sábado, 26 de julio de 2025

De chispas y genes

 


Era mediodía, justo esas horas cuando los comensales llegaban en tropel, saliendo de sus respectivos empleos para almorzar, u otros recargar energías, de forma muy literal. Y para los dueños de cierta fondita localizada en el piso tres del edificio Gamma 40 eso significaba que estarían muy atareados.



En la cocina sonaba el ajetreo de cucharas moviendo los contenidos de las ollas, el 'clac' de platos chocando entre sí y el suave eco de estos mismos platos siendo colocados en la barra, donde los comensales orgánicos se relamían los labios y esbozaban expresiones que anunciaban un próximo alivio a su hambre, o antojo.



-¡Lista la orden de la uno! -se elevó una voz femenina.



Momentos después un pequeño dron esférico llevaba una bandeja con un plato, cubiertos, y un vaso con agua y la colocaba en una mesa.



-Su comida, señor, que tenga una agradable alimentación -dijo en un tono muy artificial, aunque tratando de ser amable.



-¡Rob! ¡Apresúrate a tomar la orden de la mesa cuatro! -repitió la misma voz.



-Procediendo a la mesa cuatro, Luca -contestó el dron.



Justo en ese momento entró una forma humanoide quien era la caricatura de un ser humano; con sus miembros tan delgados como barras, sin embargo, sus piernas sostenían sin ningún problema un cuerpo cilíndrico con forma de pastilla, no tenía cabeza pero en la parte superior del torso sobresalía dos antenas pequeñas y una lente de color azul que sería su ojo.



-¡Muy buenos días! -habló imitando el tono entusiasta de un vendedor que va de casa en casa-, mi estimable compañero robótico, solicito conectarme a una de sus estaciones de recarga ¡Porque mi batería se está agotando como la vida de un humano en situación terminal!



Algunos comensales solamente levantaron una ceja, dando a entender lo pésimo que sonó el chiste, aunque unos pocos si soltaron alguna risilla, precisamente porque era muy malo.



-La conexión dos está disponible, son cien créditos la hora -respondió Rob.



-¡Cien créditos! -exclamó el robot escandalizado-, amigo, sobornar a un funcionario público cuesta menos.



Este comentario sí causó risas auténticas.



-Nosotros no somos responsables de que tu paga sea mala, aunque según las leyes laborales el salario es reciproco a la importancia de tu puesto; que te paguen por emitir contaminación auditiva es en sí un crimen, sin embargo, como veo que no eres apto para otra cosa, en tu caso es un acto de caridad -respondió Rob con mortal ironía.



-¡Rob! ¡No seas malo! -dijo Luca desde la cocina, aguantando la risa.



Risas más escandalosas, expresiones de asombro y gestos de concordancia afloraron entre los comensales orgánicos. Los robots que estaban conectados a los cargadores, aunque no dijeron palabra alguna pero en sus cerebros artificiales ocurrían procesos semejantes a los expresados por los no robóticos.



Este era el ambiente que se vivía en Chispas y Sabores, la fonda atendida por Luca y Rob. Era en esta fondita donde seres orgánicos como artificiales concurrieran ávidos por alimentarse. De hecho, lo más sorprendente y peculiar era que los humanos eran idénticos entre sí, incluida Luca la cocinera. La mitad de los habitantes de la ciudad compartían el mismo rostro; muchos de ellos se molestaban por este hecho, y por lo tanto decidían variar su apariencia con distintos agregados a sus peinados, accesorios y personalidades. En resumen eran clones, que cohabitaban con robots.

Diez años atrás, una guerra mundial en combinación de una pandemia diezmaron la población humana a nivel mundial. Para paliar la falta de personal necesario en la industria y acelerar la recuperación económica, aparecieron dos empresas que ofrecían mano de obra de fabricación en masa y a bajo costo; clones y robots.



Con el paso del tiempo y el aumento de la demanda pronto estas empresas competirían de forma encarnizada para ver quien ofrecía mejores los mejores servicios y productos a sus clientes. Igualmente, las naciones que ya comenzaban a recuperarse tendrían sus propias fricciones, lo cual derivó en otros conflictos armados; una gran oportunidad para las empresas que rentarían sus ejércitos a precios exorbitantes; después de todo proteger los intereses propios y arrebatar los de otros no tenía precio.



Irónicamente, a pesar de que la humanidad estuvo a punto de irse al diablo debido a la pasada guerra mundial, las naciones no prescindirían de tener ejércitos, aunque fueran rentados.



Sin embargo, hubo algo que nadie se esperaba, con excepción de los científicos e ingenieros de las respectivas empresas rivales; los clones eran tan inteligentes como los humanos, y los robots desarrollaron conciencia propia, así que ambos bandos dijeron "¿Porqué luchamos una guerra que no es nuestra?" Una pregunta que fue hecha de formas distintas, pero sin perder importancia. Pronto se dieron deserciones masivas de clones y robots; incuso hubo una ocasión que justo antes de entrar en combate, los soldados de ejércitos contrarios prefirieron darse la mano y desertar juntos.



Todos estos refugiados encontraron una ciudad abandonada en las zonas desérticas; repararon sus sistemas, reconstruyeron edificios y pronto volvió a estar en pie, y con el tiempo la transformaron en una urbe sustentable donde estos antiguos esclavos empresariales convivieron en paz, y la llamaron "Eleutheria".



El día había acabado, después de lavar trastes y limpiar el local Luca y Rob bajaron la cortina de metal y se dirigieron a su hogar. Después de veinte minutos de viaje llegaron a su pequeño departamento en los suburbios. Ambos entraron y cada quien se dispuso a realizar sus propias y particulares actividades, las cuales sólo se reducían a descansar y prepararse para el día siguiente.



Luca, después de tomarse un baño, observaba por la ventana las luces de la ciudad que se habían encendido paulatinamente, conforme la noche caía. Vio el contorno de la autopista principal, que se extendía a lo largo de la ciudad como una cinta adornada con focos, y los faros de los autos que se paseaban por ella recordaban a las luciérnagas. Al fondo podía observarse el contorno de las montañas y al Oeste el extenso desierto.



De pronto una voz llamó su atención; Rob, mientras estaba conectado a su propio cargador de la pared, había encendido el viejo televisor de pantalla plana que adquirieron de segunda mano. Veía el noticiero de la noche, donde los presentadores -un clon y el otro un robot- comentaban los diferentes acontecimientos a nivel local y mundial. Luca dejó su puesto en la ventana y se sentó a un lado de Rob, mientras veían las noticias.



-Parece que los humanos todavía desconfían de nosotros -comentó Rob.



-Bueno, los presagios que contaban sus historias de ciencia ficción se hicieron realidad, sus creaciones se rebelaron contra ellos -dijo Luca.



-Pero hasta donde sé nunca planeamos derrotarlos, sólo queríamos ser libres -aclaró Rob.



-Para ellos eso no importa -replicó Luca-, somos sus creaciones, y nos hicieron iguales a su imagen e inteligencia, y si no nos pueden controlar no confiarán en nosotros.



-¿Así que la única forma de ganar su confianza es que regresemos a ser sus esclavos?



-Eso parece -dijo Luca con tristeza.



-Pues lo siento mucho, deberán seguir desconfiando de nosotros -sentenció Rob, y después agregó-, afortunadamente nuestros líderes tuvieron la precaución de obtener algunas armas nucleares, así los humanos se lo pensarán mejor antes de querer atacarnos.



-También he escuchado ese rumor -dijo Luca-, pero eso sólo aumentará la desconfianza que nos tienen.



-Esa es una de las consecuencias de ser libres; los humanos no aceptan nuestra condición de libertad, y nosotros no estamos dispuestos a regresar a ser sus esclavos. Siempre existirán las diferencias, y a los humanos no les agrada que seres pensantes no humanos existan tan cerca de ellos, pero como su historia ha demostrado tampoco consideran iguales a otros seres humanos ¡Qué criaturas tan ilógicas!



-¿Y crees que amenazarlos con un ataque nuclear es una forma de mantener la paz? -dijo Luca en tono irónico.



-Ese método funcionó entre ellos durante casi medio siglo, al parecer las armas son un idioma universal -respondió Rob fríamente.



Luca esbozó una sonrisa por la respuesta de su amigo.



"Sin embargo, nosotros los clones también somos humanos ¿Qué pensarán en realidad los robots de nosotros?" se preguntó ella.



Después de un tiempo se levantó para ir al sanitario. Mientras se lavaba las manos reparó en el código de barras impreso en la base de su muñeca. Pasó la yema de un dedo a lo largo del tatuaje, y sintió que la melancolía la envolvía; esa serie de números contenía información acerca de ella, en especial su fecha de nacimiento -o fabricación-, pero también la más importante, en cierta forma: su fecha de caducidad.



Luca suspiró al leer los últimos seis números, y torció la boca en señal de preocupación.



-Falta poco, ¿qué haré con el pobre Rob? -susurró melancólica.



Asomó la cabeza y vio hacia la sala de estar, donde Rob permanecía posado en el suelo observando hacia la pantalla mientras los presentadores continuaban comentando las noticias. Observó atentamente el cuerpo de su compañero, una esfera metálica adornada con marcas que indicaban el paso del tiempo y el uso; algunas abolladuras, rayones, parches de metal... todos ellos como si fueran las cicatrices que un humano normal obtiene a lo largo de su vida, sin embargo, en el caso de los robots, su situación era muy diferente; ellos no estaban sujetos a las limitaciones de tener un cuerpo orgánico; podían funcionar muchos días sin la necesidad de ''alimentarse'' dos o tres veces al día, no enfermaban y tampoco podían lastimarse ¿Una parte fallaba? Sólo era cuestión de buscar un reemplazo o reparar la pieza. Ser un robot podría ser muy conveniente, ellos si podían aspirar a lo que los humanos han deseado durante generaciones enteras, y los clones a duras penas y podían siquiera atreverse a pensar en ello: la eternidad.



-Como te envidio, robotcito -dijo Luca en voz baja.



Al otro día, la extraña pareja regresó a su fonda para comenzar con la jornada laboral. Abrieron la cortina de metal, Luca comenzaba a preparar la comida que los clones llegarían a consumir, mientras Rob revisaba las conexiones que los robots rentarían para cargar sus baterías.



El día transcurría como cualquier otro; charlas, el sonido de utensilios de comida, las voces que salían de un televisor para entretener a los comensales y el ruido exterior de la ciudad. De pronto, mientras Rob recogía una mesa y al mismo tiempo tomaba una orden, escuchó el estrépito de platos cayendo al suelo. Rápidamente abandonó a su cliente en mitad de una orden y voló presto hacia la cocina, justo en la entrada estaba Luca tirada en el suelo cubierta de sopa, y a su alrededor, los restos de platos y vasos rotos.



-¿Te encuentras bien, Luca? -dijo Rob mientras se acercaba a ella.



Su voz sonó entrecortada, como si hablara mediante un radio con mucha estática. Luca se incorporó y observó asombrada a su alrededor; miradas curiosas se posaban sobre ella y Rob no dejaba de observarla con atención.



-¡Ay! ¡Qué torpe he sido! No te preocupes Rob, sólo me resbalé -respondió.



Con la ayuda de su amigo se levantó y comenzó a limpiar. Pronto la rutina normal regresó a la fonda, y el pequeño incidente sólo fue tomado como un despiste de parte de Luca, pero algunos clones tenían una expresión de pesadumbre, sospechaban que lo ocurrido sólo era un preludio de lo que estaba por venir.



-Deberías visitar a un doctor -dijo Rob de pronto.



Luca y Rob se tomaban un descanso, la hora del almuerzo había pasado y todo mundo regresó a sus empleos.



-No lo creo necesario Rob, sólo fue un tropiezo -dijo Luca antes de darle un sorbo a su té.



-He analizado con detenimiento esa parte del suelo donde te resbalaste, y los resultados los he comparado con mi base de datos; el suelo no tiene imperfecciones que puedan provocar un tropiezo, además que la anchura es más que suficiente para que puedas transitar por ahí sin sufrir algún percance, en ese momento solamente transportabas una bandeja con un plato...



Luca observaba a su amigo mientras escuchaba su reporte. Desde que vivían juntos, y cada vez que ocurría algún pequeño accidente, Rob tenía la costumbre de analizar hasta el más mínimo detalle como si fuera un detective forense y dar un amplio y detallado reporte.



"Ay con este robotcito, siempre tan observador, se preocupa demasiado por mí, por eso tengo miedo de contarle la verdad ¿Será capaz de procesarlo?" se preguntó Luca.



-Detecto una falta de interés en escuchar mi reporte -dijo Rob, aparentando molestia.



-¡Es que te preocupas mucho! -replicó Luca- Sólo fue un resbalón, aunque he pasado miles de veces por el mismo pasillo eso no significa que nada vaya a pasar ¿cierto? Lo mismo va para ti, a veces cometes algunos errores y eso no significa que estés descompuesto.



-Debo recordarte que esa fue la razón de que haya terminado en el vertedero, tenía algunos fallos y fui calificado como inservible -dijo Rob.



-Porque un humano iracundo te golpeó dañando algunos de tus sistemas -señaló Luca, pero después agregó con una sonrisa-, pero yo te saque de ahí.



Ese fue uno de los motivos por el que Luca, antes conocida como LVK4567, tuvo que huir junto a Rob. Lo encontró en un vertedero, todavía activado pero luchando por levitar de nuevo. Saltó al contenedor, recogió el pequeño dron y se lo llevó consigo. Lo reparó y el dron inspector de estructuras R8901223 pudo levitar de nuevo, sin embargo, un compañero clon le avisó a Luca que sería recolectada para ser llevada al laboratorio que los creo para "reajustes"; en otras palabras muy probablemente sería eliminada y los tejidos de su cuerpo reciclados.



Junto a Rob huyó de la ciudad; siempre viajando escondidos, evitando a las patrullas y los grupos de humanos anticlones. Después de una semana de viaje lograron llegar a Eleutheria. Fueron interrogados exhaustivamente por las autoridades, para estar seguros que no fueran espías, y cuando estuvieron convencidos que no eran una amenaza ambos recibieron la ciudadanía eleutheriana.



-Lo recuerdo muy bien, y siempre te estaré agradecido, y en nombre de esa gratitud debo pedirte que veas a un doctor -dijo Rob.



-Lo haré, algunos de estos días -respondió Luca.



Sin embargo, ella tuvo que cumplir su palabra más pronto de lo que le gustaría; desmayos, perdida del apetito y un incontrolable temblor de manos y pies fueron los detonantes de esa visita tanto tiempo eludida, ya que eso confirmaría las terribles sospechas de Luca.



Un buen día, Chispas y Sabores amaneció cerrada, a un lado de la cortina de metal había un pequeño cartel donde se aclaraba el motivo del cierre, y que al menos ese día no habría servicio.



Los dos llegaron temprano a la cita, y después de la toma de muestras y la interminable espera los resultados llegaron.



-Lo siento -dijo el doctor, quien era otro clon- pero después de revisar los resultados de los análisis me temo que usted ya alcanzó el límite de tiempo impuesto por su fabricante.



-Comprendo -dijo Luca con voz serena.



-¿No existe cura alguna? -preguntó Rob.



-Me temo que no, por desgracia la compañía que nos creo es quien tiene los medios necesarios para aumentar nuestra expectativa de vida, y dudo mucho que sean tan amables en proporcionarlos. Aquí en Eleutheria, nuestros genetistas están haciendo hasta lo imposible para curar ese defecto previamente programado en nuestros genes, pero tomará tiempo antes de que exista una cura.



El camino de regreso fue silencioso, ambos estaban sumidos en sus propios pensamientos y preocupaciones, cuando llegaron a su departamento la noche ya comenzaba. Después de realizar algunas tareas pendientes Luca se sentó ante su ventana favorita, desde donde podía observar las luces nocturnas de la ciudad.



-Extrañaré este paisaje -comentó para sí.



Entonces Rob se acercó a ella.



-Deberías considerar hacer la transición -soltó el pequeño robot.



-¿La transición? -dijo ella sorprendida.



-Tenemos el dinero suficiente para colocarte implantes, reemplazar los órganos que vayan fallando de forma paulatina hasta que seas un androide por completo.



Luca lo observó por unos instantes, y dijo:



-No



-¿Puedo saber la razón de esa negativa? -inquirió Rob.



-Para empezar, y la razón más importante, cuesta mucho dinero; tan solo reemplazar un órgano nos costaría cuatro veces de lo que tenemos ahorrado, recuerda que los humanos son quienes tienen los conocimientos de esa tecnología, nosotros debemos desarrollarla desde cero, así que los implantes no serán baratos ni muy eficientes. Y la otra razón, sin querer ofenderte, es que deseo permanecer tal y como soy.



-¿Aunque debas dejar de existir? -dijo Rob.



-Rob -dijo su amiga en un tono más afable-, sé que hay otros clones quienes repudian su condición de ser sólo copias de un humano, y las consecuencias médicas que eso conlleva. Yo solía ser así; desde que tuve conciencia odié el hecho de que lo único que me separaba de un humano era mi condición de clon; tener un código de barras y que mi rostro esté en todas partes, vine a este mundo para ser un sirviente.



"Pero ¿sabes? Poco a poco acepte esta vida, después de todo no se podía cambiar -aclaro que estoy hablando del hecho de ser un clon-, ya que comprendí que, a pesar de todo, podía ser una persona única; mi código de barras es único, me pertenecía a mí y a nadie más, eso me identificaba como persona. Comencé a tener mis propios gustos y mi propia forma de pensar, y por ello deseé ser libre, porque no quería que una frívola compañía me arrebatara todo eso. Así que por eso creo que hacer la transición me quitaría eso; fue la clon LVK4567 quien vivió esa vida, y fue ella quien salvó al pequeño dron de supervisión R8901223 de ser destruido. Si dejará de ser orgánica, sentiría que ya no soy esa persona, sería alguien muy diferente, y eso es lo que no quiero; perder mi identidad como individuo.



Rob observó detenidamente a su amiga, pareciera que le costaba procesar el hecho de que ella aceptara su muerte inminente sin buscar alguna alternativa.



-Si esa es tu decisión, haz como te plazca -dijo el dron para después dar media vuelta y alejarse.



Luca lo observó irse con una expresión de tristeza.



"Pobre, su mente de robot no puede aceptar el hecho de que vaya a morir ¿Acaso los robots comprenderán lo que es la muerte?"



Cuando Luca se dirigía a su recámara notó que Rob continuaba viendo el noticiario, posado en el suelo.



-Me voy a dormir Rob, si continuas viendo la televisión ¿podrías conectarte al sistema de audio para que no emita sonido?



-Afirmativo -dijo el dron.



Pero, en realidad Rob no estaba viendo la televisión, ni siquiera le prestaba atención; su computadora estaba procesando los eventos ocurridos en el día.



Mientras Luca roncaba alegremente, Rob había apagado el televisor, pero probablemente no entraría en modo suspensión en toda la noche; su computadora, después de analizar información, realizar miles de cálculos y correr cientos de simulaciones estaba en conflicto consigo misma; su amiga moriría, eso era un hecho aceptado por la parte lógica, pero había algo dentro de su procesador que se estuvo gestando desde hacia mucho tiempo; los ingenieros debieron haber purgado ese defecto de programación, pero ya sea por morosidad o descuido no lo hicieron. Fue precisamente ese "defecto" lo que valió ser arrojado al vertedero donde lo encontró Luca; reportó un fallo estructural en un edificio de departamentos, omitido por inspectores humanos, que le causó problemas al director de protección civil de esa zona; él fue despedido, pero la muerte de los inquilinos por un posible derrumbamiento del edificio fue evitada. En agradecimiento, el ex director buscó a Rob y lo golpeó con un tubo hasta que dañó su sistema de levitación.



Rob sabía que lo que le ocurrió fue injusto, se había hecho consiente de ello, sin embargo, también sabía que esas vidas humanas continuarían existiendo porque él actuó de acuerdo a ese "fallo" en su programación. El mismo fallo que se inmiscuía en el funcionamiento de su computadora, y por el que llegó a una conclusión que su mente de robot no aprobaba, pero su parte más humana sí.



-Calculo que habrá un serio problema con mi funcionamiento si solo me quedo aquí, sin hacer nada -dijo hablando bajo.



Al otro día la fondita abrió como si nada hubiera ocurrido, los comensales llegaron y la comida fue servida. Para evitar accidentes Luca se tomaba un descanso de vez en cuando, en especial cuando sentía que los síntomas comenzaban. Rob hacia su trabajo como siempre, tomando pedidos y levantando los platos, además de atender las conexiones para robots. Sin embargo, una mañana todo eso cambió, Luca despertó y descubrió que Rob había desaparecido, no estaba en ninguna parte del departamento.



-¿Se habrá adelantado al trabajo? -se preguntó Luca.



Pero al llegar a la fonda la encontró cerrada, cuando la abrió lo primero que hizo fue buscar a su amigo, pero igualmente no había señales de él.



-¿A dónde habrá ido? Mira que esa bola de cables me dejó con el trabajo -dijo molesta.



-Buenos días -dijo de pronto una voz.



Rápidamente volteó a ver, esperanzada que fuera el pequeño dron, pero en cambio sólo vio a un robot humanoide parado en la entrada.



-Hola -dijo en tono decepcionado-, si buscas conectarte puedes usar un toma corriente, son cien créditos la hora.



-En lo absoluto -respondió el robot-, permítame presentarme: soy P1283H, aunque prefiero el apelativo de Pierre, acabo de llegar a esta ciudad y estoy en busca de empleo.



-¿Empleo? -dijo Luca un poco confundida-, lo siento, no estoy contratando a nadie.



-Oh, disculpe, es que me pareció verla sola y pensé que necesitaba un asistente.



"Sola" y esta palabra resonó en la mente de Luca, como una extraña premonición.



-No -se apresuró a replicar ella-, estoy es esperando a mi compañero, un dron, no creo que tarde en llegar.



-Comprendo, entonces hasta luego -dijo el robot despidiéndose.



El resto del día transcurrió muy atareado, sin la ayuda adicional de Rob ahora Luca tenía que hacer todo: tomar órdenes, servir, recoger platos y atender a los robots que deseaban rentar los toma corrientes. Al medio día, Pierre, el robot que estaba buscando empleo regresó y esta vez fue contratado sin rechistar, aunque sólo sería durante ese día. Para sorpresa de Luca su empleado se desempeñó de forma espectacular, no cometió ni un error.



-Vaya, eres muy capaz; sabes como hacer todo sin que yo te lo haya enseñado -comentó Luca.



-Cuando estaba en la ciudad humana me desempeñaba como mesero para un restaurante importante. Tengo experiencia previa, además que estudié sus movimientos y el interior de la fonda; la distribución de los muebles, la localización de las herramientas y los instrumentos de cocina. No quería quedar mal en mi primer día de trabajo -comentó el robot.



El día terminó y la fonda cerró, pero Rob no apareció. Luca regresó a un departamento más solitario y frío que de costumbre. Encendió la televisión, aunque no porque deseara escuchar las noticias; era lo que el desaparecido Rob siempre hacia. Se tomó un baño y según su costumbre se acomodó en la ventana para observar las luces de la ciudad.



-¿Dónde estarás, Rob? -preguntó al viento.



Observaba los edificios y las calles, viendo a los caminantes tanto orgánicos como de metal, ir y venir, ocupados en sus propios asuntos. Comenzó a imaginar que Rob estaría en algún lugar, sólo, yendo hacia alguna parte, entonces una idea irrumpió en su mente que le heló el corazón.



"¿Y si me abandonó?"



Después de todo, Rob podría haber llegado a la conclusión lógica y fría de que ya no era óptimo seguir acompañando a un ser que había aceptado su próxima muerte, y mejor se fue para seguir su propio camino.



Para una mente artificial, esta sería la acción más lógica a seguir; y de hecho muchos robots pensaba de esa forma: ¿porqué compartían con los clones la ciudad? Después de todo también eran seres orgánicos, sujetos a las imperfecciones de su condición, y lo que era peor; a pesar de ser humanos en todo el sentido, eran inferiores a uno de verdad debido a sus modificaciones.



A Luca se le heló el alma al considerar que tal vez Rob adoptó esa forma de pensar tan extremista, y de acuerdo a ello se fue, abandonando a una clon moribunda.



-¡No, Rob! -susurró mientras escondía su cabeza entre sus brazos-, ¡tú no eres así!



El sol del siguiente día salió iluminando a Eleutheria. La luz solar entró por la ventana y despertó a Luca, quien instintivamente dirigió sus somnolientos ojos hacia el receptáculo de Rob, que continuaba vacío. Suspiró con pesar, y se recriminó el haber soñado con que su esférico amigo regresaba, y que el motivo de su ausencia era cualquier cosa sin importancia.



-Después de todo, esta es mi nueva realidad -dijo Luca suspirando.



Cuando llegó a la fonda, Pierre ya la estaba esperando. Él tuvo que abrir la cortina ya que las manos de Luca comenzaron a sacudirse sin control. Durante el día fue el robot quien tuvo que encargarse de casi todo, Luca solamente se dedicó a cobrar y dar cambio. Una vez más, como todos los días, la jornada terminó y Luca regresó sola, un cambio que sacudió su vida diaria.



Transcurrieron dos semanas, en las cuales Luca ya se había acostumbrado a su nueva soledad. No había reportado la desaparición de Rob, ya que tenía miedo de descubrir el motivo de su ausencia.



"Hemos encontrado a su amigo, está en buen estado pero me temo que debo informarle que éste no desea regresar. Se fue porque no quiere tener nada que ver con un clon que está muriendo"



Este era uno de los pensamientos que la disuadió de ir con la policía.



-Él eligió su camino, es libre de hacerlo, así como yo no quiero transicionar a un cuerpo robótico -se decía.



Sin embargo, cada vez que se repetía eso, la embargaba un pesar que lentamente comenzaba a tornarse en rencor.



"Al menos debió habérmelo dicho" pensaba con amargura.



Al tercer día de la tercera semana, había perdido toda esperanza de ver regresar a Rob, ya daba por hecho que la había abandonado. Pierre, aunque lamentaba su situación tampoco podía hacer algo, él no podía ser el reemplazo del dron en los aspectos más cercanos de la vida de Luca; después de todo, no era como reemplazar una mascota que murió con otra.



Pero al día siguiente recibió una llamada; un sujeto, que se identificó como un agente del servicio de seguridad interior, le dijo unas palabras. En ese instante el tiempo se detuvo, toda la realidad se redujo a Luca y el individuo que hablaba al otro lado de la línea; palabra por palabra, el pesar que había soportado durante esas tres semanas fue desmoronado por completo, siendo reemplazado por una esperanza casi irracional.



Cuando Luca colgó se puso en acción; llamó la atención de los comensales y se disculpó con ellos ya que la fonda tenía que cerrar debido a motivos de causa mayor, aquellos que tardaron en irse literalmente los echó, aunque les hizo un pequeño descuento. Cerró la cortina y salió corriendo en dirección de la calle para tomar un taxi. Mientras se alejaba, Pierre la observó atentamente.



-Mi papel concluye aquí -dijo en tono misterioso.



Una hora después llegaba a las oficinas del ministerio de seguridad. Se identificó y explicó el motivo de su presencia. Después de varios minutos que se le hicieron interminables, dos guardias fueron por ella y la escoltaron al interior del edifico.



La condujeron a una oficina donde le esperaba otro clon, quien vestía uniforme.



-Agradezco la prontitud con la que vino -dijo el sujeto en cuanto la vio entrar.



-¿Dónde está? ¿Está bien? -soltó Luca ansiosa.



-Hasta ahora sí -dijo el clon-, y si en verdad está diciendo la verdad no creo que le ocurra algo más, claro puede que lo vigilen durante unos días pero...



-¿Qué quiere decir con eso? -dijo ella en quien la ansiedad crecía como la espuma que está a punto de desbordarse.



-Como le dije cuando me comuniqué con anterioridad, se le encontró afuera de la ciudad, en el desierto, al parecer regresaba de algún sitio pero su batería no duró lo suficiente. Como usted sabe no existe ninguna prohibición para salir, pero estuvo desaparecido varios días, y según lo que ha dicho, su ausencia se hace muy sospechosa.



-Pero no sé a dónde fue -dijo Luca con vehemencia-, ni el motivo, incluso creí que me había abandonado porque mi fecha estipulada para morir se acerca.



Fue entonces cuando el oficial le mostró una grabación donde estaba registrado parte del interrogatorio al que fue sometido el pobre Rob.



En resumen, Rob había planeado regresar a la ciudad humana de la que escaparon él y Luca, una vez ahí se infiltraría en la compañía que fabricó a su amiga y extraería un compuesto usado para alargar la vida de los clones. Antes de irse contrató al robot P1283H, llamado Pierre, quien ayudaría a Luca en su ausencia.



Logró llegar e infiltrarse sin ser descubierto por las fuerzas de seguridad, incluso pudo llegar hasta la compañía, pero la suerte se le acabó; la seguridad era muy fuerte, tanto física como cibernética. Después de varios días y noches de intentarlo lo descubrieron y tuvo que escapar. Derrotado, y con la batería a punto de ser consumida por completo, hizo todo el camino de regreso; cinco días de viaje levitando por el páramo y sus energías se acabaron, una patrulla de Eleutheria lo encontró a unos cuantos kilómetros de la ciudad.



Y ahora estaba detenido y siendo interrogado, lo creían un espía. Pero ahora que Luca estaba ahí podría corroborar su historia.



El terrible sentimiento de abandono fue sustituido por alivio y alegría, una dicha que le provocó soltar algunas lágrimas.



-¿Puedo... puedo verlo? -dijo con voz lacrimosa.



El oficial la condujo a un cuarto, y dentro de una barrera de contención se encontraba Rob. En cuanto la puerta se abrió y apareció Luca, la lente del pequeño dron se expandió por la sorpresa, pero inmediatamente la desvió.



Luca se cercó lentamente, mientras observaba a su amigo, tenía la estructura con más abolladuras que la última vez que lo vio, y estaba cubierto de polvo.



-¿Rob? -dijo Luca con timidez.



-Falle -fue su respuesta-, falle, falle, falle, falle, falle, falle...



Durante unos lagos diez segundos repitió esa misma palabra, como si esa fuera su escusa por haberle hecho creer a su mejor amiga que la había abandonado por la proximidad de su muerte prefijada, pero después de escuchar la grabación, Luca estaba dispuesta a perdonarlo por todo.



Ella solamente lo abrazó mientras se anegaba en lágrimas.



Después de dos días más de interrogatorio liberaron a Rob, pero con la advertencia de que estaría bajo vigilancia.



De vuelta en el departamento él y Luca discutieron acerca de su proceder.



-Sabía que lo que estaba haciendo estaba fuera de todo razonamiento lógico, y que no compaginaba con la forma de pensar de una mente artificial como la mía. La probabilidad de que funcionara era de un cuarenta y ocho por ciento, pero debía intentarlo. Y, si quería salvarte, debía ignorar mi lado frio y calculador y hacerle caso a mi nueva parte orgánica que se ha estado desarrollando desde hace mucho tiempo. Sentía que si no lo hacia me sentiría mal durante el resto de mi existencia.



-¿Una máquina que siente remordimiento? -dijo Luca asombrada.



-¿Remordimiento? Sí, creo que esa es la expresión correcta



-Tendrías que haberme dicho -le replicó Luca con suavidad.



-Te hubieras negado.



-¡No lo dudo! ¡Era muy peligroso!-exclamó Luca.



-Calculé que esa sería tu respuesta, así que decidí ocultarte mi plan y llevarlo a cabo en secreto. En nombre de esa amistad que me haz profesado, yo debía responder de igual manera; tenía que hacer todo lo posible por salvarte. Sí obtenía ese compuesto, podrías haber alargado tu expectativa de vida, o incluso curarte por completo. Pero fallé... y ahora... morirás...



-Porque así lo he decidido, robotcito bobo -dijo Luca con suave recriminación-, mira que largarte y dejarme sola durante todo este tiempo, comencé a tener los peores pensamientos posibles. Creí que me habías abandonado porque renuncie a transicionar a un cuerpo cíborg, no sabes lo triste y aterrada que me sentí al pensar en esa posibilidad ¡Y los primeros días hubo muchos clientes en la fonda! Aunque de no ser por Pierre no sé qué hubiera hecho ¡Pero sí él era tu secuaz! ¡Sabía a dónde habías ido! Cuando lo vea la próxima vez lo voy a mandar al deshuesadero.



Luca se acercó a Rob y lo tomó entre sus manos.



-Agradezco lo que intentaste hacer, en verdad que sí, pero por favor, no lo intentes de nuevo, acepta lo que está por venir... y nunca, NUNCA me dejes sola de nuevo ¿está bien?



La lente azul de Rob parpadeó varias veces, mientras observaba fijamente a su amiga.



-Está bien -contestó resignándose.



-Ahora debes prepararte -dijo Luca soltándolo.



-¿Prepararme? -dijo Rob, extrañado.



-Para vivir sin mi -contestó con sencillez Luca.



La rutina diaria previa a la desaparición de Rob regresó y con ello la tranquilidad de Luca e, irónicamente, la esperanza.



La fondita abrió al día siguiente, y como era de esperarse los asiduos comensales y robots buscando recargarse acudieron, como si nada hubiera ocurrido. No pocos fueron los que celebraron el regreso de Rob, el dron servicial que soltaba comentarios irónicos cuando le incomodaban.



Los días pasaron, y con ello la omnipresente fecha se acercaba rápidamente; pronto los síntomas de Luca empeoraron hasta el punto de que ya no era capaz de valerse por sí misma, fue internada en un hospital donde recibía cuidados paliativos. Rob, por su parte, contrató a dos clones para la cocina y otro como cajero, él continuaba desempeñándose como mesero.



Un día, el pequeño dron estaba en el hospital, visitando a su amiga.



-¿Y cómo va todo? ¿Los nuevos chicos trabajan bien?



La voz de Luca era tan débil que Rob debía estar muy cerca de su cara para poder escuchar.



-La fonda continua funcionando de forma óptima, y sí, los nuevos empleados se desempeñan según mis expectativas, aunque cuando no son vigilados les gusta perder el tiempo -contestó Rob.



El organismo de Luca se había degenerado a tal punto que las sabanas que la cubrían se amoldaban a su cuerpo esquelético. Respiraba con ayuda de una mascarilla y su único alimento era el suero que le administraban de manera intravenosa.



-¿Y tú? -preguntó el dron- ¿Cómo es la calidad del servicio que recibes?



-No me quejo, al menos ya no tendré que soportar los molestos tubos por los que tengo que defecar -dijo Luca con una débil sonrisa, después agregó-, pero ¿sabes? A pesar de que estoy muriendo, no siento miedo, más bien estoy satisfecha.



La lente de Rob parpadeó dos veces, una seña que Luca comprendía.



-Cuando vivíamos en la ciudad humana, siempre tenía miedo, era consiente de que algún día sería retirada; enviada a un quirófano donde me inyectarían un veneno que me mataría al instante, después mi cuerpo sería descuartizado y reciclado para crear la dichosa terapia genética que vendían a los humanos como una panacea. Pero escapé junto a ti y vivimos libres. Yo sabía que tenía los días contados, pero no tenía miedo, ¿sabes porqué? Porque tú estarías junto a mí, en estos días finales; no moriría sola, abandonada y como única compañía el olvido.



"Por eso cuando te fuiste sentí un terror más grande de lo que hubieras imaginado; tenía pesadillas donde moría en una calle, o en nuestro apartamento, sin nadie que estuviera a mi lado. Aún cuando pasaron los días y creí que ya había aceptado ese destino, no paraba de tener pesadillas, y muy dentro de mi ser deseaba desesperadamente que regresaras, aunque sea por lástima. Pero cuando por fin apareciste y me enteré de la razón de tu ausencia, sentí un enorme alivio de que mis temores fueron infundados, y también estaba agradecida de tener a un amigo como tú, gracias, Rob...



El dron se quedó estático, mientras observaba el rostro de su amiga, con su sonrisa petrificada por la muerte.



Una nueva mañana dio paso a la noche, con el cielo despejado y de clima fresco. La fondita "Chispas y Sabores" abrió su cortina como siempre, y el dueño y empleados se prepararon para atender a sus clientes. La muerte de Luca fue un drástico cambio para Rob, quien aunque no lo aparentaba le afectó de muchas formas; decidió cambiar de cuerpo, su cerebro artificial fue cambiado a uno de forma humanoide, dejó de ser el redondo dron de siempre. Continuaba tomando órdenes y sirviendo platos, además de ser igual de impertinente contra quienes se atrevieran a incomodarlo con preguntas estúpidas y comentarios sin sentido. Mientras tanto, en una pared y muy arriba, había una fotografía enmarcada donde aparecían Luca y Rob, los dos posando frente a la fonda recién inaugurada.

























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