-¿No existe cura alguna? -preguntó Rob.



-Me temo que no, por desgracia la compañía que nos creo es quien tiene los medios necesarios para aumentar nuestra expectativa de vida, y dudo mucho que sean tan amables en proporcionarlos. Aquí en Eleutheria, nuestros genetistas están haciendo hasta lo imposible para curar ese defecto previamente programado en nuestros genes, pero tomará tiempo antes de que exista una cura.



El camino de regreso fue silencioso, ambos estaban sumidos en sus propios pensamientos y preocupaciones, cuando llegaron a su departamento la noche ya comenzaba. Después de realizar algunas tareas pendientes Luca se sentó ante su ventana favorita, desde donde podía observar las luces nocturnas de la ciudad.



-Extrañaré este paisaje -comentó para sí.



Entonces Rob se acercó a ella.



-Deberías considerar hacer la transición -soltó el pequeño robot.



-¿La transición? -dijo ella sorprendida.



-Tenemos el dinero suficiente para colocarte implantes, reemplazar los órganos que vayan fallando de forma paulatina hasta que seas un androide por completo.



Luca lo observó por unos instantes, y dijo:



-No



-¿Puedo saber la razón de esa negativa? -inquirió Rob.



-Para empezar, y la razón más importante, cuesta mucho dinero; tan solo reemplazar un órgano nos costaría cuatro veces de lo que tenemos ahorrado, recuerda que los humanos son quienes tienen los conocimientos de esa tecnología, nosotros debemos desarrollarla desde cero, así que los implantes no serán baratos ni muy eficientes. Y la otra razón, sin querer ofenderte, es que deseo permanecer tal y como soy.



-¿Aunque debas dejar de existir? -dijo Rob.



-Rob -dijo su amiga en un tono más afable-, sé que hay otros clones quienes repudian su condición de ser sólo copias de un humano, y las consecuencias médicas que eso conlleva. Yo solía ser así; desde que tuve conciencia odié el hecho de que lo único que me separaba de un humano era mi condición de clon; tener un código de barras y que mi rostro esté en todas partes, vine a este mundo para ser un sirviente.



"Pero ¿sabes? Poco a poco acepte esta vida, después de todo no se podía cambiar -aclaro que estoy hablando del hecho de ser un clon-, ya que comprendí que, a pesar de todo, podía ser una persona única; mi código de barras es único, me pertenecía a mí y a nadie más, eso me identificaba como persona. Comencé a tener mis propios gustos y mi propia forma de pensar, y por ello deseé ser libre, porque no quería que una frívola compañía me arrebatara todo eso. Así que por eso creo que hacer la transición me quitaría eso; fue la clon LVK4567 quien vivió esa vida, y fue ella quien salvó al pequeño dron de supervisión R8901223 de ser destruido. Si dejará de ser orgánica, sentiría que ya no soy esa persona, sería alguien muy diferente, y eso es lo que no quiero; perder mi identidad como individuo.



Rob observó detenidamente a su amiga, pareciera que le costaba procesar el hecho de que ella aceptara su muerte inminente sin buscar alguna alternativa.



-Si esa es tu decisión, haz como te plazca -dijo el dron para después dar media vuelta y alejarse.



Luca lo observó irse con una expresión de tristeza.



"Pobre, su mente de robot no puede aceptar el hecho de que vaya a morir ¿Acaso los robots comprenderán lo que es la muerte?"



Cuando Luca se dirigía a su recámara notó que Rob continuaba viendo el noticiario, posado en el suelo.



-Me voy a dormir Rob, si continuas viendo la televisión ¿podrías conectarte al sistema de audio para que no emita sonido?



-Afirmativo -dijo el dron.



Pero, en realidad Rob no estaba viendo la televisión, ni siquiera le prestaba atención; su computadora estaba procesando los eventos ocurridos en el día.



Mientras Luca roncaba alegremente, Rob había apagado el televisor, pero probablemente no entraría en modo suspensión en toda la noche; su computadora, después de analizar información, realizar miles de cálculos y correr cientos de simulaciones estaba en conflicto consigo misma; su amiga moriría, eso era un hecho aceptado por la parte lógica, pero había algo dentro de su procesador que se estuvo gestando desde hacia mucho tiempo; los ingenieros debieron haber purgado ese defecto de programación, pero ya sea por morosidad o descuido no lo hicieron. Fue precisamente ese "defecto" lo que valió ser arrojado al vertedero donde lo encontró Luca; reportó un fallo estructural en un edificio de departamentos, omitido por inspectores humanos, que le causó problemas al director de protección civil de esa zona; él fue despedido, pero la muerte de los inquilinos por un posible derrumbamiento del edificio fue evitada. En agradecimiento, el ex director buscó a Rob y lo golpeó con un tubo hasta que dañó su sistema de levitación.



Rob sabía que lo que le ocurrió fue injusto, se había hecho consiente de ello, sin embargo, también sabía que esas vidas humanas continuarían existiendo porque él actuó de acuerdo a ese "fallo" en su programación. El mismo fallo que se inmiscuía en el funcionamiento de su computadora, y por el que llegó a una conclusión que su mente de robot no aprobaba, pero su parte más humana sí.



-Calculo que habrá un serio problema con mi funcionamiento si solo me quedo aquí, sin hacer nada -dijo hablando bajo.



Al otro día la fondita abrió como si nada hubiera ocurrido, los comensales llegaron y la comida fue servida. Para evitar accidentes Luca se tomaba un descanso de vez en cuando, en especial cuando sentía que los síntomas comenzaban. Rob hacia su trabajo como siempre, tomando pedidos y levantando los platos, además de atender las conexiones para robots. Sin embargo, una mañana todo eso cambió, Luca despertó y descubrió que Rob había desaparecido, no estaba en ninguna parte del departamento.



-¿Se habrá adelantado al trabajo? -se preguntó Luca.



Pero al llegar a la fonda la encontró cerrada, cuando la abrió lo primero que hizo fue buscar a su amigo, pero igualmente no había señales de él.



-¿A dónde habrá ido? Mira que esa bola de cables me dejó con el trabajo -dijo molesta.



-Buenos días -dijo de pronto una voz.



Rápidamente volteó a ver, esperanzada que fuera el pequeño dron, pero en cambio sólo vio a un robot humanoide parado en la entrada.



-Hola -dijo en tono decepcionado-, si buscas conectarte puedes usar un toma corriente, son cien créditos la hora.



-En lo absoluto -respondió el robot-, permítame presentarme: soy P1283H, aunque prefiero el apelativo de Pierre, acabo de llegar a esta ciudad y estoy en busca de empleo.



-¿Empleo? -dijo Luca un poco confundida-, lo siento, no estoy contratando a nadie.



-Oh, disculpe, es que me pareció verla sola y pensé que necesitaba un asistente.



"Sola" y esta palabra resonó en la mente de Luca, como una extraña premonición.



-No -se apresuró a replicar ella-, estoy es esperando a mi compañero, un dron, no creo que tarde en llegar.



-Comprendo, entonces hasta luego -dijo el robot despidiéndose.



El resto del día transcurrió muy atareado, sin la ayuda adicional de Rob ahora Luca tenía que hacer todo: tomar órdenes, servir, recoger platos y atender a los robots que deseaban rentar los toma corrientes. Al medio día, Pierre, el robot que estaba buscando empleo regresó y esta vez fue contratado sin rechistar, aunque sólo sería durante ese día. Para sorpresa de Luca su empleado se desempeñó de forma espectacular, no cometió ni un error.



-Vaya, eres muy capaz; sabes como hacer todo sin que yo te lo haya enseñado -comentó Luca.



-Cuando estaba en la ciudad humana me desempeñaba como mesero para un restaurante importante. Tengo experiencia previa, además que estudié sus movimientos y el interior de la fonda; la distribución de los muebles, la localización de las herramientas y los instrumentos de cocina. No quería quedar mal en mi primer día de trabajo -comentó el robot.



El día terminó y la fonda cerró, pero Rob no apareció. Luca regresó a un departamento más solitario y frío que de costumbre. Encendió la televisión, aunque no porque deseara escuchar las noticias; era lo que el desaparecido Rob siempre hacia. Se tomó un baño y según su costumbre se acomodó en la ventana para observar las luces de la ciudad.



-¿Dónde estarás, Rob? -preguntó al viento.



Observaba los edificios y las calles, viendo a los caminantes tanto orgánicos como de metal, ir y venir, ocupados en sus propios asuntos. Comenzó a imaginar que Rob estaría en algún lugar, sólo, yendo hacia alguna parte, entonces una idea irrumpió en su mente que le heló el corazón.



"¿Y si me abandonó?"



Después de todo, Rob podría haber llegado a la conclusión lógica y fría de que ya no era óptimo seguir acompañando a un ser que había aceptado su próxima muerte, y mejor se fue para seguir su propio camino.



Para una mente artificial, esta sería la acción más lógica a seguir; y de hecho muchos robots pensaba de esa forma: ¿porqué compartían con los clones la ciudad? Después de todo también eran seres orgánicos, sujetos a las imperfecciones de su condición, y lo que era peor; a pesar de ser humanos en todo el sentido, eran inferiores a uno de verdad debido a sus modificaciones.



A Luca se le heló el alma al considerar que tal vez Rob adoptó esa forma de pensar tan extremista, y de acuerdo a ello se fue, abandonando a una clon moribunda.



-¡No, Rob! -susurró mientras escondía su cabeza entre sus brazos-, ¡tú no eres así!



El sol del siguiente día salió iluminando a Eleutheria. La luz solar entró por la ventana y despertó a Luca, quien instintivamente dirigió sus somnolientos ojos hacia el receptáculo de Rob, que continuaba vacío. Suspiró con pesar, y se recriminó el haber soñado con que su esférico amigo regresaba, y que el motivo de su ausencia era cualquier cosa sin importancia.



-Después de todo, esta es mi nueva realidad -dijo Luca suspirando.



Cuando llegó a la fonda, Pierre ya la estaba esperando. Él tuvo que abrir la cortina ya que las manos de Luca comenzaron a sacudirse sin control. Durante el día fue el robot quien tuvo que encargarse de casi todo, Luca solamente se dedicó a cobrar y dar cambio. Una vez más, como todos los días, la jornada terminó y Luca regresó sola, un cambio que sacudió su vida diaria.



Transcurrieron dos semanas, en las cuales Luca ya se había acostumbrado a su nueva soledad. No había reportado la desaparición de Rob, ya que tenía miedo de descubrir el motivo de su ausencia.



"Hemos encontrado a su amigo, está en buen estado pero me temo que debo informarle que éste no desea regresar. Se fue porque no quiere tener nada que ver con un clon que está muriendo"



Este era uno de los pensamientos que la disuadió de ir con la policía.



-Él eligió su camino, es libre de hacerlo, así como yo no quiero transicionar a un cuerpo robótico -se decía.



Sin embargo, cada vez que se repetía eso, la embargaba un pesar que lentamente comenzaba a tornarse en rencor.



"Al menos debió habérmelo dicho" pensaba con amargura.



Al tercer día de la tercera semana, había perdido toda esperanza de ver regresar a Rob, ya daba por hecho que la había abandonado. Pierre, aunque lamentaba su situación tampoco podía hacer algo, él no podía ser el reemplazo del dron en los aspectos más cercanos de la vida de Luca; después de todo, no era como reemplazar una mascota que murió con otra.



Pero al día siguiente recibió una llamada; un sujeto, que se identificó como un agente del servicio de seguridad interior, le dijo unas palabras. En ese instante el tiempo se detuvo, toda la realidad se redujo a Luca y el individuo que hablaba al otro lado de la línea; palabra por palabra, el pesar que había soportado durante esas tres semanas fue desmoronado por completo, siendo reemplazado por una esperanza casi irracional.



Cuando Luca colgó se puso en acción; llamó la atención de los comensales y se disculpó con ellos ya que la fonda tenía que cerrar debido a motivos de causa mayor, aquellos que tardaron en irse literalmente los echó, aunque les hizo un pequeño descuento. Cerró la cortina y salió corriendo en dirección de la calle para tomar un taxi. Mientras se alejaba, Pierre la observó atentamente.



-Mi papel concluye aquí -dijo en tono misterioso.



Una hora después llegaba a las oficinas del ministerio de seguridad. Se identificó y explicó el motivo de su presencia. Después de varios minutos que se le hicieron interminables, dos guardias fueron por ella y la escoltaron al interior del edifico.



La condujeron a una oficina donde le esperaba otro clon, quien vestía uniforme.



-Agradezco la prontitud con la que vino -dijo el sujeto en cuanto la vio entrar.



-¿Dónde está? ¿Está bien? -soltó Luca ansiosa.



-Hasta ahora sí -dijo el clon-, y si en verdad está diciendo la verdad no creo que le ocurra algo más, claro puede que lo vigilen durante unos días pero...



-¿Qué quiere decir con eso? -dijo ella en quien la ansiedad crecía como la espuma que está a punto de desbordarse.



-Como le dije cuando me comuniqué con anterioridad, se le encontró afuera de la ciudad, en el desierto, al parecer regresaba de algún sitio pero su batería no duró lo suficiente. Como usted sabe no existe ninguna prohibición para salir, pero estuvo desaparecido varios días, y según lo que ha dicho, su ausencia se hace muy sospechosa.



-Pero no sé a dónde fue -dijo Luca con vehemencia-, ni el motivo, incluso creí que me había abandonado porque mi fecha estipulada para morir se acerca.



Fue entonces cuando el oficial le mostró una grabación donde estaba registrado parte del interrogatorio al que fue sometido el pobre Rob.



En resumen, Rob había planeado regresar a la ciudad humana de la que escaparon él y Luca, una vez ahí se infiltraría en la compañía que fabricó a su amiga y extraería un compuesto usado para alargar la vida de los clones. Antes de irse contrató al robot P1283H, llamado Pierre, quien ayudaría a Luca en su ausencia.



Logró llegar e infiltrarse sin ser descubierto por las fuerzas de seguridad, incluso pudo llegar hasta la compañía, pero la suerte se le acabó; la seguridad era muy fuerte, tanto física como cibernética. Después de varios días y noches de intentarlo lo descubrieron y tuvo que escapar. Derrotado, y con la batería a punto de ser consumida por completo, hizo todo el camino de regreso; cinco días de viaje levitando por el páramo y sus energías se acabaron, una patrulla de Eleutheria lo encontró a unos cuantos kilómetros de la ciudad.



Y ahora estaba detenido y siendo interrogado, lo creían un espía. Pero ahora que Luca estaba ahí podría corroborar su historia.



El terrible sentimiento de abandono fue sustituido por alivio y alegría, una dicha que le provocó soltar algunas lágrimas.



-¿Puedo... puedo verlo? -dijo con voz lacrimosa.



El oficial la condujo a un cuarto, y dentro de una barrera de contención se encontraba Rob. En cuanto la puerta se abrió y apareció Luca, la lente del pequeño dron se expandió por la sorpresa, pero inmediatamente la desvió.



Luca se cercó lentamente, mientras observaba a su amigo, tenía la estructura con más abolladuras que la última vez que lo vio, y estaba cubierto de polvo.



-¿Rob? -dijo Luca con timidez.



-Falle -fue su respuesta-, falle, falle, falle, falle, falle, falle...



Durante unos lagos diez segundos repitió esa misma palabra, como si esa fuera su escusa por haberle hecho creer a su mejor amiga que la había abandonado por la proximidad de su muerte prefijada, pero después de escuchar la grabación, Luca estaba dispuesta a perdonarlo por todo.



Ella solamente lo abrazó mientras se anegaba en lágrimas.



Después de dos días más de interrogatorio liberaron a Rob, pero con la advertencia de que estaría bajo vigilancia.



De vuelta en el departamento él y Luca discutieron acerca de su proceder.



-Sabía que lo que estaba haciendo estaba fuera de todo razonamiento lógico, y que no compaginaba con la forma de pensar de una mente artificial como la mía. La probabilidad de que funcionara era de un cuarenta y ocho por ciento, pero debía intentarlo. Y, si quería salvarte, debía ignorar mi lado frio y calculador y hacerle caso a mi nueva parte orgánica que se ha estado desarrollando desde hace mucho tiempo. Sentía que si no lo hacia me sentiría mal durante el resto de mi existencia.



-¿Una máquina que siente remordimiento? -dijo Luca asombrada.



-¿Remordimiento? Sí, creo que esa es la expresión correcta



-Tendrías que haberme dicho -le replicó Luca con suavidad.



-Te hubieras negado.



-¡No lo dudo! ¡Era muy peligroso!-exclamó Luca.



-Calculé que esa sería tu respuesta, así que decidí ocultarte mi plan y llevarlo a cabo en secreto. En nombre de esa amistad que me haz profesado, yo debía responder de igual manera; tenía que hacer todo lo posible por salvarte. Sí obtenía ese compuesto, podrías haber alargado tu expectativa de vida, o incluso curarte por completo. Pero fallé... y ahora... morirás...



-Porque así lo he decidido, robotcito bobo -dijo Luca con suave recriminación-, mira que largarte y dejarme sola durante todo este tiempo, comencé a tener los peores pensamientos posibles. Creí que me habías abandonado porque renuncie a transicionar a un cuerpo cíborg, no sabes lo triste y aterrada que me sentí al pensar en esa posibilidad ¡Y los primeros días hubo muchos clientes en la fonda! Aunque de no ser por Pierre no sé qué hubiera hecho ¡Pero sí él era tu secuaz! ¡Sabía a dónde habías ido! Cuando lo vea la próxima vez lo voy a mandar al deshuesadero.



Luca se acercó a Rob y lo tomó entre sus manos.



-Agradezco lo que intentaste hacer, en verdad que sí, pero por favor, no lo intentes de nuevo, acepta lo que está por venir... y nunca, NUNCA me dejes sola de nuevo ¿está bien?



La lente azul de Rob parpadeó varias veces, mientras observaba fijamente a su amiga.



-Está bien -contestó resignándose.



-Ahora debes prepararte -dijo Luca soltándolo.



-¿Prepararme? -dijo Rob, extrañado.



-Para vivir sin mi -contestó con sencillez Luca.



La rutina diaria previa a la desaparición de Rob regresó y con ello la tranquilidad de Luca e, irónicamente, la esperanza.



La fondita abrió al día siguiente, y como era de esperarse los asiduos comensales y robots buscando recargarse acudieron, como si nada hubiera ocurrido. No pocos fueron los que celebraron el regreso de Rob, el dron servicial que soltaba comentarios irónicos cuando le incomodaban.



Los días pasaron, y con ello la omnipresente fecha se acercaba rápidamente; pronto los síntomas de Luca empeoraron hasta el punto de que ya no era capaz de valerse por sí misma, fue internada en un hospital donde recibía cuidados paliativos. Rob, por su parte, contrató a dos clones para la cocina y otro como cajero, él continuaba desempeñándose como mesero.



Un día, el pequeño dron estaba en el hospital, visitando a su amiga.



-¿Y cómo va todo? ¿Los nuevos chicos trabajan bien?



La voz de Luca era tan débil que Rob debía estar muy cerca de su cara para poder escuchar.



-La fonda continua funcionando de forma óptima, y sí, los nuevos empleados se desempeñan según mis expectativas, aunque cuando no son vigilados les gusta perder el tiempo -contestó Rob.



El organismo de Luca se había degenerado a tal punto que las sabanas que la cubrían se amoldaban a su cuerpo esquelético. Respiraba con ayuda de una mascarilla y su único alimento era el suero que le administraban de manera intravenosa.



-¿Y tú? -preguntó el dron- ¿Cómo es la calidad del servicio que recibes?



-No me quejo, al menos ya no tendré que soportar los molestos tubos por los que tengo que defecar -dijo Luca con una débil sonrisa, después agregó-, pero ¿sabes? A pesar de que estoy muriendo, no siento miedo, más bien estoy satisfecha.



La lente de Rob parpadeó dos veces, una seña que Luca comprendía.



-Cuando vivíamos en la ciudad humana, siempre tenía miedo, era consiente de que algún día sería retirada; enviada a un quirófano donde me inyectarían un veneno que me mataría al instante, después mi cuerpo sería descuartizado y reciclado para crear la dichosa terapia genética que vendían a los humanos como una panacea. Pero escapé junto a ti y vivimos libres. Yo sabía que tenía los días contados, pero no tenía miedo, ¿sabes porqué? Porque tú estarías junto a mí, en estos días finales; no moriría sola, abandonada y como única compañía el olvido.



"Por eso cuando te fuiste sentí un terror más grande de lo que hubieras imaginado; tenía pesadillas donde moría en una calle, o en nuestro apartamento, sin nadie que estuviera a mi lado. Aún cuando pasaron los días y creí que ya había aceptado ese destino, no paraba de tener pesadillas, y muy dentro de mi ser deseaba desesperadamente que regresaras, aunque sea por lástima. Pero cuando por fin apareciste y me enteré de la razón de tu ausencia, sentí un enorme alivio de que mis temores fueron infundados, y también estaba agradecida de tener a un amigo como tú, gracias, Rob...



El dron se quedó estático, mientras observaba el rostro de su amiga, con su sonrisa petrificada por la muerte.



Una nueva mañana dio paso a la noche, con el cielo despejado y de clima fresco. La fondita "Chispas y Sabores" abrió su cortina como siempre, y el dueño y empleados se prepararon para atender a sus clientes. La muerte de Luca fue un drástico cambio para Rob, quien aunque no lo aparentaba le afectó de muchas formas; decidió cambiar de cuerpo, su cerebro artificial fue cambiado a uno de forma humanoide, dejó de ser el redondo dron de siempre. Continuaba tomando órdenes y sirviendo platos, además de ser igual de impertinente contra quienes se atrevieran a incomodarlo con preguntas estúpidas y comentarios sin sentido. Mientras tanto, en una pared y muy arriba, había una fotografía enmarcada donde aparecían Luca y Rob, los dos posando frente a la fonda recién inaugurada.